Correo del Caroní
Laura Clisánchez | @mlclisanchez

5 de mayo 2021

21% de niños y adolescentes que presentan alteraciones emocionales, presentan ideas o riesgo suicida, mientras el Estado no prioriza políticas públicas que los protejan de la crisis en salud mental.

El impacto emocional que la pandemia de COVID-19 ha causado en los niños, niñas y adolescentes (NNA) del país ha sido devastador, advierte el Centro Comunitario de Aprendizaje (Cecodap).

Los cuadros de ansiedad, depresión y demás alteraciones emocionales se duplicaron durante 2020 en comparación con 2019, reseña el informe Somos Noticia – Capítulo Salud Mental 2020-2021, presentado por Cecodap este martes 4 de mayo.

39% de los 3.519 NNA atendidos por el Servicio de Atención Psicológica (SAP) de Cecodap durante 2020 fue a consulta por presentar Alteraciones del Estado de Ánimo (AEA). La mayoría de las consultas por AEA fueron por depresión, ansiedad y angustia, que concentran 48%. La incidencia de estos casos aumentó durante todo el 2020, y no ha disminuido a niveles previos a la pandemia.

“Ninguna de las variables que hemos estudiado en la historia del SAP ha tenido un crecimiento tan vertiginoso como las alteraciones emocionales, es importante porque también incrementan variables sensibles como las ideas y riesgo suicida”, advirtió el psicólogo y coordinador adjunto de Cecodap, Abel Saraiba, en la presentación del informe.

21% del total de niños y adolescentes que presentan alteraciones emocionales, presentan ideas o riesgo suicida. “Este es uno de los datos que nos tiene que sacudir más. Es importante que los niños puedan acceder a la atención adecuada en el momento oportuno”, expuso el psicólogo.

Para el primer trimestre de 2021, las alteraciones emocionales aumentaron 48% en niños y adolescentes mientras que el riesgo de suicidio aumentó a 25,93% sin que haya hasta ahora una política pública que aborde el problema.

La organización resalta que el aumento de estas alteraciones emocionales y las ideas suicidas en la infancia requieren acciones urgentes por parte del Estado venezolano y la sociedad civil, pues si no se brindan respuestas oportunas a una infancia con crisis de salud mental, se les condena a un destino incierto en el que tienen que encarar el riesgo de suicidio sin herramientas suficientes.

Otros motivos de consulta fueron por violencia (12%), conflictos familiares (14%), comportamiento disruptivo en el hogar (14%), entre otros.

La crisis en salud mental que enfrenta la infancia y adolescencia es una realidad mucho más compleja que requiere el apoyo de distintos actores humanitarios -todos los posibles- para profundizar la búsqueda de alternativas y soluciones, señala la organización.

Una vacuna contra el suicidio

Solo la atención oportuna y eficiente puede reducir la incidencia del suicidio e intentos de suicidios, indica el especialista. La prevención del suicidio es responsabilidad del Estado, aunque en Venezuela no hay planes ni presupuesto para atender a niños con crisis de salud mental en este momento, por lo que el accionar de la sociedad civil es clave en medio de un Estado fallido.

“No podemos delegar a las familias competencias que son del Estado, el Estado tiene que ejercer su rol, la sociedad civil tiene que ejercer su rol -y lo está haciendo-, para que las familias puedan ejercer el suyo”, manifestó Saraiba.

Explicó que la atención psicosocial debe verse como una vacuna contra el suicidio porque no lo elimina, pero reduce de manera notable su incidencia dentro de la población.

De acuerdo con el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), 88 niños, niñas y adolescentes se quitaron la vida en Venezuela porque consideraban que no había otra salida. En 2020 se suicidaron 19, aunque no se puede ignorar que hay un subregistro de casos ante la falta de acceso a información pública. Las cifras reflejan una alarma que el Estado debe priorizar.

En una entrevista con Correo del Caroní, el terapeuta familiar y directivo de Cecodap, Oscar Misle, informó sobre cómo prevenir el suicidio infantil en los hogares.

El castigo físico como disciplina debe acabar

Para erradicar la violencia contra los niños se empieza desde el seno del hogar, señala la organización.

La irritabilidad, desgano y apatía pueden ser signos de depresión infantil. Los niños no deben ser golpeados por eso, advierte la organización | Fotos William Urdaneta.

23% de los niños con alteraciones del estado de ánimo son víctimas de castigos físicos y humillantes como forma de disciplina, práctica que debe acabar. El especialista enfatizó que muchas veces comportamientos de desgano, apatía, ira o irritabilidad en los niños son interpretados por los padres o cuidadores como un desafío a su autoridad, cuando en realidad puede tratarse de síntomas de depresión y ansiedad infantil.

Aunque en el segundo semestre de 2020 hubo un proceso de adaptación al confinamiento y a la “nueva normalidad”, el especialista señala que los conflictos familiares continúan.

34% de los niños que acudieron a consulta por violencia física, son castigados físicamente por su comportamiento en el hogar. “En realidad, el sufrimiento emocional puede producir estos comportamientos, eso no se cura con correa”, dijo el experto. “El que a un niño deprimido se le castigue, no hace sino reforzar el sentimiento de minusvalía, dolor emocional profundo, tenemos que advertir lo contraindicado que es aplicar eso como correctivo”, advirtió.

