El Universal
Omarela de Pablos
Alexa Vielma
Caracas.- Además del estrés, el deterioro y el ajetreo, la violencia también está presente en el transporte público, casi a diario se escuchan testimonios de lo que sucede dentro de una unidad.
“Ese día iba muy apurada, apenas llegué a La Yaguara pude agarrar el bus y cuando me monté, arrancó” dijo Claret Gallardo, habitante del kilómetro 8 de El Junquito. Ese día eran las dos de la tarde y a esa hora no es común ver a tantas personas. Parecía que iba a llegar más rápido de lo esperado hasta que en el kilómetro 6, se levantaron cuatro muchachos de mal aspecto. Dos de ellos tenían pistolas, uno apuntaba al chofer y le gritaba que se metiera por la vía de Lomas de Paya en el kilómetro 7. El otro apuntaba a cualquier lugar de la camioneta pidiendo los bolsos y los teléfonos.
“Cuando llegamos a Lomas de Paya, nos obligaron a bajar de la camioneta y nos quitaron todo lo que teníamos”, relató. Gallardo expresó que estaba muy asustada, se bajó temblando de la camioneta. Al chofer lo tenían retirado y le estaban apuntando, le indicaban que no mirara hacia donde se encontraban los pasajeros. Luego de 20 minutos, cuando recogieron todo, se fueron. Para los pasajeros ya se ha vuelto algo común, pues esto pasa todos los días a toda hora.
Según el informe del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) del año 2017, ocho de cada diez venezolanos temen ser víctimas de la delincuencia tanto en autobuses públicos como en rutas interurbanas.
Como explicó la coordinadora del OVV Región Capital, Iris Rosas, en lo que va de año, los medios de transporte público ocupan un tercer lugar con mayor ocurrencia de delitos violentos en la región capital. Esto de acuerdo con el monitoreo de prensa que se ha mantenido desde que se constituyó observatorio de la región capital en el 2016.
A partir de ese año, los observadores determinaron que las rutas más peligrosas del municipio Libertador son El Paraíso, La Vega, Antímano, La Yaguara y El Junquito.
Robos y secuestros
De acuerdo con el informe de violencia 2018 los choferes de busetas denuncian secuestros de sus colegas con el fin de robar unidades. Si bien es una situación preocupante, Rosas asegura que muchos conductores se niegan a hacer denuncias por miedo a recibir represalias. “Encontramos que esos delincuentes los persiguen”, señaló.
El 26 de septiembre del 2017, Ramón Artiga salió en la madrugada con su mayor disposición, ese día su hija estaba de cumpleaños. Como todo día habitual, tiene que cumplir la ruta de Antímano-Esquina de Salas. Faltaban 10 minutos para la seis de la mañana cuando pasaba por la estación de Metro de Capitolio, solo faltaba dejar a un pasajero. Luego de pasar la estación, un muchacho abordó la unidad de forma vertiginosa, así como sus dos cómplices de delito. “Me obligaron a darles el vehículo en el puente de Carmelitas. Me levantaron del asiento, me llevaron a la parte de atrás del autobús, me taparon la cabeza y me amarraron manos y los pies”, explicó.
Artiga relató que uno de los muchachos conducía mientras que los otros desvalijaban el autobús. “Pensé que me iba a morir, pensaba en mi niña”, enfatizó. El autobús se detuvo y escuchaba que desarmaban la parte de abajo de la unidad. De pronto hubo silencio, Artiga dedujo que se habían ido y salió como pudo del vehículo. Ya en la calle cerca de la iglesia en La Pastora una persona acudió a él y lo desamarró. “Al autobús le quitaron la transmisión, la batería, la computadora y la punta de eje”, indicó.
La cultura se torna violenta
Una tasa de 89 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, según el Informe OVV de violencia 2017, es razón suficiente para considerar a Venezuela como un país violento, así lo afirma la especialista Rosas.
Además de la pobreza, un factor ligado a la supervivencia, el entorno familiar, la falta de educación, el desempleo y la corrupción son algunas razones por las cuales se lleva a cabo la delincuencia. Aún así, la principal teoría que ha desarrollado el OVV es la falta de institucionalidad. “Esa ausencia está reflejada en la desconfianza que se tiene hacia las mismas autoridades que justamente son los responsables y los que designan el Gobierno para que se pueda llevar a cabo una política de planes sociales”, indicó Rosas.
De hecho, las Encuestas de Condiciones de Vida Encovi del año 2017 arrojan que: “el 22% de la población fue víctima de algún delito. Sin embargo, el 65% prefirió no denunciar ante las autoridades por la desconfianza en las instituciones”.
En este sentido, Rosas destacó que el Gobierno debería enfocarse en planes para la seguridad social en vez de colocar esta problemática en un segundo y hasta, tercer plano, ya que se está violando el derecho a la vida.
Según el artículo N° 43 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, “el derecho a la vida es inviolable. El Estado protegerá la vida de las personas que se encuentren privadas de su libertad, prestando el servicio militar o civil, o sometidas a su autoridad en cualquier otra forma”.
La violencia en el transporte público no solo se ve reflejada en la delincuencia, de acuerdo con el informe de la OVV las peleas entre usuarios, conductores y colectores cada vez son más frecuentes. Como menciona Rosas, el Metro que se ha convertido en una salida ante la escasez e inseguridad del transporte público superficial, hoy presenta condiciones precarias que también contribuyen a la delincuencia. En este sentido, el deterioro del transporte contribuye al crecimiento de la cultura violenta en el país.