Prensa OVV Zulia
De acuerdo a los datos del OVV zuliano, entre los meses de enero y septiembre, ocurrieron 95 sucesos que arrojaron 114 víctimas, las cuales al compararlas con las del año pasado, prácticamente se duplicaron.
Los datos recopilados y procesados por el Observatorio Venezolano de Violencia en el Zulia (OVV Zulia), evidenciaron registros relacionados directamente con la violencia sexual en la entidad federal zuliana, que permite hacer una comparación sucesiva en cuanto a la ocurrencia de este tipo de delito en los últimos tres años.
De acuerdo al coordinador del OVV regional, Jorge Govea, para el año 2021 se cometieron 57 delitos de este tipo de violencia, mientras que en el 2022 fueron 12 casos, que arrojó una disminución importante de 45 eventos menos, respecto del año anterior. Sin embargo -señaló Govea- en el 2023 ocurrió todo lo contrario, ya que, tomando únicamente en cuenta lo sucedido entre los meses de enero y septiembre, se consumaron 95 sucesos que arrojaron 114 víctimas. “Como se observa palmariamente es una situación a todas luces de incremento exponencial en el presente año, ya que al comparar con el año 2021 es el doble de casos y víctimas, es decir, 57 más para un 100% de acentuación del problema. Y de la comparación con el pasado año 2022 resultan 102 casos más para un incremento de 95 por ciento. Ante esta dura y dolorosa data lo menos que podemos expresar a este respecto es que tal aumento resulta alarmante y por demás preocupante para los habitantes de esta región del Occidente venezolano”, acotó Jorge Govea Cabrera.
Al analizar lo sucedido, con respecto a las violaciones sexuales en el período de los primeros 9 meses de 2023, se establecieron algunas relaciones promediales que ayudan a tener una visión más panorámica de este asunto. “Así tenemos, que las 114 violaciones consumadas en el período analizado de 2023 representan un 12,66 de casos mensuales por cada uno de los 9 meses estudiados. Igualmente conseguimos que esos 9 meses llevados a días totalizan 270, lo cual implica estadística y aproximativamente que cada 2,36 días de ese período una persona en suelo zuliano, lamentablemente, era convertida en víctima de abuso sexual en la categoría del delito de violación”, detalló Govea.
En detalle, y con atención el criterio de la temporalidad-mes-frecuencia, se observa que, del período analizado, los resultados se reflejaron en cifras absolutas y porcentajes. Enero 7 casos para un 7,4 por ciento; febrero 12 casos para un 12,6 por ciento; marzo 12 casos para un 12,6 por ciento; abril 14 casos para un 14,7 por ciento; mayo 8 casos para un 8,4 por ciento; junio 9 casos para un 9,5 por ciento; julio 9 casos para un 9,5 por ciento; agosto 12 casos para un 12,6 por ciento y septiembre 12 casos para un 12,6 por ciento. “Así se ha verificado que el mes de abril fue el de más sucesos con 14, prácticamente cada 2,14 días hubo un caso de violación en ese mes. Por otra parte, resultó que cuatro meses tuvieron una docena de sucesos cada uno, es decir, febrero, marzo, agosto y septiembre que como subgrupo representan del total 48 casos. Le siguen, en tercer lugar, los meses de junio y julio con 9 casos cada uno para 18 eventos”, refirió el coordinador del OVV zuliano.
En relación al criterio temporalidad-día de semana-horas de ocurrencia, se determinó: día de la semana en horas diurnas 7 casos (7,4 por ciento); día de la semana en la noche 1 caso (1,1 por ciento); fin de semana en la noche 1 caso (1,1 por ciento) y patentemente no se informó de esta particularidad en 86 casos (90,5 por ciento). Se subraya que del conocimiento que se logró de este tipo de temporalidad resaltan las horas diurnas para su cometimiento, no obstante hay que poner en evidencia que hay un importante subregistro en este renglón que no permite establecer tajantemente esta condición.
