Prensa OVV Mérida
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), la violencia de género está catalogada como todo acto de violencia que resulte o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico hacia la mujer. Incluye las amenazas de tales actos, además de la coacción o la privación arbitraria de libertad. En Venezuela, el tema no es ajeno, pues forma parte de un problema social que cada vez suma más víctimas.
Los constantes hechos reseñados en la prensa merideña a lo largo de este 2019, dio pie para determinar que efectivamente éste es un problema a tomar en consideración. Su revisión, entre enero y noviembre del presente año, arrojó que se registraron 36 casos que involucran violencia interpersonal de género e intrafamiliar. Este dato se comparó, en el mismo lapso, con el 2018, cuando salieron reseñados en prensa solo 5 casos. La particularidad, en este sentido, es que de esos 36 casos ocurridos en 2019, en el 61%, es decir 22 casos, las víctimas fueron mujeres, de las cuales 9 resultaron ser niñas o adolescentes.
Al colocarle la lupa a los distintos delitos cometidos, se tiene que las agresiones físicas y verbales se llevan la mayor parte, con un 46,6%, seguido de los actos lascivos y actos de violación, con 27% cada uno. “Con el agravante que acontecieron 7 femicidios que no se contemplan dentro de esa globalidad de 22 delitos donde las víctimas principales fueron las mujeres”, reseña el informe de revisión de prensa.
Gustavo Páez, coordinador del Observatorio Venezolano de Violencia de Mérida (OVV Mérida), explicó que estableciendo una comparación entre enero y octubre de los años 2018 y 2019, se encontraron algunos resultados que podrían tener una fuerte conexión con lo anterior. Asegura que el número de víctimas del sexo femenino aumentó de 8 a 18%; en cuanto al lugar de ocurrencia de los delitos, los acontecidos en la casa pasaron de 8 a 20% y el número de hechos donde el tipo de victimario involucrado fue un familiar o conocido, se incrementó de 4 a 19%. En lo referente al tipo de arma o medio utilizado para cometer los delitos -explicó-, aumentaron los casos donde se empleó la fuerza física, de 6 a 22%.
“Para el OVV Mérida no cabe duda que estas últimas cifras están relacionadas con el aumento de los casos de violencia interpersonal hacia el sexo femenino, principalmente con respecto a violencia de género e intrafamiliar, donde como se conoce, se impone el uso de la fuerza física. Se podría inferir que, según lo reseñado en prensa, estos delitos son perpetrados en su mayoría en el seno de las viviendas donde residen las familias”, aseguró Páez, agregando que estos delitos también son cometidos por hombres bajo la figura de padrastros de las niñas o adolescentes o, en su defecto, por cónyuges de las agredidas.
La prensa reseñó algunos casos de violencia de hijos hacia sus madres, destacándose un caso en particular donde hubo asesinato. “Sin embargo, también se observaron varios hechos donde los victimarios en apariencia fueron desconocidos (9 en total) y se desconoce a ciencia cierta si estos sucesos acontecieron en las viviendas de las familias o en otro lugar”, expuso Páez.
En cuanto al aparente aumento del número de casos de violencia de género e intrafamiliar, Gustavo Páez señaló que es difícil estar seguro si en realidad se dio un incrementó en el número de hechos de este tipo o si en 2019 hubo mayor cobertura de los mismos con respecto a 2018. “Lo que sí es cierto, es que se conoce que muchos de estos casos, sobre todo del maltrato físico y verbal del hombre hacia la mujer, quedan sin denunciarse. Esto permite decir que el sub registro de este tipo de sucesos debe ser muy elevado. La violación, por ser un delito más grave y probablemente menos frecuente, de seguro se denuncia mucho más”, acotó.
Desde el miedo hasta la impunidad
Aun cuando están surgiendo movimientos que empiezan a denunciar las agresiones cometidas hacia las mujeres, todavía falta camino por recorrer. En Venezuela y en especial en Mérida, resulta muy común que la denuncia nunca llegue a las instancias correspondientes. Las causas por las cuales el progreso en este sentido es poco, son variadas.
Para Gaudy Avendaño, psicóloga y profesora universitaria, es sumamente común que no se denuncien las agresiones. Según ella, esa actitud tiene que ver con varios aspectos fundamentales y que son motivos de consulta en las terapias. “Uno es que no funcionan las leyes, pues muchas veces las mujeres se acercan a hacer las denuncias y no se le da la prosecución al caso. Los agresores quedan libres y no los procesan como deberían y esto genera en ellas la inseguridad de que regresen y puedan tomar represalias. Otro de los factores es que las afectadas están bajo amenazas o están manipuladas por el asunto económico. Se amenaza de no dar dinero para los alimentos, para el mantenimiento de la casa y esto hace que ellas se mantengan bajo ese yugo. La mayoría de mujeres que están bajo maltrato no son independientes económicamente, quizás trabajaron, pero abandonaron o nunca han estado en el campo laboral tras el inicio de la relación, lo que genera la inseguridad de cómo hacer si la relación termina, sobre todo cuando hay niños”.
El otro aspecto que refiere la especialista es la dependencia y codependencia emocional que se genera dentro de estas relaciones, a lo que ella llama “relaciones tóxicas”. “Detrás de esta dependencia lo que hay es inseguridad, baja autoestima, lo que hace que, en muchos casos, no sean resilientes porque no han tenido un entorno que les promueva o les resalten sus virtudes”, señaló.
Del otro lado de la acera -según Avendaño- está el agresor, con sus antecedentes y sus patrones de conductas. Quienes agreden tienen patrones muy parecidos a quienes se dejan agredir. “Muchos de estos casos tienen que ver con personas que han estado envueltas en situaciones de violencia durante su infancia o donde se vivió violencia intrafamiliar, con violencia física, verbal y psicológica. Si yo aprendo esto como patrón conductual lo hago normal y es lo que voy a ejercer posteriormente. Los hombres que cometen ese tipo de delito van de la mano con lo que se tiene como antecedentes pasados, donde hubo entornos familiares agresivos. Muchos se convierten en agresores porque son personas inseguras. Son los roles de géneros que se han desarrollado en la sociedad donde se acepta que el hombre es el dominante, que el hombre es el que aporta, es el protector y la mujer es la que aguanta todos estos tratos”, enfatizó la especialista.