Al estudiar las muertes por suicidio no es común conocer el lugar preciso donde ocurrió el deceso o el lugar de residencia de la persona que atentó contra su vida, sobre todo si la escala de estudio es de detalle, es decir, a escala urbana o de ciudades. Por lo general, la información sobre esta causa de muerte se consigue desagregada a escala nacional, estadal y municipal en los anuarios estadísticos oficiales. De manera que, lograr ubicar dentro de un ámbito urbano un buen número de casos de muertes por suicidio, permitiría no solo observar los patrones espaciales de aquéllas sino además plantear estudios para identificar y comprender las posibles causas y/o factores que podrían estar interviniendo en su comportamiento diferencial en el contexto de una ciudad.
Tomando información de la base de datos de mortalidad de la Corporación de Salud del estado Mérida (Corposalud Mérida), lapso 2001-2018, la cual contiene información que no es de conocimiento público; el equipo del Observatorio Venezolano de Violencia en Mérida (OVV Mérida) logró identificar 292 casos de muertes por suicidio[1] que acontecieron en el contexto del municipio Libertador del estado Mérida, territorio donde se emplaza la ciudad de Mérida -capital de la entidad- cuya poligonal urbana concentra cerca del 98% de la población que reside en el municipio. De esa globalidad, en todos los decesos se conoció la residencia habitual del fallecido según parroquias y en 271 casos su localización por sectores, para luego, con esa información, estimar un conjunto de indicadores porcentuales y tasas.
En el cálculo específico de las tasas de muertes por suicidio[2], es necesario advertir al lector dos aspectos. El primero, es que es muy probable que sean superiores los números absolutos de suicidios que se exhiben en este escrito, insumo cuantitativo crucial en la estimación de las tasas. Esto debido a que en Mérida, y en general en Venezuela, en varias oportunidades desde el OVV Mérida hemos enfatizado que se viene dando un incremento paulatino en los registros de Muertes de Intención No Determinada (MIND)[3], categoría donde quedan “ocultos” un buen número de probables suicidios, situación que ocasiona una subestimación de los valores absolutos de esta causa de muerte (numerador de la tasa) y por ende de las tasas que se cuantifiquen. Es así como se contabilizó 588 MIND acontecidas en el municipio Libertador, durante el período analizado.
El segundo aspecto a resaltar, en referencia también al cálculo de las tasas, es que en el país no existen estimaciones y proyecciones de población actualizadas y ajustadas a los cambios demográficos experimentados por la sociedad venezolana en los últimos 7 años. En función de estas limitaciones se tuvo que recurrir a las últimas estimaciones y proyecciones hechas por el Instituto Nacional de Estadística (INE), elaboradas con base en el último censo general de población y vivienda levantado en 2011[4]. Esto lleva de nuevo a advertir al lector, que las tasas estimadas en esta investigación deben tomarse como resultados conservadores y aproximados de la realidad, ya que es muy probable que sean más elevadas puesto que mientras el numerador -las muertes por suicidio- ha aumentado, el denominador con el que se estiman ha disminuido, es decir, la población. Específicamente durante el período 2014-2018, la población de Venezuela y la de todas sus entidades federales, se ha visto afectada (descenso numérico), en primer lugar, por el flujo migratorio hacia el extranjero sucedido en todo el país y de magnitudes nunca antes vistas. En segundo, por el incremento de la mortalidad -aspecto que ha sido estudiado por diversos investigadores- y, en tercer lugar, por la continua caída de la fecundidad, descenso que ya se venía dando en el país, y en todas las entidades a diferentes ritmos, desde aproximadamente mediados de los años 60 del siglo XX.
Con la información de ubicación de los casos de muertes por suicidio, se procedió a realizar un conjunto de mapas empleando para ello el Sistema de Información Geográfica (SIG) QGis versión 3.16.10 e imágenes de satélite actuales de la plataforma Google Earth, cartografía que posteriormente sirvió de base para realizar el análisis espacial de los resultados.
