Correo del Caroní
Laura Clisánchez
02 Oct 2020
Psicólogos y psiquiatras alertan que es necesario comunicar las emociones, apoyarse en seres queridos y buscar ayuda profesional ante el aumento de pánico, depresión e ideaciones suicidas en la población venezolana a partir de la alarma sanitaria.
Profesionales sostienen que la salud mental debe ser prioridad como asunto de salud pública durante la alarma sanitaria por la pandemia de COVID-19, en un momento en el que aumenta la ansiedad, el pánico, la depresión y las ideas suicidas conforme se agudiza la emergencia humanitaria compleja.
Venezuela atraviesa una crisis multinivel. El venezolano debe enfrentar duelos continuos, no solo de muertes físicas. La cada vez mayor restricción de acceso a los derechos básicos como la salud y la vida también ocasiona sentimientos de pérdida, lo que genera impactos psicológicos que amenazan la salud mental por sentir que no se tiene el control sobre situaciones complejas, así lo explica la psicóloga y miembro de Psicólogos Sin Fronteras, Siboney Pérez.
La psicóloga informó que en los últimos dos meses hubo un aumento de los casos de depresión, pánico, ideación suicida e intento de suicidio en sus consultas, de las 17 personas que atiende semanalmente, al menos cinco tienen ideas suicidas y dos han intentado suicidarse.
“Ahorita el aislamiento también contribuye con la depresión y la tristeza, eso lleva a que la gente piense que es mejor quitarse la vida. Muchas personas se sienten incapacitadas incluso para pedir consejo y asesorías”, explicó Pérez.
94 suicidios fue el saldo que contabilizó el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) durante el primer semestre de 2020 en el país. A partir de marzo —con el inicio de la cuarentena por COVID-19— los casos aumentaron exponencialmente, en abril hubo 14 suicidios, en mayo hubo 36 y hasta el 29 de junio la organización contabilizó 17 casos más.
El estudio del OVV determinó que 35% de las personas que se quitaron la vida, lo hicieron por motivos vinculados con la emergencia humanitaria compleja que atraviesa el país, 29% de las personas tenían depresión clínica, y 27% tenía problemas con su pareja.
Solo en agosto, dos personas se quitaron la vida en Ciudad Guayana.
“Muchas personas que antes se consideraban exitosas ahorita no tienen tolerancia a la frustración porque sienten que por más que trabajen no tienen calidad de vida y sienten que no vale la pena seguir viviendo, perciben que no hay salida a la crisis política, económica y social y por eso debemos estar alerta para dar las herramientas necesarias para que las personas salgan de ese estado”, dijo Pérez.
Prevención del suicidio
Las ideaciones suicidas son un tema complejo, y difícil prevenir por el estigma y la desinformación que hay al respecto. La falta de orientación lleva a desestimar las señales, de hecho, no todas las personas con ideación suicida tienen un cuadro clínico depresivo.
“Conocemos algunos casos de suicidio, pero los intentos de suicidio también son alarmantes y pasan desapercibidos, son muchísimos”. La experta comentó que esta semana atendió a una paciente de 26 años que lleva tres intentos de suicidio.
“Las personas que cometen suicidio o lo intentan están pidiendo ayuda, solo que lo están pidiendo de una manera disfuncional porque no encuentran otra salida u otros recursos para pedir ayuda”, informó.
Pérez asegura que las únicas herramientas con las que cuenta la población para cuidar su salud mental y la de su familia, amigos y conocidos, es no aislarse, hablar del problema, reconocer los sentimientos y discutirlos con otro y buscar ayuda profesional a tiempo.
Entre las principales variables que se deben identificar para ayudar están: cantidad de pérdidas físicas que ha atravesado una persona, las alteraciones de apetito, el abuso de sustancias como el alcohol y las drogas, enfermedades crónicas (en especial si la persona no tiene acceso a los tratamientos), cambios emocionales bruscos como la irritabilidad y la agresividad, el aislamiento y retraimiento, entre otros.
Los expertos en salud mental señalan que el contexto venezolano es bastante complejo, y por ello requiere que el Estado reconozca que la salud mental de la mayor parte de la población en el país está en riesgo para implementar políticas públicas adecuadas.
“Este contexto es complejo, sé de casos de personas de la tercera edad que dicen a veces que es preferible suicidarse que ser un lastre para la familia, sobre todo si es una persona que está enferma y el tratamiento es costoso”, comentó la psicóloga.
Sin prevención ni tratamiento
Los episodios de pánico, depresión y estrés post traumático frente a un escenario pandémico han aumentado en un 40% en algunas consultas como las de la psiquiatra Zinnia Ron, sobre todo luego de enfrentar la infección por COVID-19 o haber perdido familiares por el virus.
“Los pacientes que han pasado por COVID quedan con pánico, con estrés post traumático agudo, quedan secuelas como el insomnio. Eso ha aumentado mucho. La salud mental está metida en todo, no podemos meter la salud en parcelas”, afirmó.
Parte de las razones por las que la población en Venezuela no tiene herramientas para enfrentar los factores que amenazan la salud mental se debe a la falta de orientación emocional desde la infancia, y el no considerar la salud mental como problema de salud pública para la creación de políticas orientadas a la prevención, orientación y tratamiento de alteraciones emocionales, y demás asuntos psicológicos.
“Imagina que un paciente va al cardiólogo, este le encuentra todos los valores normales, pero el paciente siente taquicardia, sensación de mareo… Le dicen que vaya al psiquiatra, pero no asiste. Cuando va, llega con crisis casi incontrolables que pudieron evitarse”, expresó Ron.
Además de esto, no hay tratamiento para combatir la depresión clínica. Puerto Ordaz, municipio Caroní, tenía 81% de escasez de medicinas para la depresión para diciembre de 2019, de acuerdo con el balance de la organización Convite.
Para mayo de 2020, Ciudad bolívar, en el municipio Angostura del Orinoco, la escasez de medicinas era de 60,5%. Medicinas como Alprazolam, —indicado para tratar trastornos de ansiedad y trastorno de pánico— y Fluoxetina, para tratar depresión, trastorno obsesivo compulsivo, algunos trastornos alimenticios y ataques de pánico, estaban escasas en un 83% al igual que en Puerto Ordaz.
La terapia sin medicación no es suficiente en casos de depresión, lo que aumenta la probabilidad de que las personas con este trastorno diagnosticado no sobrevivan al cuadro clínico. “Cuando el paciente asiste a consulta ya va deteriorado, ya los síntomas que tiene el paciente ameritan medicación de alto costo y que no se consigue. Hay un atraso en el tratamiento con consecuencias que pueden ser fatales”, explicó la doctora.
Ron reportó que la mayoría de los pacientes acuden a los especialistas cuando ya no pueden controlar los síntomas, y cuando ya es necesario recetar altas dosis de tratamientos antidepresivos que, aparte de escasos, están entre los 30 y 40 dólares.
Todo se traduce en pérdidas humanas que pasan desapercibidas por la estigmatización y el tabú. “El problema es que no están viendo el suicidio como un problema de salud pública, no se toma en cuenta que es la consecuencia de una enfermedad mental severa”, puntualizó.
Los especialistas concuerdan en que en momentos críticos donde los organismos del Estado que deben dar respuesta a la población en diferentes áreas no lo hacen, es necesario mantenerse comunicados con familiares y amigos, no aislarse y pedir ayuda profesional cuando haya malestar emocional.
Psicólogos Sin Fronteras cuenta con una línea de atención gratuita a la que se puede acudir llamando a los números 0412-5507600 y 0424-2925604.
Fuentes: