La cara de la violencia en un estado fronterizo como lo es el Estado Táchira requiere fotografías de alta resolución que permitan describir cuán nítido es el fenómeno. Registrar lo que verdaderamente ocurre allí, es todo un reto estadístico.

La población tachirense experimenta en su diario vivir una realidad territorial significativamente distinta a los demás Estados del país, debido a su adyacencia con el Norte de Santander en la República de Colombia.

Históricamente esta cercanía ha sido el aliciente para múltiples intercambios de todo tipo, que tradicionalmente era aprovechada por locales tanto del Norte de Santander como del Estado Andino.

Más recientemente, sin embargo, las dinámicas demográficas reflejan que existe un vastísimo flujo migratorio en Venezuela desde los Estados del centro del país hacia los principales municipios fronterizos Bolívar y Pedro María Ureña en el Estado Táchira, que ha hecho ahora de la frontera un espacio compartido entre tachirenses y centrales.

Estudios recientes, refieren que estos flujos migratorios se componen de sectores muy empobrecidos y familias en condiciones muy precarias, quienes, por estas mismas circunstancias encuentran muchas dificultades para insertarse en mercados laborales legítimos, por lo que   terminan mezclándose en toda clase de actividades ilegítimas e irregulares, típicas de la frontera, y es en esa dinámica que se observa que los diferentes pasos binacionales intercambian mucho más que mercancías.

A diario se observa, se oye y se comenta en las trochas binacionales sobre hallazgos de cadáveres, desapariciones, enfrentamientos, detenciones, secuestros y demás eventos sin duda violentos, pero invisibilizados estadísticamente debido a las dificultades propias de los temas fronterizos, la gran mayoría de estos eventos, sin embargo, con un denominador común, y es que gran porcentaje de las víctimas son ciudadanos venezolanos y la mayoría de ellos no oriundos del Táchira sino de otros Estados del país.

Con base en la revisión de prensa en este primer semestre del 2022, el Observatorio Venezolano de Violencia en Táchira (OVV Táchira) ha detectado una gran incidencia de sucesos en los que ciudadanos venezolanos están siendo victimizados de diferentes formas en los pasos binacionales, y que de alguna manera está generando un subregistro de delitos al no encajar plenamente en las variables de medición que usualmente se manejan para las estadísticas en un territorio o área geográfica.

Andreina Galue Pabón, nativa del estado Carabobo, contrabandista; Enyerbeth José Bracho Ochoa, proveniente del estado Zulia, contrabandista; Víctor Roniel Gamarra, nativo de Valle de la Pascua en el estado Guárico, de oficio desconocido, Ángelo José Peña, contrabandista; Luis Eduardo Miranda Suárez, contrabandista, han sido todos victimizados bajo el mismo modus operandi.

En todos estos casos familiares y conocidos  relataron que  las víctimas fueron sacadas de sus viviendas en los municipios Bolívar y Pedro María Ureña  donde residían, por varios sujetos armados, quienes bajo coacción los llevaron por la fuerza, y hasta aquí, en suelo venezolano solo se está registrando un secuestro.

La dificultad “fronteriza” que genera el subregistro viene dada por el hecho de que los cadáveres de estos mismos sujetos son hallados poco después, pero en territorio colombiano, muchas veces, justo en el límite de los dos países.  ¿Quién registra estas muertes entonces? Técnicamente son homicidios que pasan a engrosar las estadísticas de Colombia, pero la realidad detrás de esto es un fenómeno compartido entre las dos naciones hermanas.

En algunos de estos casos, las evidencias de interés criminalístico asoman que el homicidio se cometió en suelo venezolano, arrastrándose el cadáver hasta el lado colombiano; en otros, asoman que el homicidio se ejecutó en suelo colombiano. En todos los casos, y conforme lo reseñan distintos medios de prensa regionales en Táchira y Norte de Santander, se presume que estos delitos los está cometiendo el ELN, es decir, que se atribuye estos delitos a los grupos armados irregulares, que, en principio, son actores colombianos.