Patrones de ocurrencia de muertes por suicidio [5]
El municipio Libertador del estado Mérida, es una jurisdicción que está conformada por 15 parroquias[6]: Antonio Spinetti Dini, Arias, Caracciolo Parra Pérez, Domingo Peña, El Llano, El Morro, Gonzalo Picón Febres, J.J. Osuna Rodríguez, Jacinto Plaza, Juan Rodríguez Suárez, Lasso de La Vega, Los Nevados, Mariano Picón Salas, Milla y Sagrario. No obstante, Gonzalo Picón Febres, Los Nevados y El Morro, no forman parte de la poligonal de la urbe merideña, y se ubican hacia el extremo noreste, sureste y sur del municipio, respectivamente. La primera es una parroquia periurbana, mientras que las otras dos son netamente rurales[7]. En el cuadro 1 se visualiza la importancia relativa porcentual que tiene cada parroquia dentro del total de muertes por suicidio registradas, mientras que en el mapa 1 se observa la variación espacial de este indicador en las parroquias señaladas.
Las parroquias Domingo Peña, Jacinto Plaza y Antonio Spinetti Dini son los escenarios espaciales donde más han ocurrido suicidios en el lapso estudiado (2001-2018). Estas tres áreas concentran 43,8% del total de casos conocidos (292 suicidios). La primera, es la sexta más poblada del municipio, mientras que la segunda y tercera ocupan el segundo y primer puesto, respectivamente. En general, existe una tendencia a observar una mayor ocurrencia de casos en personas residentes de las áreas más pobladas. Esto debido a que desde el punto de vista estadístico, existe un mayor número potencial de personas que, por la influencia de una gama de factores de riesgo asociados al suicidio, podrían tomar la decisión de atentar contra su vida.
Al detallar a escala de sectores de la ciudad, en el mapa 2 se muestra la distribución espacio-territorial de los 271 casos de muertes por suicidio donde se logró conocer la ubicación de residencia habitual de los individuos. Entre los sectores que muestran un mayor número de casos se encuentran: Av. 16 de Septiembre, Campo de Oro, Santa Elena, Barrio Obrero y Santa Juana (parroquia Domingo Peña); El Cambio, Chama, Chamita, Las Mesitas del Chama, San Jacinto, Urb. Carabobo y Santa Catalina (parroquia Jacinto Plaza); Pueblo Nuevo, Santo Domingo, San José de las Flores, Santa Anita, Santa Ana, Bella Vista (parroquia Antonio Spinetti Dini). Le siguen en orden de importancia: Los Curos en sus diferentes partes (baja, media y alta, parroquia J.J. Osuna Rodríguez); y La Milagrosa y Andrés Eloy Blanco (parroquia Milla).
Más del 75% de estos sectores se corresponde con poblaciones y hogares que presentan condiciones socioeconómicas “desfavorables”, donde el uso de la tierra urbana dominante es el residencial. El 39% del total de los 271 casos donde se logró precisar su ubicación, ocurrieron en diferentes lugares de estos sectores.
Hacia el otro extremo, con el menor número de casos, se encuentra la parroquia Sagrario, El Morro y Los Nevados, las menos pobladas en ese mismo orden de importancia, y las que apenas aportan el 2,7% del total de casos.
Sagrario es un área principalmente de uso comercial y de oferta de servicios de distinto tipo, y de menor uso residencial, lo que la posiciona entre una de las menos pobladas. Esto, combinado con el hecho de que en Mérida alrededor del 75% de las muertes por suicidio suceden en los sitios de residencia de las personas, podría explicar el hecho de que se ubique entre las de menor número de casos de ocurrencia registrados (valores absolutos y porcentuales de muertes por suicidio).
En relación a El Morro (menos de 2.000 habitantes) y Los Nevados (menos de 1.000 habitantes), ambas parroquias rurales, también su bajo tamaño poblacional explicaría sus cifras tan bajas. Durante 2001-2018, en cada una de estas parroquias solo acontecieron 2 casos de muertes por suicidio, respectivamente.