Desde el punto de vista de la distribución espacio-territorial se consiguió que en 20 de los 21 municipios que integran políticamente el estado Zulia acontecieran eventos de violación. Por consiguiente: Almirante Padilla 1 caso (1,1 por ciento); Baralt 3 casos (3,2 por ciento); Cabimas 5 casos (5,3 por ciento); Catatumbo 3 casos (3,2 por ciento); Colón 3 casos (3,2 por ciento); Francisco Javier Pulgar 3 casos (3,2 por ciento); Jesús Enrique Lossada 1 caso (1,1 por ciento); Jesús María Semprum 1 caso (1,1 por ciento); La Cañada de Urdaneta 2 casos (2,1 por ciento); Lagunillas 1 caso (1,1 por ciento); Machiques de Perijá 5 casos (5,3 por ciento); Mara 5 casos (5,3 por ciento); Maracaibo 30 casos (31,6 por ciento); Miranda 2 casos (2,1 por ciento); Goajira (antes Páez) 1 caso (1,1 por ciento); Rosario de Perijá 3 casos (3,2 por ciento); San Francisco 20 casos (21,1 por ciento); Santa Rita 1 caso (1,1 por ciento); Simón Bolívar 1 caso (1,1 por ciento). Y Sucre 4 (4,2 por ciento).
Tomando en consideración las cifras previas, se observa que el municipio con más violaciones fue Maracaibo con 30 casos. En segundo lugar, está el municipio San Francisco con 20 y en tercer lugar, los municipios Machiques de Perijá y Mara con 5 cada uno. Sucre con 4 casos, completa los cinco primeros lugares de los 21 municipios del Zulia. Estos cinco municipios mencionados, sumando sus frecuencias de casos, da como resultado 64 eventos, un poco más de la mitad del total referido.
Desde esa realidad espacial -señaló Jorge Govea como coordinador del OVV Zulia- vale la pena destacar que Maracaibo y San Francisco son los dos principales núcleos urbanos del estado poblacionalmente hablando por la concentración de habitantes, además de ser municipios en relación de contigüidad, conformando por excelencia una gran zona metropolitana y entre ambos suman 50 violaciones, que representan un 43,85 por ciento del total. En cambio, los otros tres municipios con más casos suman 14 representativos de un 12,28 por ciento del total. Dichos espacios municipales son socio-económica y culturalmente de vida rural. “Como se observa la mayoría de los abusos reseñados ocurrieron en áreas urbanas. Esto implica reconocer que a pesar muy posiblemente de una cultura y modo de vida tradicionalmente patriarcal en comunidades rurales, en colectividades urbanas la violación ha tomado una extraordinaria presencia en el Zulia, ya que así objetivamente lo revelan los datos, a pesar de los prejuicios que podamos albergar acerca de esta realidad que implica llegar a pensar que las víctimas en su mayoría siempre son del campo y no de la ciudad. Esta vez no fue así”.
El sexo femenino: el más afectado
En cuanto al sexo de las víctimas, se determinó que de las 114, 94 fueron del sexo femenino para un 82,5 por ciento; 12 del masculino representativo de un 10,5 por ciento, y 8 de las que no se obtuvo información para un 7 por ciento. “Sin dudas, estas cifras y porcentajes no hacen sino ratificar una tendencia observada históricamente desde hace muchísimos años, que implica reconocer y tener siempre presente la elevada victimización del sexo femenino en cuanto a la violencia sexual que atenta permanentemente contra la integridad física y psicológica de las mujeres de todas las edades. Por supuesto, los varones, ya sean niños, adolescentes y adultos, también son víctimas de violencia sexual y efectivamente así se recoge pero no en la misma o cercana proporción. No obstante, lo que siempre destaca por innegable es la prevalencia del delito de violación sobre las mujeres, siendo en consecuencia el género femenino el más afectado”, explicó Govea, agregando que 54 de los perpetradores fueron familiares o conocidos, representando tal cifra el 56,8 por ciento, mientras que en 41 casos, el 43,2 por ciento, no se dio a conocer tal circunstancia del total de los 95 eventos que arrojaron 114 víctimas.
Al explicar la relación que tenían las víctimas con sus agresores, Govea señaló que 7 de los responsables fueron parejas o exparejas (7,4 por ciento); 20 eran padres o padrastros (21,1 por ciento); otro pariente consanguíneo 3 (3,2 por ciento); otro miembro del hogar 8 (8,4 por ciento); amigo 2 (2,1 por ciento); vecino 5 (5,3 por ciento); otro transgresor conocido 9 (9,5 por ciento) y en 41 eventos (43,2 por ciento) no se obtuvo información. Prácticamente la totalidad de los ejecutores de los cuales se obtuvo información, de una u otra forma, pertenecían al círculo social de las víctimas. “Es decir, la cercanía que ha debido funcionar como un factor protector de los violados sexualmente, fue convertida en un claro factor de riesgo delictivo”.
