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Por María José Aguilar

Pese a que es un fenómeno social que data de muchos años, en los últimos meses se ha acentuado en el país lo que se conoce como el “linchamiento popular”, que es una forma de violencia promovida por un grupo de personas que sorprende a un delincuente cometiendo alguna fechoría.

De acuerdo al psicólogo Alberto De Luca, el linchamiento “es una ejecución tumultuaría en contra de una persona que ha trasgredido ciertos límites intolerables para una población”.

Según cifras del Gobierno, en el 2016 ha habido 74 investigaciones sobre linchamientos en el país, 37 de los cuales murieron y los otros 37 resultaron con lesiones de diversa gravedad.

En lo que respecta a Portuguesa, durante este mes -de acuerdo a lo reseñado por los medios regionales- una turba golpeó y quemó a un presunto delincuente en La Vega del Toco, en Ospino. Igualmente, vecinos de las urbanizaciones Prados del Sol en Araure y de La Granja en Guanare, intentaron linchar a otros dos sujetos que pretendían robar.

El experto en psicología social, De Luca, explicó que la percepción de la población es que la justicia en términos legales no funciona, “o funciona de cierta manera para algunas personas, y para otras no”.

Según El Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), en el país la tasa de impunidad sobrepasa el 90 %, lo que explica lo manifestado por el psicólogo De Luca: “El linchamiento se da porque no tenemos acceso a la justicia, satisface esa necesidad, lo que ha llevado a que las personas se organicen y tomen la justicia por sus propias manos, aunque sea paradójico y hasta contradictorio, porque vas a castigar un delito con otro delito”.

Ante esto y debido a los altos índices de inseguridad, manifestó que “la comunidad ya ha conversado y ha decidido una serie de acciones, bien sean justas, injustas, fuera o no de la ley, y es una situación que necesita la atención de los organismos competentes”.

El especialista indicó que los linchamientos son actos histéricos, impulsivos, no premeditados. Lo interesante –explicó- es que cuando hay tumultos que se dejan llevar por una o dos personas, se enervan los ánimos y allí la emoción que predomina es la rabia por el acto cometido. Por ello, podemos decir que en un tumulto, la razón se va de paseo, porque la emoción cabalga sobre la mente. En ese momento no se piensa.

¿Qué hacer?

El psicólogo Alberto De Luca precisó que lo importante es no dejarse “atrapar” por la masa, “que es difícil porque ahora estamos arropados por un sentimiento colectivo de injusticia y de indignación”. También recomendó a los organismos de seguridad afianzar la labor preventiva y educar a la comunidad. “Hagamos un país y una región un poco más vivible”, enfatizó.

También instó a la colectividad a cambiar de actitud, “así como muchos están cargados de rabia, también pueden estar cargados de emociones positivas, como la bondad, la cooperación, la solidaridad; y en lugar de luchar contra las cosas negativas, creo que debemos instaurar conductas positivas y proactivas. O somos parte del problema, o somos parte de la solución, no hay de otra”.

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