Desde otra perspectiva, el mapa 3 denominado Mapa de Áreas de “Calor”, el cual se derivó del mapa 2, muestra a través de una degradación que va desde colores “fríos” (azul y verde) hasta los “cálidos” (anaranjado y rojo) las áreas concéntricas o “nubes de puntos” -por criterio de proximidad- de menor y mayor ocurrencia de suicidios en la ciudad, respectivamente. Nótese que lo primero que resalta a la vista son tres epicentros en color rojo-anaranjado: Dos ubicados hacia la parroquia Domingo Peña (sectores Av. 16 de Septiembre-Campo de Oro-Barrio Obrero-Santa Elena y Santa Juana) y otro localizado hacia la Antonio Spinetti Dini (sectores El Campito-Cardenal Quintero y sus alrededores). Dentro de este resultado capta la atención que sectores de estrato socioeconómico medio como El Campito y Cardenal Quintero, aparezcan como áreas resaltantes dentro del mapa de calor, cuando la tendencia dominante inicial es a resaltar sectores de estrato socioeconómico bajo.
En segundo lugar destacan dos áreas (color anaranjado), las que se corresponden con los sectores: Urbanización Carabobo-Chama-Chamita-Las Tienditas y sus alrededores, parroquia Jacinto Plaza; y La Milagrosa-Andrés Eloy Blanco de la parroquia Milla.
En tercer y último lugar, se observa que, en la medida que la visual se aleja de los centros de mayor incidencia de suicidios, las tonalidades de color amarillo, verde y azul significan menor importancia de esta causa de muerte en términos de ocurrencia.
Tasas de muertes por suicidio
Las tasas, a diferencia de los valores absolutos y porcentuales de ocurrencia de suicidios son más independientes de los tamaños poblacionales que tengan los territorios. En el sentido que, por lo general, las áreas que poseen las tasas más elevadas no necesariamente son las que cuentan con los mayores tamaños poblacionales. Prueba de ello lo representa la parroquia Domingo Peña, que estando de sexta en cuanto a población se refiere, ocupa el primer lugar en las tasas. Otro ejemplo lo constituye El Llano, una de las que cuenta con menos población y, a pesar de ello, se ubica en el segundo puesto.
Un aspecto importante a tomar en cuenta es que cuando se estiman tasas en áreas donde el número de muertes por suicidio es relativamente bajo (menos de 20 en un año o en un período), las cuales se relacionan con tamaños poblaciones no muy numerosos (por ejemplo: menos de 10 mil habitantes); los resultados que se obtienen en algunos casos indican tasas aparentemente altas o superiores a otras áreas donde sí acontecen muchas más muertes y en donde existe un mayor tamaño poblacional. Esto no permite reflejar la verdadera realidad imperante y arroja lo que los estadísticos denominan: tasas inestables. Un ejemplo de lo anterior lo representan las tres parroquias no urbanas del municipio Libertador: El Morro, Gonzalo Picón Febres y Los Nevados con una tasa de 14,2; 12,1 y 6,2 suicidios por cada 100 mil habitantes, respectivamente.
Contrario a lo anterior, áreas donde se registren 20 o más muertes al año o en un período, donde la población sea superior a 10 mil o 20 mil habitantes, tenderán a ser estables y más confiables. En el cuadro 2 y mapa 4, se exhiben las tasas estimadas de muertes por suicidios para el lapso estudiado, solo para las parroquias urbanas que conforman la ciudad de Mérida.
A diferencia de los valores absolutos de casos y sus porcentajes cuyos valores conducen a responder las interrogantes de: ¿Cuántos casos de muertes por suicidio ocurren u ocurrieron en un año dado? ¿Dónde ocurren u ocurrieron estas muertes? y ¿Cuál es el porcentaje que representan esos casos que ocurren en un lugar?; las tasas permiten precisar con cuál frecuencia suceden los casos por cada tanto número de habitantes (en este caso 100 mil que es una constante universal). De tal manera que la parroquia Domingo Peña (con una tasa estable), que de nuevo se ubica en el primer lugar con una tasa de 12,6 suicidios por cada 100 mil habitantes, es el territorio dentro de la ciudad de Mérida donde con mayor frecuencia acontecen muertes por suicidio. Tomando en cuenta que la tasa estimada para la urbe es de 6,2 suicidios por cada 100 mil habitantes, Domingo Peña duplica esta última.
