Prensa OVV
El libro postula que la destrucción de la institucionalidad formal, es la principal explicación del auge de la violencia que ha remecido el país en las últimas décadas. El rector de la UCV, Víctor Rago, durante la presentación de la obra, esbozó las ventajas de la investigación plasmada en la publicación.
Recientemente fue bautizado en Caracas, el último libro del sociólogo Roberto Briceño-León, director del Laboratorio de Ciencias Sociales (LACSO) y del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV). En la actividad, desarrollada en la librería El Buscón, participaron el rector de la Universidad Central de Venezuela, Víctor Rago, como presentador de la obra y la periodista Olgalinda Pimentel, en el rol de moderadora.
Gramática social de la Violencia, que aparece bajo la rúbrica de la editorial Alfa, desafía las teorías dominantes en las ciencias sociales, que han situado la desigualdad y la pobreza como algunas de las explicaciones que subyacen tras los fenómenos de la violencia y el delito.
Al presentar el libro, el rector de la Universidad Central de Venezuela (UCV) Víctor Rago, señaló que el sentido común dice que la pobreza genera pobreza y que la pobreza genera violencia, y no es exactamente así. “Roberto nos demuestra de una manera incontrovertible, mediante la comparación entre Colombia, Brasil y Venezuela, que lo que ocurre es todo lo contrario. Es decir, pobreza, desempleo, desigualdad y otros males, no son los causantes directos de la violencia y que la relación entre esos fenómenos, entre esas variables y la violencia, es mucho más indirecta de lo que podría pensarse”.
En su intervención, el profesor Briceño-León explicó el uso de la palabra gramática, designa aquello que es correcto e incorrecto dentro de la sociedad, en una forma análoga, a lo que suele entenderse como moral. Aseguró que en Venezuela los grupos criminales, sobre todo en las zonas fronterizas y los barrios urbanos, implementan su propia gramática alejada de las normas y leyes del resto sociedad.
De acuerdo al autor, Gramática social de la violencia, es un intento de trascender datos y cifras, ofrece una conceptualización de la violencia y el delito, no desde las condiciones materiales de la población, sino desde la destrucción de la institucionalidad formal y su reemplazo por la institucionalidad informal. Una tesis que surge a partir de observar cómo en períodos recientes de la historia del país aumentaba la calidad de vida, pero la violencia y el delito no disminuían; y en sentido inverso, cuando la calidad de vida mermaba, la violencia y el delito también lo hacían de la mano de una reducción en las oportunidades del crimen.
La exposición de Briceño-León situó el estallido social del Caracazo y las intentonas golpistas de principios de los años 90 como puntos de inflexión en la vida pública venezolana, a partir de los cuales se disparó la tasa de muertes violentas y se rompió el pacto social. Esa ruptura del pacto social, acompañada de un discurso de Gobierno que muchas veces sirve de apología al delincuente, ha sido, según el sociólogo, muy perjudicial.
Por último, en su intervención, precisó que la importancia del estudio radica en la necesidad que tiene la ciudadanía de crear una nueva gramática social. Una gramática que demuestre ser preferible a la que se aplica mediante las armas y que, en lugar de fomentar la violencia, fomente una mayor libertad y democracia.
Gramática social de la violencia cuenta con cuatro capítulos. Previamente, el lector encuentra una introducción donde el autor explica teóricamente el significado de la gramática social de la violencia. La concibe como esas normas y reglas por las que se rigen las personas en un determinado contexto. Las normas indican lo que se puede, se debe y no se debe hacer, mientras que las reglas se fundan en las mismas pautas normativas, pero establecen sanciones para quienes incumplan con lo que se debe hacer o infrinjan la prohibición de no hacer. “Las normas son sociales, pues requieren el consenso del grupo social para establecer la ambición de lo que se debe hacer, y su efecto es individual y privado, ya que no hay intervención de terceros. Las reglas son formales y colectivas y se caracterizan por definir y explicitar las sanciones que deben aplicarse ante el no cumplimiento de lo que se debe hacer o al hacer lo prohibido las personas orientar su acción en un determinado contexto”, se lee en la introducción.