Prensa OVV Sucre
“(…) Un amigo me pasó una fotografía de la Biblioteca Central de la universidad quemada. ¿De qué estamos hablando? Del incendio de la mismísima educación. Se quemó la educación… Una representación absoluta de una masacre a nuestra identidad. Yo, desde este rinconcito de Caracas, me sentí humillada. Lo sentí personal y de hecho lo es… No quiero aceptar la idea de que esto se nos olvide porque, como estudiante egresada, me cansé de que todo se nos olvida (…)”.
Así describió Sara Azócar, egresada del núcleo de Sucre de la Universidad de Oriente (UDO), el incendio de la Biblioteca Central, a través de una carta abierta a las autoridades rectorales publicada en su cuenta en Facebook, para promover una discusión seria sobre el ataque sistemático que ha sufrido la casa más alta del oriente venezolano no solo en Cumaná, sino en sus cinco núcleos.
El suceso registrado el 31 de mayo se extendió hasta el día siguiente, cuando funcionarios del cuerpo de Bomberos Cumaná pudieron sofocar las llamas, pues no lograron entrar antes debido a la inseguridad del recinto universitario.
Según el informe oficial del cuerpo de Bomberos Cumaná, el incendio fue provocado por manos inescrupulosas, y es que, ya con anterioridad, se había denunciado que los maleantes utilizaban los libros como antorchas, tal como lo escribió el profesor Rubí Guerra para la revista Cinco8, en el reportaje titulado: “La destrucción sistemática de la Universidad de Oriente”, publicado el 4 de octubre de 2019.
El incendio de la biblioteca fue considerado casi un ataque a lo sagrado de una sociedad que ya ha sido golpeada en reiteradas ocasiones, por los constantes robos y daños causados a las distintas universidades públicas y planteles educativos del país.
“Sin duda, para toda la colectividad universitaria, para la comunidad intra y extra universitaria, ha sido muy doloroso este acto de barbarie -por darle un calificativo-; fue para nosotros un hecho muy lamentable, pues allí se resguardaba y se prestaba el servicio para muchísimas necesidades, no solo para el área científica sino cultural, para todas las investigaciones que requerían nuestras escuelas que tenían sede en este núcleo y para los postgrados, porque también reposan documentos importantes”, indicó Elizabeth Hernández, directora de cultura y extensión de la UDO.
Hernández lamentó la pérdida de trabajos de ascenso, pregrado, postgrado e, incluso, trabajos de investigación.
“Había una colección muy importante de libros antiguos, las publicaciones de los inicios de la UDO, las revistas de Cultura Oriente y muchas otras publicaciones de interés colectivo como la hemeroteca de tantos impresos como El Nacional y El Universal, a los que la universidad tenía suscripción y a través de la imprenta universitaria, que también estaba en el núcleo de Sucre y fue destruida en manos del hampa y de toda esta gente que no tiene conciencia de lo que ha hecho”, aseveró.
Reacción positiva
Sin embargo, Hernández reconoció que el impacto generado por el incendio trajo repercusiones positivas.
“Mucha gente llamó, se conectó, envió mensajes y correos para sumar voluntades y recuperar la biblioteca porque disponen de los libros de consulta e investigación para donárselos a la universidad y ha sido para nosotros, por un lado, un aliciente, porque la gente de inmediato respondió ante este desastre, ante esa calamidad y es que a los ojos del mundo, ver libros, ver colecciones, ver el testimonio y la documentación de investigadores y de libros que no se conseguían en otro lugar, verlos perdidos en una hoguera es muy triste”, añadió.
En diversas instancias se desarrolla una campaña de donación de libros para las distintas escuelas de la UDO Sucre, tras la publicación de requerimientos por parte del Consejo Universitario, el pasado 8 de junio.
