Prensa OVV Mérida
Los servicios públicos han significado para los merideños un verdadero dolor de cabeza durante el año 2020. Si bien en los últimos años la electricidad y la distribución de gas doméstico representaban dos de las mayores preocupaciones, durante la pandemia esa preocupación no solo se ha centrado en estos dos servicios, sino que ahora se suma la escasez de gasolina, los problemas con la recolección de los desechos sólidos, la merma en la oferta de transporte público, las deficiencias en la telefonía, entre otros servicios vitales que vienen presentando cada vez más fallas en su cobertura y calidad.
El Observatorio Venezolano de Violencia en Mérida (OVV Mérida) realizó un monitoreo de prensa, entre enero y octubre de 2020, para medirle el pulso a los reclamos ciudadanos en cuanto a los servicios públicos. Según la revisión de los diez meses, se registraron 297 noticias donde habitantes de diferentes zonas del estado Mérida denunciaron el mal funcionamiento de algún servicio. En este caso se está hablando de agua, aseo urbano, combustible, electricidad, gas doméstico, internet, salud, telefonía móvil/fija y transporte público. En este sondeo se determinó que marzo, septiembre y octubre fueron los meses donde se registraron más denuncias; se difundieron más de 40 informaciones en cada mes.
En cuanto a las informaciones más recurrentes de las 297 registradas, el surtido de combustible tiene un 22,9% sobre el total de denuncias, seguidas del servicio eléctrico con 22,6%, transporte público 16,2% y el gas doméstico 12,5%. “En conjunto, estos cuatro servicios suman 74,2% del total de denuncias por deficiencias en los servicios. Los que menos han presentado reclamos son: el servicio de salud, agua, aseo urbano, telefonía móvil/fija e internet”, según Gustavo Páez, coordinador del OVV Mérida.
Explicó Páez que, desde el punto de vista espacial, en el Área Metropolitana de Mérida, conformada por los municipios Campo Elías, Libertador, Santos Marquina y Sucre, se registraron la mayoría de las denuncias, es decir, 86,3% sobre el total de denuncias asentadas. Luego, le sigue la zona Panamericana, con 6,1%, donde están los municipios Alberto Adriani, Andrés Bello, Caracciolo Parra y Olmedo, Julio César Salas, Justo Briceño, Obispo Ramos de Lora y Tulio Febres Cordero; y después el Páramo, conformado por los municipios Cardenal Quintero, Miranda, Pueblo Llano y Rangel, con 5,1%.
En el Valle del Mocotíes, donde están ubicados los municipios Antonio Pinto Salinas, Tovar, Rivas Dávila y Zea, y en la zona de los Pueblos del Sur, conformada por Aricagua, Arzobispo Chacón, Guaraque y Padre Noguera, es donde aparentemente se han dado menos protestas con 1,5% y 1%, respectivamente.
Entretelones del conflicto
A pesar que la lista de servicios públicos en crisis es larga, hay algunos que al faltar degradan la calidad de vida de los ciudadanos. El surtido de combustible ha sido uno de los servicios que más protestas ha generado en el estado, por lo que implica la carencia de gasolina y gasoil en la región. Desde principios de año estas protestas se han acentuado en toda la entidad, pues las autoridades competentes no han garantizado el surtido equitativo del combustible. La gravedad de la escasez se ha hecho evidente durante la pandemia.
Para Gustavo Páez, la falencia de este servicio ha ocasionado pérdidas económicas y de diferentes rubros agrícolas provenientes de los ámbitos rurales de la entidad. Igualmente -destaca Páez- se nota la disminución en la ya mermada flota de unidades de transporte público en la prestación de su servicio, así como el sacrificio que significan las colas de muchas horas, e incluso de días, para poder surtir.
Todo este problema con el combustible, según Páez, ha generado su contrabando y venta a precios superiores a los establecidos por el gobierno nacional. “Ya hemos visto que la venta de cupos o puestos para surtir de gasolina, tanto en las colas como en las propias estaciones de servicio, es una práctica recurrente. Igualmente son comunes las denuncias de extorsión por parte de funcionarios de seguridad del Estado y trabajadores de las estaciones de servicio para surtir de forma preferencial, además de la existencia de bandas delictivas dedicadas, entre otros delitos, a su contrabando”.
Otro aspecto que destacó el coordinador del OVV Mérida, es la repercusión del problema de combustible en servicios tan vitales como el sector salud. En este sentido, señaló que se han hecho recurrentes las denuncias de trabajadores de la salud que, al no poder surtir de gasolina, no logran asistir a sus empleos, lo que, a su vez, ha afectado la prestación de los servicios de salud.