Saraiba explicó que el castigo físico también es un factor de riesgo de cara a posibles casos de abuso sexual, porque el mensaje que transmite es: “yo te pego porque te quiero” ergo: “hay personas que pueden infringirte un daño, y ese daño es por tu bien”.

Violencia sexual, casos más reportados

El confinamiento agravó las alteraciones emocionales y la tensión dentro de la convivencia familiar, con ello también aumentaron los conflictos familiares que a menudo también implican violencia. Después de las alteraciones emocionales, la violencia contra los NNA y los conflictos intrafamiliares son el grueso de las consultas ofrecidas y monitoreadas por Cecodap durante 2020.

12% de las consultas tiene como centro ser víctima de algún tipo de violencia dentro del hogar, y la violencia sexual representa 34% del total reportado. Esto afectó mayoritariamente a infantes y adolescentes que se identifican con el género femenino.

El especialista resaltó que esta forma de violencia en la infancia no puede desligarse del enfoque de género. Explicó que muchas veces la violencia sexual no fue la razón principal por la que una persona acudió a la consulta del SAP, sino que fue resultado de investigar dentro de la atención terapéutica que inició por otro motivo.

“Vemos niños que, por ejemplo, estaban sufriendo una alteración emocional, y cuando comenzamos a explorar, nos revela que ha sido víctima de la violencia sexual”, dijo.

La violencia sexual fue la forma de violencia más reportada por niños y adolescentes durante 2020

La violencia sexual infantil es más frecuente de lo que parece, y la ola de denuncias por redes sociales sobre violencia sexual que involucran a personas con influencia y poder en Venezuela que ocurrió desde el 23 de abril hasta el momento, da fe de ello.

Es por eso que la organización exigió una investigación inmediata de las denuncias de violencia sexual contra menores de edad expuestas en redes sociales. No en vano el torrente de denuncias inició los movimientos #YoSíTeCreo y #YoTeCreoVenezuela para visibilizar el problema y abrir camino a la justicia para víctimas y sobrevivientes.

Otras formas de violencia reportadas por los niños y adolescentes que acudieron a consulta fueron acoso escolar (25%), violencia intrafamiliar (19%), violencia de género (19%) y 3% fueron víctimas de violaciones de derechos humanos relacionadas con la detención arbitraria de sus padres, la violencia contra sus seres queridos por parte de efectivos del Estado, entre otros.

Salud mental como prioridad

La organización enfatizó que la violencia es una amenaza para el desarrollo de los niños, y por lo tanto es imperativo que reciban atención oportuna para superar esas condiciones. “Nuestra responsabilidad como sociedad es garantizar la disponibilidad de oportunidades para que los NNA puedan tener un desarrollo pleno”, dijo Saraiba.

La salud mental es la cara no visible de la pandemia que generará estragos a largo plazo, “de nada sirve tener una familia vacunada si esa madre o padre están deprimidos y no pueden cuidar a sus hijos”, agregó el especialista.

Cecodap emitió 10 recomendaciones para el Estado y la sociedad a fin de proteger a la infancia y adolescencia de la crisis de salud mental. En el informe comparten material especializado sobre salud mental para niños y adolescentes dirigido a maestros, padres y cuidadores, entre otros, parte del cual fue hecho con asistencia técnica del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y se puede consultar aquí.

Recomendaciones:

  1. Establecer una política pública en materia de salud mental dirigida a la protección de niños, niñas, adolescentes y sus familias: integral, sostenida, planificada y con recursos suficientes y mecanismos de monitoreo y evaluación bajo una perspectiva de derechos humanos.
  2. Fortalecer las capacidades del sistema educativo para la promoción de la salud mental: implementar estrategias de formación al personal docente e incluso desarrollar acciones de salud mental y apoyo psicosocial dirigidas a estos.
  3. Fortalecer la capacidad del sistema de protección frente a situaciones de violencia y vulneración de derechos: incrementar las capacidades operativas, técnicas y financieras. Todo ello conforme a lo dispuesto en la Lopnna.
  4. Adoptar medidas que permitan garantizar los servicios psicosociales con especial énfasis en niños, niñas y adolescentes con condiciones psiquiátricas: Incrementar servicios de hospitalización, atención ambulatoria, acceso a medicamentos especializados y protocolos de atención bajo criterios técnicos y bioéticos.
  5. Cesar la persecución y el hostigamiento a las organizaciones de defensa de derechos humanos y actores humanitarios.
  6. Desarrollar planes de cooperación y financiamiento a través de las agencias del sistema de Naciones Unidas y otros actores humanitarios: que permitan asegurar la continuidad de los servicios de salud mental y apoyo psicosocial implementados por la sociedad civil.
  7. Publicar y difundir los datos del sistema público de salud que permitan contribuir a dimensionar las necesidades de la población en materia de salud mental.
  8. Desarrollar convenios multisectoriales de formación y extensión con universidades, gremios y agrupaciones científicas: a fin de fortalecer las competencias de los profesionales del área de salud mental y el sistema de protección.
  9. Implementar planes que permitan servicios de salud mental y apoyo psicosocial dentro de los sistemas educativos.
  10. Fomentar la creación de programas de fortalecimiento familiar para ofrecer soporte psicosocial a las familias.

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