Prensa OVV Mérida
La inseguridad dentro de las instalaciones de la Universidad de Los Andes (ULA) se ha incrementado drásticamente, tanto así que las autoridades de esta casa de estudios han dedicado varios Consejos Universitarios para denunciar el acoso por parte de la delincuencia. La institución ha sido víctima de constantes robos y hurtos en las distintas dependencias, lo que ha ocasionado contratiempos en la normal actividad de la institución.
Según Gustavo Páez, Coordinador del OVV Mérida, desde finales de 2016, todo 2017 y 2018, la ULA ha sido azotada por la delincuencia. “Estamos viendo un proceso de desmantelamiento progresivo de la Universidad, en el cual prácticamente no se ha salvado alguna de sus tres sedes (Táchira, Mérida y Trujillo) y seguramente ninguna de sus facultades y otras dependencias”.
Las reseñas periodísticas muestran las denuncias que han realizado algunas autoridades universitarias sobre robos y hurtos no sólo en las distintas facultades sino en muchos centros de investigación. Prácticamente todas las facultades y dependencias han reportado actividades delictivas. Es oportuno señalar –indicó Gustavo Páez- que el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (IIAP), ubicado hacia la zona norte de la ciudad de Mérida, específicamente en el sector Santa Rosa, es una de las dependencias que más se ha visto afectada por la delincuencia. “La mayoría de estos robos y hurtos en nuestra institución han ocurrido en horas de la noche, fines de semana o en temporadas de vacaciones colectivas extensas, es decir, las de los meses de agosto y diciembre”, recalcó Gustavo Páez.
A manera de ejemplo, solo en el IIAP, entre 2017 y 2018, se han contabilizado una docena de robos y hurtos en sus instalaciones, algunos de ellos perpetrados por los victimarios con armas de fuego. “En las inmediaciones donde se ubica la empresa Lácteos Santa Rosa, los clientes se han visto afectados por robos a plena luz del día. Incluso se han presentado matanza y hurto de varias cabezas de ganado pertenecientes a la Universidad, las cuales se ubican en potreros de la mencionada dependencia, donde queda la interrogante, si el delito cometido fue por hambre o para posteriormente comercializar el producto en carnicerías”, agregó el representante del OVV Mérida.
De acuerdo a una revisión de prensa encabezada por el equipo de Mérida, se lograron cuantificar entre 2017 y 2018 unos 32 robos y hurtos ocurridos en ese período. Adicionalmente, en un sondeo rápido hecho a las autoridades de algunas dependencias, se contabilizaron unos 22 actos delictivos más, entre robos y hurtos. “Ello representa seguramente solo una pequeña muestra de todos los robos y hurtos cometidos contra las instalaciones y bienes de la Universidad, donde también es probable que un buen número de hechos delictivos no sea denunciado”, explicó Páez.
A mediados del mes de noviembre, un hecho impactó a la comunidad ulandina cuando sujetos armados entraron a la Facultad de Humanidades, específicamente a la Escuela de Medios Audiovisuales e hirieron de gravedad a un vigilante y procedieron a robar 19 computadoras, con lo que desmantelaron el área de producción de esta dependencia. Todo parece indicar, y así lo han dejado ver las denuncias realizadas por autoridades de la ULA, que existen grupos delincuenciales que operan dentro de la universidad. Cantidades de llamados se han realizado desde el Consejo Universitario para que las autoridades gubernamentales atiendan la situación de inseguridad presente en el campus universitario.
Finalmente, el coordinador del OVV Mérida recalcó que en la consumación de esos delitos los delincuentes han sustraído, entre otros equipos, cantidades de metros de fibra óptica, computadoras de oficina, laptops, equipos de jardinería, diversidad de materiales de oficina, partes de vehículos (incluso se han llevado vehículos completos), fluorescentes, bombillos, tuberías y cables de electricidad.
Todo esto sin ahondar en la cantidad de robos (con armas de fuego y armas blancas) que se ejecutan a diario en los alrededores de las distintas facultades y dentro de las mismas en salones, pasillos, áreas verdes y estacionamientos. “La Universidad de Los Andes viene padeciendo un proceso de desmantelamiento progresivo en sus diversas instalaciones que, además del factor negativo de asfixia presupuestaria y migración masiva de sus profesores y personal administrativo, técnico y obrero, la está conduciendo inexorablemente a corto o mediano plazo a un cierre técnico”, concluyó el profesor Gustavo Páez.