Otro de los servicios que ha mermado la calidad de vida de los merideños ha sido el de electricidad. En la región no se ha dado una justificación oficial para explicar el por qué los habitantes pueden pasar diariamente hasta 12 horas sin el fluido eléctrico. Según la organización Promedehum, una ONG que se ha dedicado en los últimos meses a cuantificar las horas sin el servicio, denunció que durante el mes de octubre los cortes superaron las 20 horas continuas, además de contabilizar 294 apagones y constantes fluctuaciones eléctricas a diario. De acuerdo a la medición, en octubre se incrementaron en un 23 % los cortes eléctricos en el estado Mérida.
La deficiencia en este importante servicio se ve reflejada en las denuncias de la población en los medios de comunicación, donde se destacan los daños en equipos y electrodomésticos como neveras, televisores, así como pérdida de alimentos en hogares y comercios, éstos últimos por interrupción prolongada de las cadenas de frío. “Son innumerables los malestares de los ciudadanos de diferentes zonas de la entidad, donde denuncian no poder preparar los alimentos con cocina eléctrica durante los cortes, por falta, a su vez, del servicio de gas doméstico. Cuando se va la electricidad, muchas familias merideñas no pueden cocinar sus alimentos, por lo que se saltan una comida o comen a deshora”, señaló Gustavo Páez.
El tema eléctrico -explica Páez- ha llevado a que de forma espontánea y cada vez más frecuente, en las noches, se escuche el sonar de cacerolas en diferentes partes de la ciudad de Mérida y de distintos municipios del estado. “Además de protestas de calle con quemas de cauchos y basura, los merideños cada día se invaden más de sentimientos y pensamientos negativos como la rabia, angustia, frustración, irritabilidad, desesperanza, entre otros, incluso algunos caen en episodios de ansiedad y depresión”.
Gas doméstico: otro dolor de cabeza
En las últimas semanas, las protestas más fuertes han surgido de la molestia de los ciudadanos por la falta de gas doméstico. Calles y avenidas se han visto interrumpidas como señal de rechazo a la falta de este insumo. Los medios regionales y nacionales han reseñado cómo los ciudadanos se han apostado, en largas colas, a las afueras de las plantas de llenado para exigir la venta de bombonas de gas. Lo que agrava la situación son las denuncias sobre la venta en dólares de los cilindros, que resultan imposibles de comprar para las familias de escasos recursos. Residencias y urbanizaciones han manifestado tener más de tres meses sin el servicio, lo que, aunado a la falta de electricidad, agrava la situación para quienes utilizan cocinas eléctricas.
“Preocupa el uso, cada día más frecuente, de la leña como material de combustión para cocinar los alimentos. Esto, a su vez, ha llevado a la tala desmedida de árboles en zonas boscosas, sobre todo en los ámbitos rurales y en las periferias de los centros poblados; a la par, usuarios de varias empresas de gas denuncian constantemente la desaparición de cilindros y el incremento de su robo y hurtos”, señaló Gustavo Páez.
Otros servicios, otros problemas
Así como la electricidad, el combustible y el gas doméstico, otros servicios están dando problemas y mortificaciones a los merideños. Si bien no son de la magnitud de los ya nombrados, siempre representan alteraciones de la cotidianidad. El transporte público mermado por los problemas del combustible, el servicio de aseo urbano deteriorado por los problemas presentados en el vertedero Loma del Calvario ubicado en el municipio Sucre, el internet y la telefonía móvil que muestran un franco deterioro por falta de inversión y por los constantes robos de cables, y un sistema de salud cuestionado por la forma como ha enfrentado la pandemia, muestran cómo cada vez resulta más cuesta arriba contar con servicios de calidad en la región.
Para Gustavo Páez, como coordinador del OVV Mérida, las deficiencias en la cobertura y calidad de los servicios en Venezuela, tanto en los de inversión pública como privada, han sido consecuencia de un proceso acumulativo y sistemático de violencia estructural.
“Esa violencia estructural ha ocasionado la emergencia política compleja que padecen los merideños y en general los venezolanos en la actualidad, la cual se profundiza con el transcurrir de los años, situación adversa a la que no escapan todos los servicios. Mientras no se reviertan las tendencias de no recuperación, mantenimiento e inversión en materia de servicios, sobre todo de los públicos, lo que se avecina es un mayor deterioro en el funcionamiento de los mismos y un colapso inminente de éstos”. Finalizó diciendo el representante del OVV Mérida.