Prensa OVV Mérida

Según Gustavo Páez, coordinador del Observatorio Venezolano de Violencia en Mérida (OVV Mérida), preocupa el aparente incremento de hechos violentos donde se han visto involucrados infantes –niños y niñas de 0 a 11 años- y adolescentes –de 12 a 17 años- merideños. En lo que va de año, la prensa ha reseñado un importante número de sucesos de violencia interpersonal como homicidios, violaciones, lesiones por maltrato físico y actos lascivos, donde aquellos han sido los protagonistas como víctimas.

En opinión de Páez, detrás de muchos de estos hechos está la omisión de las autoridades competentes en sus obligaciones de garantizar la seguridad y protección de la ciudadanía frente a la acción delictiva de bandas criminales o del hampa común. “Ya diversos estudios en Venezuela han demostrado que, en muchas partes del país y por supuesto el estado Mérida no es la excepción, grupos armados reclutan adolescentes y jóvenes para cometer distintos delitos, empleando para ello procedimientos represivos y violentos, pero también mediante el ofrecimiento de ayudas, regalos y de apoyos de variados tipos, para cubrir necesidades propias y de sus familias. Esta influencia es la que tiene que ser detenida por los cuerpos de seguridad pública, pero eso parece que no ocurre en todos los casos”, explicó el representante del OVV Mérida, agregando que, lamentablemente, los delincuentes actúan sin restricción alguna y las víctimas no cuentan con las medidas o programas de protección establecidos en el marco legal.

En este aspecto, señaló Páez, que están desatendidas obligaciones básicas de prevención del delito y de protección a la población vulnerable. “No se tiene conocimiento que en el país existan políticas públicas, planes o programas que eviten la victimización y que fortalezcan capacidades familiares y comunitarias para prevenir el riesgo de la incorporación al delito de adolescentes y jóvenes, incluso de niños”, enfatizó.

Niños y niñas como víctimas de la violencia

En Venezuela, igualmente preocupa el notable número de hechos violentos donde se ven involucrados niños, niñas y adolescentes, no sólo como victimarios sino como víctimas. Si bien los riesgos parten de la violencia desatada en el país, de la falta de prevención y control del delito, entre otros factores, el entorno en que viven muchos menores también contribuye a su vulnerabilidad.

En lo que va de 2020, los medios de comunicación del estado Mérida han reseñado cantidad de sucesos donde las víctimas resultan ser menores de edad. Aunque parece ser que la situación se ha agravado a raíz del confinamiento decretado por el gobierno nacional a causa de la pandemia de Coronavirus, ya el problema se venía acrecentando. A principios de año, por ejemplo, una menor de edad fue brutalmente asesinada por su novio, luego de una discusión. El cuerpo de la adolescente de 17 años fue calcinado y abandonado a las afueras de la ciudad de Mérida, capital del estado.

Otro caso que conmocionó a la colectividad fue el de una niña de 9 años, asesinada por un adolescente de 16, luego de violarla. Este suceso ocurrió en el barrio Pueblo Nuevo, municipio Libertador, la misma semana del asesinato de la adolescente antes mencionada.

Entre la lista de hechos violentos también figura la violación de una adolescente de 15 años por dos jóvenes desconocidos, el 13 de marzo, quienes se la llevaron bajo amenaza apuntándole con un arma de fuego en un vehículo, cuando la víctima acababa de salir del liceo. También se supo sobre la violación de una niña de 6 años por un victimario desconocido; este hecho sucedió el 23 de abril. Otro hecho lamentable sucedió con un niño de 2 años, quien falleció por un disparo cuando unos sujetos accionaron sus armas de fuego para robarle la moto a su progenitor, quien lo tenía en sus brazos. Este episodio tuvo lugar el 26 de abril.

En la lista de episodios lamentables también está el publicado en la prensa el  26 de abril, relacionado con el maltrato físico de un padre hacia su hija de 13 años, al intentar ésta defender a su madre de las agresiones que le estaba ocasionando su progenitor. Igualmente, el de una niña de 3 años, quien también perdió la vida por un disparo al momento en que unos individuos, que iban a bordo de una motocicleta, efectuaron varios disparos contra el padre de la infante, quien para el momento, al igual que en otro caso reseñado anteriormente, la llevaba alzada entre sus brazos.

Otro hecho reciente conmocionó a la comunidad merideña y dejó ver que, durante la etapa de confinamiento, están ocurriendo actos de violencia contra los niños. La prensa reseñó cómo un padrastro torturaba a sus tres hijastros, con la complicidad de su concubina. Funcionarios policiales explicaron a la prensa que el padrastro aplicaba electricidad a los menores, mientras que la mamá los castigaba con correazos. Hasta mayo, el OVV Mérida llevaba cuantificados más de catorce hechos donde las víctimas eran menores de edad; sin embargo, es muy probable que las cifras sean superiores a las que muestra la prensa local.