Las personas e instituciones que deseen realizar su donativo pueden acudir, de acuerdo a los horarios disponibles en cada entidad debido a la cuarentena, a los núcleos de la UDO ubicados en Monagas, Anzoátegui, Nueva Esparta, Bolívar y, en el caso de Sucre, a la Casa del poeta José Antonio Ramos Sucre, ubicada en la calle Sucre de Cumaná; mientras en Caracas pueden acercarse hasta la unidad de enlace ubicada en la Avenida San Juan Bosco, Quinta Marvy Judith, entre 6ta y 7ma transversal de Altamira, estado Miranda, diagonal a la clínica Ávila.
Lamentablemente, los ataques a la UDO no cesaron tras el incendio de la Biblioteca Central, y mientras voluntarios procuran, semanalmente, rescatar los libros y el material académico que queda en distintos espacios, la delincuencia ha cargado con los techos de la sede del cuerpo de Bomberos UDO en Cumaná y el latón de los autobuses que permanecían parados con la esperanza de lograr su reparación.
Igualmente, en menos de 10 días, la delincuencia arremetió dos veces contra la sede del Instituto de Biomedicina IIBCA-UDO, ubicado en Cerro del Medio en el núcleo de Sucre. Incluso, el 10 de junio se conoció que seis vigilantes fueron amarrados y golpeados. Mientras el 21 de junio, los delincuentes cargaron con cables y aires acondicionados, rompieron instrumentos y dañaron laboratorios.
La historia se ha repetido en los otros núcleos de la UDO, frente a la indiferencia gubernamental.
En el caso del estado Sucre, el 11 de junio el gobernador, Edwin Rojas, desconoció las constantes solicitudes de las autoridades universitarias y la dirigencia estudiantil para que fuera garantizada la seguridad de las instalaciones y de la propia comunidad universitaria, y ordenó una investigación del Ministerio Público a las autoridades rectorales.
Sin embargo, antes y durante la cuarentena en el estado Sucre, no solo la UDO ha sido atacada sistemáticamente; también otras casas de estudios, planteles educativos del sector público y privado han sido vandalizados, así como instalaciones religiosas y casas de familia.
Violencia y problemas sociales
Precisamente durante la cuarentena extendida, la violencia se ha enlazado con los problemas sociales de los sucrenses.
A diario se registran manifestaciones comunitarias para exigir suministro de gas doméstico en la entidad. Durante una manifestación en el sector La Llanada de Cumaná (que colinda con la UDO Sucre), la población afectada aseguraba que, anteriormente, podrían entrar a la universidad para cortar leña, pero en plena cuarentena los han sacado “a tiros”, pues esta cercanía con la comunidad ha traído graves consecuencias para la casa más alta en la pérdida de patrimonio.
“Denunciamos que grupos de personas de sectores como La Llanada en Cumaná, desde hace días, extraen objetos pertenecientes a la UDO Sucre”, indicó el dirigente estudiantil Jesús Malavé.
Sin gasolina
Por otra parte, durante la cuarentena el aumento del precio de la gasolina, lejos de generar soluciones a la sociedad, ha significado mayores dificultades porque no cesaron las largas filas en las estaciones de servicio para surtir combustible a precio subsidiado; incluso, los usuarios pasaron más de 48 horas en cola para equipar sus vehículos, hasta que el 28 de junio, debido al repunte de casos de Coronavirus, las autoridades estadales prohibieran amanecer en las filas.
Fue noticia el caso de un hombre que falleció dos días después de recibir varios disparos, por parte de una persona a la que robó cuando se encontraba en una fila para equipar combustible.
El suceso ocurrió el 17 de junio, alrededor de las 7:00 am, en la Avenida Gran Mariscal de Cumaná, cuando un sujeto a bordo de una moto atracó a varias personas que estaban en la fila, los despojó de sus pertenencias, pero antes de irse, una de las víctimas le disparó.
