El Nuevo Herald
Antonio María Delgado
El régimen de Nicolás Maduro ha recurrido al uso de grupos paramilitares -muchas veces conformados por guerrilleros urbanos y delincuentes– para reprimir las manifestaciones de protesta emprendidas en su contra, en parte debido a la negativa de agentes del orden público de cumplir con las órdenes de redoblar la violencia contra los civiles, afirmaron analistas y personas familiarizadas con la situación.
“Ha transcendido que algunos oficiales se están negando a actuar de esa manera”, señaló Roberto Briceño León, director del Observatorio Venezolano de la Violencia.
“Y son ellos [los paramilitares] los que se están encargando del trabajo sucio. Llevan ya algún tiempo cumpliendo con esa función. Son gente que cree en las armas, que cree en la lucha armada”, agregó Briceño desde Caracas.
El uso de los paramilitares está generando el temor de que el país caiga en una espiral de violencia.
“Lo que puede ocurrir en choques armados entre compatriotas, al pretender desmovilizar a los ciudadanos mediante el terror, es que se estén sembrando, con pasmosa irresponsabilidad, las semillas de la guerra civil”, alertó Ramón Guillermo Aveledo, secretario ejecutivo de la Mesa de Unidad Democrática (MUD).
“[Hay que] detener la escalada de insensatez antes de que sea demasiado tarde […] Si se le ocurre al gobierno que pisando el acelerador de la intolerancia y la violencia es como va a controlar la situación, hay que advertirle de que la puerta que están abriendo es a la agudización, extensión y profundización de la crisis”, sostuvo.
La crisis se ha estado profundizando aceleradamente desde que comenzó hace un mes.
Desde un inicio, Maduro procedió a utilizar una fuerza excesiva para contener las manifestaciones, con acciones que han dejando hasta el momento un saldo de 21 muertos, más de 260 heridos y más de mil detenidos, incluyendo al líder opositor Leopoldo López.
Pero fue esta semana cuando Maduro y el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, declararon que la punta de lanza de la represión ahora pasaba a ser conformadas por las bandas armadas del chavismo.
“Candelita que se prenda, candelita que se apaga” declaró Maduro, ordenando la activación de lo que llamó “las unidades de batalla Bolívar-Chávez” para hacerles frente a los manifestantes.
Para el analista Esteban Gerbasi, familiarizado con temas de seguridad en el país petrolero, esa declaración suena preocupantes campanadas de alarma para la sociedad venezolana.
“El llamado que hizo Maduro es la mejor demostración de que Venezuela está sometida al terrorismo de Estado”, comentó Gerbasi en Miami.
“Lo que vimos es gravisimo. Vimos al presidente de la República y el presidente de la Asamblea [Diosadado Cabello] a llamar a grupos paramilitares ilegales a tomar primero la seguridad por sus manos y segundo los llamaron a que agredieran a los civiles que estaban protestando”, enfatizó.
Maduro está soltando sobre una población desarmada las hordas de estas agrupaciones acostumbradas al uso de la violencia, y esa es la razón por las que abundan en las redes sociales evidencia de crímenes de lesa humanidad cometidas contra los manifestantes, dijo el asesor político.
Briceño explicó que el uso de estas agrupaciones para reprimir a las manifestaciones es una invitación abierta a la violencia.
Para empezar, se trata de jóvenes revolucionarios y en algunos casos de delincuentes que están dispuestos a derramar sangre, a diferencia de lo que podría ser la actuación de un agente del orden que en teoría está adiestrado para administrar el uso de la violencia.
El funcionario, además, está en obligación de seguir un reglamento y podría ser sancionado si los incumple o si comete algún exceso.
“Pero ese no es el caso de los grupos paramilitares, quienes muchas veces se desplazan en motos fuertemente armados y con sus rostros cubiertos”, explicó Briceño.
Bajo la retórica del chavismo, los integrantes de los colectivos son representantes de la Revolución Bolivariana encargados de realizar labores de activismo en los barrios.
Pero ése no es el papel que tradicionalmente ha jugado.
Personifican, más bien, la Espada de Damocles que cuelga sobre la civilidad de la política venezolana, dijo Natalia Brandler, directora del Groupe d’Études sur l’Amérique Latine (GEPAL), quien ha estado estudiando el fenómeno.
Son la amenaza latente de que la revolución socialista emprendida por el fallecido presidente Hugo Chávez cuenta con armas para su defensa que no están necesariamente en manos de sus soldados y policías, agregó desde París.
Patricia Andrade, presidente de la ONG Venezuela Awareness Foundation (VAF), expresó alarma por la manera en que integrantes de los colectivos están siendo empleados para reprimir y perseguir a los manifestantes.
“Esto es gravísimo. Ya no estamos hablando de los abusos de las Fuerzas Armadas, sino que estamos hablando de los abusos de integrantes de los colectivos, que en el fondo se trata de guerrilleros protegidos por el régimen”, señaló Andrade en Miami.
“Lo que estamos viendo es algo muy preocupante. Estamos viendo lo que en esencia son delincuentes y viejos integrantes de la guerrilla urbana colaborando con la Guardia Nacional para reprimir salvajemente las manifestaciones”, dijo.
El jueves, por ejemplo, los colectivos participaron en los eventos que dejaron dos muertos en la urbanización de Los Ruices en Caracas.
Según videos, fotografías y testimonios publicados en las redes sociales después de las protestas, los colectivos dieron golpes y utilizaron armas de fuego durante el enfrentamiento con los manifestantes.
En al menos una ocasión, los colectivos detuvieron a uno de los manifestantes, en lo que en realidad constituye un secuestro dado a que los grupos paramilitares no existen bajo la ley.
“El jueves, uno de los integrantes de los colectivos detuvo a golpes un manifestante, lo llevaban a golpes, casi ahorcado y era golpeado repetidas veces con un casco”, dijo Andrade.
“Están actuando con total impunidad, y sus acciones son financiadas, protegidas y armadas por el gobierno”, sostuvo.