No obstante, en relación con estos homicidios, Noti Cúcuta reseñó:

…un grupo de uniformados de la Policía Metropolitana de Cúcuta, el Ejército, el CTI de la Fiscalía, acompañados por Migración Colombia y la Defensoría del Pueblo, recorrieron las trochas ubicadas en Boconó, y en Villa del Rosario, entre estas, La Ramona. “Recorrimos estos lugares y se hizo una intervención. Se evidenció la hipótesis que tenemos desde que empezaron a ocurrir estos hechos en la Frontera, de que del lado venezolano el Eln tiene alianzas con las autoridades, y además, acordaron no dejar muertos en el país vecino, por eso traen a las víctimas hasta acá, y las hacen visibles”, dijo una fuente judicial…
… “Acá ya se volvió normal que traigan a las personas del otro lado (Venezuela) y las maten a este lado. Ya uno sabe quiénes y cómo hacen eso”, dijo un habitante de esta zona de Villa del Rosario, mientras observaba el procedimiento de inspección  y levantamiento que estuvo a cargo de la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho)…[1]

Tenemos entonces varios muertos venezolanos invisibles para Venezuela, pero visibles para Colombia. Respecto a los actores y victimarios de estos homicidios, aunque se les atribuye a los grupos armados irregulares que otrora eran colombianos, hay suficiente evidencia de que, en la actualidad se han dado una serie de alianzas con bandas de origen venezolano, particularmente la organización criminal El Tren de Aragua, que se instaló en Villa del Rosario desde hace unos años; conformando así organizaciones mixtas orientadas al control de las rentas ilegales y los pasos irregulares que comunican a ambos países.

Dentro de los muertos se cuentan asimismo otros tantos cadáveres de personas que no solo no son identificadas, sino que incluso, no son ni tan siquiera reclamados, pero eso sí, se presume que son venezolanos y miembros del Tren de Aragua.

Algunas de estas víctimas “sin identificar” han muerto baleados en las trochas, como los 3 cadáveres hallados el 26 de enero en la trocha La Isla, que comunica a El Escobal, en Colombia, con Ureña, en Venezuela, y como el hombre hallado el 06 de abril, justo a la mitad de la trocha Los Mangos, que comunica a La Parada con San Antonio del Táchira, en el municipio fronterizo de Bolívar.

Otras víctimas sin identificar, han muerto en enfrentamientos con organismos de seguridad venezolanos, como los dos jóvenes, quizá provenientes del centro del país y supuestos integrantes de la banda criminal el Tren de Aragua, que murieron el 25 de marzo, en la calle principal del barrio Santa Rosa de Lima, adyacente a la trocha Tío Tío, de El Palotal, territorio venezolano.

Sobre los precedentes del presunto enfrentamiento, el gobernador del Táchira, Freddy Bernal, dijo que ocurrió cuando los ahora fallecidos participaron en una situación violenta, en el lado colombiano, y luego huyeron para refugiarse en suelo venezolano, donde se toparon con una comisión de funcionarios de la Dirección Contrainteligencia Organizada –Dcdo- extintas FAES), de la Policía Nacional Bolivariana…
… Sobre las víctimas, solo se conoció que tenían entre 22 y 25 años de edad, y la presunción de que pudieran ser oriundas del algún estado del centro o capital de país, deriva en que, de ser cierto que pertenecían al Tren de Aragua, esta banda se ha dedicado a reclutar o captar para sus filas a algunos  jóvenes migrantes internos que, ante la imposibilidad económica de seguir a otros países, se quedan en la frontera de Táchira con Villa del Rosario, trabajando en lo que les ofrezcan, legal o ilegal.[2]

Asimismo, otros dos sujetos también presuntos miembros del Tren de Aragua, fueron abatidos el 08 de abril durante un enfrentamiento con efectivos de la Dirección Contra la Delincuencia Organizada y Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (CICPC) en la trocha Centeno, en San Antonio, municipio Bolívar, cuando ambos hombres intentaron ingresar al país desde el municipio Villa del Rosario, en el departamento de Norte de Santander.

Estas muertes, aunque sí se registraron en territorio venezolano, no ofrecieron mayor detalle sobre las víctimas, y he ahí otra de las características de los crímenes en Frontera que opaca la calidad de la imagen.

Pero no solo los cadáveres de venezolanos hallados en territorio colombiano, y los cadáveres sin identificar hallados en territorio venezolano está generando un subregistro, también las desapariciones lo hacen, y es que cada vez son más las denuncias acerca de jóvenes hombres y mujeres venezolanos que desaparecen en tramos binacionales.

En estos casos no existe evidencia de que se les haya tomado por la fuerza, pero según las versiones de los familiares, muchos de ellos se trasladaron hasta el vecino país con intención de hacer alguna diligencia y volver a territorio venezolano, y desde entonces se cuentan meses sin tener rastros ni noticias de estas personas desaparecidas. Para avivar sospechas, algunos relatan que mantuvieron contacto telefónico con sus seres queridos hasta que entraron en la trocha y allí perdieron rastro.