Aunque la persona herida fue trasladada a la emergencia del Hospital Universitario Antonio Patricio de Alcalá (Huapa) para su atención, murió dos días después de su ingreso a la emergencia, mientras su acompañante, al parecer, fue detenido por la policía estadal, cuya sede se encuentra a pocos metros del lugar donde ocurrió el suceso.
Piratas de mar van por el combustible
El transporte marítimo sigue afectado por la piratería que ahora también roba el combustible.
El 19 de junio, a las 6:00 am, fue atracada una embarcación en altamar, cuando se desplazaba desde la población de Manicuare, municipio Cruz Salmerón Acosta, hacia Cumaná. Seis sujetos armados despojaron a los pasajeros de sus pertenencias e, incluso, cargaron con la gasolina del bote y dejaron a la tripulación a la deriva hasta que otra lancha los auxilió.
En Araya, municipio Cruz Salmerón Acosta, en dos oportunidades –el 4 y 18 de junio-, los pescadores cargaron las lanchas hasta la estación de servicio del pueblo, para exigir suministro de gasolina y exhortaron a las autoridades competentes a garantizar el servicio de agua potable, realizar mantenimiento del sistema de drenaje, así como la entrega de alimentos a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).
En el estado Sucre, tampoco han cesado los casos de letalidad policial.
El 21 de junio, una familia fue atacada en la carretera por uniformados con armas largas, que se encontraban en una presunta alcabala de la Guardia Nacional (GN), cuando transitaban por el sector Yoco del municipio Valdez, que en ese momento se encontraba sin electricidad.
La pareja y tres niños, retornaba a su casa en la población de Soro, tras celebrar el Día del Padre en la ciudad de Güiria.Un niño de 11 años fue herido en el estómago y su padre, de 44 años, en el brazo. Ambos fueron trasladados al Hospital Santos Aníbal Dominicci de Carúpano, donde un médico aseguró que están fuera de peligro. Fuentes oficiales indicaron que en Yoco se había registrado una balacera entre bandas rivales y la población permaneció sin electricidad hasta el día siguiente; así lo reseñó el portal de noticias El Pitazo.
Durante el mes de mayo, la violencia policial estuvo presente en 64,7% de los delitos registrados en el estado Sucre, de acuerdo al monitoreo de prensa que realiza el Observatorio Venezolano de Violencia en Sucre (OVV Sucre), y son los funcionarios de seguridad quienes cometen 58,8% de los delitos más graves.
“En 23,5% de los casos de violencia registrados en mayo, estuvieron involucrados policías estadales o municipales”, indicó el coordinador del OVV Sucre, Jesús Subero.
Pérdida de talento
Otros sucesos han conmocionado a la opinión pública sucrense. El 10 de junio fue hallado el cuerpo desmembrado del ciudadano Rosendo Luis Acosta Ortiz, de 65 años, en una casa ubicada en la calle Sucre del Centro histórico de Cumaná. El cadáver fue encontrado en una nevera de la vivienda.
El Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) inició las averiguaciones y fue detenido el ciudadano Eliezer José Villalba Velásquez, de 20 años, quien ayudó a ocultar el cadáver; mientras que Caleb Virginio Cedeño Aguilera, de 28 años, residente de la vivienda donde fueron encontrados los restos, y Luis Ramón Martínez, de 37 años, autor material del crimen, se fugaron.
De acuerdo al informe del CICPC base Cumaná, la víctima fue abordada por un extrabajador por viejos problemas laborales, quien lo asesinó de un golpe en la región cefálica con un objeto contundente, y posteriormente solicitó apoyo a dos hombres para trasladar el cadáver hasta la vivienda, donde fue desmembrado e introducido en un refrigerador.
El occiso era maestro de música jubilado y técnico electricista.En la vivienda donde fue hallado el cadáver, vivió el artista plástico sucrense Genaro Coa y se encuentra en proceso de litigio. Instituciones como la Asociación Musical del estado Sucre (AMES), lamentaron el hecho y exigieron a las autoridades que se haga justicia.