Llama la atención que la parroquia El Llano se ubique en segundo lugar, después de estar, en términos porcentuales, entre los últimos puestos y ser, además, una de las menos pobladas de la ciudad (menos de 10 mil habitantes), tal como ya se había mencionado. Esta parroquia, podría ser un ejemplo de lo indicado anteriormente con respecto a valores relativamente bajos de muertes por suicidio (14 casos) relacionados con bajos tamaños poblacionales. Resulta ser una tasa inestable que no refleja correctamente la realidad.
Con tasas más estables y confiables, al igual que en el caso de Domingo Peña, se ubican en los siguientes puestos: Jacinto Plaza, Milla y Antonio Spinetti Dini, de nuevo, parroquias donde un buen porcentaje de su población y hogares viven en condiciones socioeconómicas “desfavorables”. Entre tanto, las parroquias Caracciolo Parra Pérez, Juan Rodríguez Suárez y Mariano Picón Salas exhiben las tasas más bajas de la ciudad, áreas donde la mayoría de la población residente y de los hogares, presentan condiciones socioeconómicas “más favorables”. En estas áreas el uso de la tierra urbana dominante es el residencial.
Específicamente, la Juan Rodríguez Suárez es una parroquia con sectores donde han residido históricamente la mayoría de la población y hogares “más pudientes” de la ciudad de Mérida, los que han contado con las condiciones socioeconómicas “más favorables” de la urbe. No obstante, hay que puntualizar que las parroquias Mariano Picón Salas, Caracciolo Parra Pérez y Lasso de La Vega, también son espacios donde existen sectores que de igual modo históricamente han presentado las mismas características (solo por citar algunos ejemplos: La Lumonty, San José, Los Pinos, Belensate, varias urbanizaciones ubicadas en la Pedregosa norte, entre otros).
Por su parte J.J. Osuna Rodríguez, a pesar de contar con una tasa inestable, resulta ser un caso interesante. En esta parroquia predomina el uso residencial de la tierra donde se combinan áreas habitadas por personas de estratos socioeconómicos bajos combinadas con áreas de estratos medios y altos. El último lugar, ocupado por la parroquia Sagrario con una tasa inestable, podría deberse a lo argumentado en un párrafo precedente. La preponderancia del uso de la tierra comercial y de servicios, y no el predominio del residencial, explicaría en buena medida ese resultado.
Hasta este punto vale preguntarse: ¿Existe una fuerte correlación entre las condiciones socioeconómicas desfavorables de la población y ciertos factores de riesgo asociados al suicidio? No parece ser coincidencia que las parroquias donde se ubican los sectores más “desfavorecidos” sean aquellas que tienen, durante el lapso estudiado, la mayor ocurrencia de casos de muertes por suicidio, así como, las tasas relativamente más elevadas.
El rostro masculino preponderante
Los resultados derivados de muertes por suicidios según sexo, indican que 79,5% de las personas que atentaron contra su vida en el contexto de la ciudad de Mérida y en el municipio Libertador durante 2001-2018, eran del sexo masculino, propensión que, en términos generales, sigue el mismo patrón que se visualiza en la entidad, en Venezuela y en la mayoría de los países del mundo. Es decir, que son muchos más los hombres que se suicidan en comparación con las mujeres.
Ahora bien, al detallar en las parroquias de la ciudad, encontramos algunas diferencias. En las parroquias Domingo Peña, Jacinto Plaza, Lasso de la Vega, Milla J.J. Osuna Rodríguez y Sagrario, los hombres poseen porcentajes que oscilan entre 80 y 100%; mientras que en las parroquias Antonio Spinetti Dini, Carracciolo Parra Pérez, El Llano y Mariano Picón Salas, el porcentaje fluctúa entre 73-79%.