¿Desaparecieron en Venezuela o desaparecieron en Colombia?… ¿Existe algún hecho violento tras estas desapariciones?

No sabemos, pero lo que si es cierto es que son ciudadanos venezolanos.

Jhaylander Raúl Arévalo Reyes, de 22 años de edad,  salió de su casa en La Fría, municipio García de Hevia del estado Táchira, el pasado 01 de abril, y de quien hasta la fecha no se tiene rastro. Según datos aportados por sus familiares, el joven viajó a Cúcuta por la trocha de Guaramito en Ayacucho y aunque llegó a su destino e hizo las diligencias previstas, desapareció en su viaje de retorno. 

Jhoiner Moisés Blanco Rivas, es otro caso. Salió de su residencia en San Antonio del Táchira el pasado 6 de abril y a la fecha nadie sabe de su paradero. Ana María López, de 23 años, residía en Zorca y trabajaba en Cúcuta, desapareció en febrero sin dejar rastro, salió a trabajar, pero nunca llegó a su destino.

Roximar Patricia Daboin Durán, de 19 años, oriunda del estado Trujillo, desapareció el 31 de mayo en la trocha Agua Clara, ubicada entre Colombia y Venezuela, cuando retornaba al país para renovar su pasaporte.

Estas y otras desapariciones se han registrado igualmente en otros municipios del Estado, y según el último informe de la curva de la violencia de FundaRedes, el Táchira encabeza la lista de estados fronterizos con mayor número de desapariciones. 

Por otra parte, la realidad se pixela también en otros delitos de la imagen fronteriza, como el hecho ocurrido en marzo, donde varios sujetos armados luego de dar muerte a un policía colombiano en Villa del Rosario Cúcuta, le robaron su camioneta asignada Toyota TXL y emprendieron huida hacia Venezuela por los pasos ilegales, específicamente por la trocha La Toscana, hacia el sector Boconó que conduce a Tienditas, Ureña, y en menos de 5 minutos, pasaron de un país a otro.

De acuerdo a autoridades del vecino país, reseñado por la prensa colombiana y también por el Diario La Nación en Táchira, el hurto de vehículos de alta gama va en aumento en la zona de frontera, contabilizándose 6 camionetas, las que han sido robadas con este mismo modus operandi, en lo que va de año, en esa zona. “Las pasan a Venezuela y allí se movilizan libremente, en poblaciones como San Antonio del Táchira y Ureña”[3], añadió en este particular Noticias Caracol.

Un “maletero” venezolano de 20 años que resultó herido en ambas piernas, luego de que un sujeto le disparara mientras transitaba por la trocha Las Pampas en La Parada, Villa del Rosario, en febrero; un presunto jefe guerrillero muerto también en febrero tras choque en vía a San Antonio, que luego se determinó que murió no a causa de la colisión sino de una bala en su cuello, propinada presuntamente en una trocha fronteriza; un hombre, nativo del estado Trujillo, que fue asesinado a cuchillazos el 19 de marzo en la población fronteriza de San Antonio del Táchira, municipio Bolívar, sin testigos; un panadero de 50 años, oriundo de Miranda y residenciado en Ureña, que se ahorcó; y el asesinato de un empresario fronterizo a mediados de marzo en Aguas Calientes, Municipio Pedro María Ureña, así como una violación e intento de homicidio de una mujer a finales de marzo en una trocha, entre  La Parada  y San Antonio del Táchira, municipio Bolívar, nos dan cuenta de que la frontera da de qué hablar y de que los delitos y las víctimas en estos territorios se desdibujan en las delgadas líneas medianeras con Colombia.

Equipo del OVV Táchira


Notas:

[1] La frontera sigue a merced del terror y las balas del ELN. Dos hombres fueron asesinados en Juan Frío (Villa del Rosario), saliendo de la trocha La Ramona. La Opinión, 22 de abril de 2022. Disponible en: https://m.facebook.com/noticucuta/photos/a.995632380453116/5831150746901231/

[2] Sin identificar los 2 hombres muertos en tiroteo en San Antonio. La Nación Web. 02 de abril de 2022. Disponible en: https://lanacionweb.com/sucesos/sin-identificar-los-2-hombres-muertos-en-tiroteo-en-san-antonio/

[3] Camioneta por la que asesinaron a un policía habría sido trasladada por una trocha al Táchira. La Nación Web. 18 de marzo de 2022. Disponible en: https://lanacionweb.com/sucesos/camioneta-por-la-que-asesinaron-a-un-policia-habria-sido-trasladada-por-una-trocha-al-tachira/