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La muerte de una ex reina de la belleza y de su marido, tiroteados en una carretera, moviliza a la sociedad frente a la lacra de la violencia

La violencia criminal es el problema que más preocupa a los venezolanos. Por encima de la inflación, la escasez y la corrupción. Es la mayor lacra de Venezuela. Los datos estadísticos son espeluznantes. Según el Observatorio Venezolano de la Violencia, en 2013 la violencia criminal se cobró la vida de unas 25.000 personas, según cálculos conservadores que aún no están cerrados. Lo que eleva la tasa de asesinatos a 79 por cada 100.000 habitantes. O dicho de otra manera, en Venezuela se comete un asesinato cada veinte minutos; tres asesinatos a la hora; 68 al día.

Pero ha sido el asesinato de Miss Venezuela de 2004, Mónica Spear, y de su esposo, Thomas Henry Berry, el que ha movilizado a la sociedad venezolana. Un crimen con las dosis de absurdo y violencia macabra habituales en Venezuela. Un homicidio cometido por «piratas de la carretera» cuando, por el mal estado de la vía se reventó el neumático del vehículo en el que viajaba la pareja junto a su hija de cinco años. Encerrarse en el coche no le sirvió para protegerse de las balas de sus asesinos.

El asalto tuvo lugar en la barriada de Cambur, en la «autopista» de Puerto Cabello, una vía llena de baches en la que, además, los delincuentes colocan clavos y hierros contundentes o arrojan piedras para provocar accidentes y así asaltar a los pasajeros. Cuadro sintomático de la brutalidad que reina en las barriadas más peligrosas del país.

El asesinato de la ex reina de belleza, persona muy querida por la prensa del corazón, y de su esposo, empresario de una agencia de turismo de aventura, ha conmovido a todo el país. Desde el presidente, Nicolás Maduro, que ha pedido que no se politice el caso, hasta artistas y el mundo de la farándula, que se manifestaron contra la violencia este miércoles.
Cinco detenidos

Maduro ordenó que se detuviera a los asesinos. Y, en menos de diez horas, la Policía ya presumía de tener el caso aclarado y había detenido a cinco sospechosos del asesinato, dos de ellos menores de edad.

Los más horrendos crímenes y asaltos son historia cotidiana en Venezuela. El pasado 7 de enero, en Casalta, una urbanización popular, unos delincuentes entraron en un quinto piso y mataron a cuchilladas a un profesor universitario, de 44 años, y a su madre, de 72, para robarles comida y pertenencias de valor. Un ejemplo más entre miles de la cotidiana violencia del país.

Los matones irrumpen en grupo y armados hasta los dientes Los venezolanos de clase media ya se han acostumbrado a proteger sus viviendas con sólidas rejas y a gastar parte del presupuesto familiar en instalar cámaras de seguridad, y en pagar a vigilantes privados. Pero esas medidas no han frenado el acoso de los delincuentes, que no suelen tener grandes problemas en neutralizar a los vigilantes al irrumpir en grupo y armados hasta los dientes.

La pregunta que se hace la sociedad es por qué se ha incrementado de forma tan brutal la violencia si durante la presidencia del fallecido Hugo Chávez se ha reducido la pobreza y el país ha recibido ingentes ingresos de la venta del petróleo a precios nunca conocidos. En los 15 años de gobierno chavistas, la cifra de asesinatos pasó de 4.550 en 1998 a alrededor de 25.000 en 2013.

Según Roberto Briceño León, director del Observatorio Venezolano de la Violencia, cuya página web fue bloqueada este miércoles para que no se pudiera acceder a las estadísticas que elabora la organización, dijo a ABC que el asesinato de Mónica Spear es «una muestra de la banalidad en que se ha convertido el crimen. Disparan como si fuera una diversión. Es el gatillo alegre. Ha habido un cambio cualitativo en estos 15 años y es la violencia con la que ahora se comete el delito». Una referencia a los robos comunes que a menudo se saldan con asesinatos. «Tenemos más muertes (más de 170.000 asesinatos en 15 años) que en una guerra declarada. ¿Qué sentido tiene matar para robar?», reflexionó.

«Chávez jamás atacó al hampa como sí lo hizo con los empresarios»

Briceño considera que buena parte de la culpa de este crecimiento de crimen es la política laxa y débil del gobierno chavista. «Cuando Chávez estaba vivo, jamás atacó al hampa como sí lo hizo contra la oligarquía y los empresarios. Siempre dijo que la violencia era de la derecha y del capitalismo, lo que daba excusa a los delincuentes para actuar impunemente. En sus discursos decía que no iban a reprimir a los violentos. Y esa política de inacción contra los delincuentes es la gran causa de la violencia que vemos hoy día».

Hasta ahora, Maduro se esfuerza en seguir al pie de la letra el programa político de su antecesor. Pero este miércoles insistió en que aplicará mando dura contra los matones de gatillo fácil.

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