Solo dos parroquias exhibieron cifras poco comunes en la relación según sexos de muertes por suicidio: Arias y Mariano Picón Salas, cuyos valores de muertes por suicidio según sexo masculino oscilan entre 54 y 67%.
Reflexión final
Los resultados obtenidos de los patrones espacio-territoriales urbanos de las muertes por suicidio en la ciudad de Mérida, abren una ventana de oportunidad para tratar de estudiar a fondo los posibles factores diferenciales de riesgo asociados a esta causa de muerte en esta urbe andina -los que han conducido a muchas personas de diferentes edades a atentar contra sus vidas- orientando el énfasis hacia las parroquias y sectores que denotaron en esta investigación un mayor grado de vulnerabilidad, es decir, las parroquias Domingo Peña, Jacinto Plaza, Antonio Spinetti Dini y Milla. De igual modo, el conocimiento de aquellos factores y su incidencia diferencial en diversos sectores populosos de la ciudad, permitirá a las autoridades competentes en materia de salud pública, establecer líneas de acción con estrategias orientadas hacia esas poblaciones vulnerables frente al suicidio.
En definitiva, con estos resultados, el OVV Mérida aspira dar un aporte, por un lado, hacia la comprensión de los patrones espacio-territoriales diferenciales de la ocurrencia y frecuencia de muertes por suicidio en la ciudad de Mérida, y, por otro, contribuir con conocimiento base para el diseño y ejecución de políticas públicas en materia de prevención de esta máxima expresión de violencia autoinfligida.
Notas:
[1] Se tomaron en cuenta las muertes registradas en las categorías X60-X84 según la Clasificación Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud (CIE-10) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las que se refieren a los decesos por lesiones autoinfligidas.
[2] Una tasa es un indicador demográfico que se refiere a un cociente que relaciona una cantidad de una variable ubicada en el numerador (en este caso las muertes por suicidio) entre otra variable ubicada en el denominador (en este caso se refiere a la población total o a una subpoblación de hombres o mujeres, según un grupo de edad, etc, dependiendo del caso). Por convención internacional, el resultado de aquella relación por cociente entre esas dos variables (o división entre esas dos variables) se multiplica por un número que es una constante. En el caso particular de las tasas de muertes por suicidio se multiplica por 100 mil. Entonces, el resultado arrojado una vez que se estime la tasa, se interpreta como el número de muertes por suicidio que acontecieron en un año y territorio dado, por cada 100 mil habitantes que para ese momento (año o período) tenía ese espacio territorial para el cual se estimó el indicador. En la medida que el valor resultante sea más elevado y se aleje de cero (0), la frecuencia de las muertes por suicidio es mayor por cada 100 mil habitantes y viceversa
[3] Caracterización de la mortalidad diferencial por suicidio en el estado Mérida, Venezuela. Disponible en: https://observatoriodeviolencia.org.ve/news/caracterizacion-de-la-mortalidad-diferencial-por-suicidio-en-el-estado-merida/
[4] INE (Instituto Nacional de Estadística). 2013. “Proyecciones de población”. Disponible en: https://bit.ly/3aVvUIw
[5] Cuando se diserta sobre ocurrencia de muertes por suicidio, se hace referencia a mostrar valores absolutos de casos que acontecen y de los porcentajes que estos representan dentro de una totalidad de casos
[6] División Político Territorial de la República Bolivariana de Venezuela 2013 con fines estadísticos. Instituto Nacional de Estadística (INE), disponible en: https://bit.ly/39qKXtd
[7] Para mayor información consultar el trabajo de Amaya, C. 2013. La organización del espacio en el Área Metropolitana de Mérida. Consejo de Publicaciones de la Universidad de Los Andes (ULA), Mérida-Venezuela.
Equipo OVV Mérida