Sonia Di Giusto, quien dirige el Consejo Municipal de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, con sede en el municipio Libertador, mostró gran preocupación por el aumento de tratos crueles y maltrato infantil, sólo en el mencionado municipio del estado Mérida. Explicó la funcionaria que los sucesos más recurrentes en esta época de pandemia, han sido los desalojos arbitrarios y el abandono de infantes y adolescentes, pero los más delicados son aquellos hechos donde han acontecido agresiones a menores de edad y se ha tenido que recurrir a órganos de seguridad.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), son muchos los factores de riesgo que en distintos ámbitos podrían explicar la violencia ejercida hacia niños, niñas y adolescentes. Algunos de estos factores tienen que ver con los derivados de la sociedad, tales como la desigualdad de género y económica, pobreza, la falta de leyes y las normas socioculturales que disminuyen la posición de los niños, niñas, incluso de los adolescentes, en las relaciones con los padres biológicos o de crianza.

A criterio del coordinador del OVV Mérida, hay que agregar otros que se presentan en las comunidades y que tienen que ver con la pobreza e inequidad económica, social y de género; también por la ausencia de servicios que apoyen a las familias, aunado a los altos niveles de desempleo y servicios inadecuados de atención a las víctimas. “También tenemos los vinculados con la parte relacional donde podemos encontrar ausencia de apego entre padres e hijos, rupturas familiares, violencia de pareja, aislamiento social, matrimonio infantil y uniones tempranas, y ruptura de apoyo para la crianza de la familia extendida”.

En términos generales -según Páez-, los factores que más entran en juego son, entre otros, la creencia de los progenitores de que el castigo físico es necesario para criar o educar adecuadamente a los niños, niñas y adolescentes; a éstos hay que agregarle la violencia generalizada en el seno familiar y sobre todo la de género -del padre hacia la madre-, y, finalmente, la falta de adopción en muchos países de una legislación que prohíba totalmente todo tipo de violencia en el hogar y que la misma se haga cumplir.

Actos lascivos en niñas

En otro de los hechos donde, por lo general, se ven involucradas niñas, también como víctimas, es en los llamados actos lascivos, que se refieren a un delito que se comete por tocar a un niño (o niña), en alguna parte de su cuerpo, con intenciones sexuales. Circunstancias en las cuales, en la mayoría de los casos, los victimarios son personas desconocidas o vecinos de las víctimas. Cabe destacar que, en lo que va de año, los medios de comunicación regional han difundido la ocurrencia de 5 casos de este tipo.

En este aspecto, Gustavo Páez explica que es posible que, detrás de algunos de estos casos de hombres que cometen estos delitos, esté presente algún tipo de trastorno parafílico. Páez trajo a colación el Manual Merck and Co., conocido también como MSD, en su versión para profesionales, donde señala textualmente que “este tipo de trastornos son fantasías recurrentes e intensas de excitación sexual, pulsiones o comportamientos sexuales angustiosos o incapacitantes, que involucran objetos inanimados, niños o adultos sin consentimiento, o el sufrimiento de la pareja con probabilidad de causar daño”.

Explicó Páez que uno de esos tipos de trastorno podría ser la pedofilia, el cual se caracteriza por fantasías, impulsos o conductas sexuales excitantes, intensas y frecuentes que involucra a adolescentes menores de 13 años. “Las agresiones sexuales contra los niños constituyen una parte importante de los actos sexuales criminales que se informan. También se puede agregar que la mayoría de los pedófilos son hombres y la atracción puede ser hacia niños, niñas pequeñas o ambos, pero éstos prefieren niños del sexo opuesto. Por su parte, los denominados pedófilos depredadores, muchos de los cuales tienen un trastorno de personalidad antisocial, pueden obligar y amenazar con hacer daño físico al niño o, por ejemplo, hacer daño a la mascota del infante si revela el abuso”.

Comentó Páez que tras conversaciones e intercambios de opiniones con especialistas sobre el tema de la ocurrencia de actos lascivos, estos aseveran que, en un contexto social como el que se vive actualmente, caracterizado por cambios en las rutinas diarias de las personas, el incremento de horas de ocio de los individuos, la oferta erótica en redes sociales, los deseos de las personas de vivir como quieren y no como les toca vivir, aunado a la cantidad de individuos que padecen determinados trastornos como los señalados anteriormente, la falta de educación sexual y, por último, el descuido considerable de los padres hacia sus hijos, son factores que se conjugan e inciden potencialmente en el incremento de casos de actos lascivos, no solo en Venezuela sino a escala mundial. “El llamado es a estar alerta de nuestros niños, niñas y adolescentes para disminuir los riesgos y evitar que acontezcan estos sucesos. La prevención, en cualquier ámbito, es una acción donde todos los miembros de la sociedad somos corresponsables”, dijo.

Lamentablemente -señaló Páez- en materia de protección a los derechos humanos de niños, niñas y adolescentes, no aparece por algún lado el Estado Social de Derecho y de Justicia establecido en la Constitución Nacional y en la Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente (LOPNNA). Para finalizar, el representante del OVV Mérida señaló que deben rechazarse, de forma categórica, cualquier acto violento, cualquier acción que vaya en contra de quebrantar los derechos humanos, sociales, entre otros, de las personas, y en este caso en particular, todo acto violento que atente contra la vida o integridad física de niños, niñas y adolescentes.