“Ligado estrechamente a lo anterior, determinamos igualmente dónde ocurrieron las violaciones. En hogar de la víctima/victimario 40 eventos, o sea, un 42,1 por ciento del total y en espacio abierto o en la calle 9 hechos, un 9,5 por ciento. Y no se halló desafortunadamente información 46 sucesos para un 48,4 por ciento. De este modo, se ratifica la tendencia de que la cercanía con los victimarios facilitó a éstos que acometieran la violación, lo cual incluye, obviamente el asunto del espacio físico, es decir, el compartir una misma vivienda, donde se llevaría a cabo este delito en su mayoría. Lo cual es todo un contrasentido, porque el lugar que debió representar respeto, seguridad, resguardo, valores familiares, convivialidad pacífica, se convirtió en oportunidad de conducta delictiva para el agresor”.
Al referenciar el tipo de arma que se utilizó para cometer los delitos, se encontró que en 44 casos se empleó la fuerza física, para un 46,3 por ciento; objeto cortante o punzante 1 caso, para 1,1 por ciento; otro objeto no precisado 4 casos, para un 4,2 por ciento, y no se tuvo ningún tipo de información 46 casos, para un 48,4 por ciento. El hecho de que casi la mitad de los sucesos se basaran en la fuerza del hombre, habla a las claras del sentimiento de superioridad física que éste tiene y que fue usada por algunos en situaciones criminales frente a la mujer y que, desde luego, le permitió infringir daño y obtener dominio de su cuerpo, lo que revela un grave trastorno psicológico al conseguir placer en una situación de clara y dañina violencia.
Las edades de las víctimas, frecuencias de casos y porcentajes con respecto a la totalidad de hechos de violación, fue otro punto de análisis. Así se precisó que las 114 víctimas se distribuyeron de la siguiente manera:
De un año 1 (0,9 por ciento); de tres años 1 (0,9 por ciento); de cuatro años 3 (2,6 por ciento); de cinco años 3 (2,6 por ciento); de seis años 3 (2,6 por ciento); de siete años 3 (2,6 por ciento); de ocho años 5 (4,4 por ciento); de 9 años 3 (2,6 por ciento); de diez años 7 (6,1); de once años 5 (4,4 por ciento); de doce años 9 (7,9 por ciento); de 13 años 16 (14 por ciento); de 14 años 12 (10,5 por ciento); de 15 años 8 (7 por ciento); de dieciséis años 6 (5,3 por ciento); de diecisiete años 2 (1,8 por ciento); de veintinueve años 2 (1,8 por ciento); de cuarenta años 2 (1,8 por ciento); de cuarenta y tres años 1 (0,9); de cincuenta años 1 (0,9 por ciento) y no se obtuvo infortunadamente información de la variable edad en 21 víctimas (18,4 por ciento).
Violencia sexual desde la adolescencia
Posterior al análisis de la violencia sexual, se agrupó a las víctimas por edades De allí, lo primero que llama la atención por ser un conjunto etario de los más vulnerables es que 8 niños entre 1 y 5 años de edad fueron violados, representando 7%. Luego le siguen los que integran el conjunto demográfico llamado infancia que va de 6 a 11 años. Allí hubo 26 víctimas (22,7 por ciento). Continúa el agregado de la adolescencia de 12 a 17 años con 53 víctimas (57 por ciento). Prosigue el segmento denominado juventud de 18 a 26 años. Aquí no hubo víctimas. Le toca al período conceptuado como adultez que son los que están entre 27 y 59 años de edad. Fueron 6 víctimas (5,4 por ciento). Y en el período denominado como vejez que va de 60 años en adelante, no se presentaron víctimas.
Resulta del análisis de las distintas agrupaciones etarias que la que presenta una mayor cantidad de casos de violaciones es la denominada adolescencia con un porcentaje del 57 por ciento de recurrencia. Para mayor preocupación, la segunda franja etaria con más violaciones es la llamada infancia con un 22,7 por ciento de las victimizaciones criminales. Ello, sin lugar a dudas, está hablando de una sumatoria entre ambos grupos etarios de un abrumador 79,7 por ciento del total y que en cifras absolutas son a su vez 79 seres humanos en un rango que va apenas de 6 a 17 años de edad. “Afirmamos entonces que esas cifras absolutas y relativas tan altas de víctimas revelan claros elementos de vulnerabilidad que acompaña a esos dos grupos etarios de la población. Pero tampoco podemos dejar de lado los 8 casos de niños pequeños entre 1 y 6 años, ya que resulta racionalmente incomprensible que los depredadores sexuales hayan cometido tales abusos con ellos”.
Para concluir -expuso el Coordinador del OVV Zulia- que la sociedad zuliana y venezolana en general acompañada por todas las instituciones estatales de todos los niveles de gobierno y las distintas oenegés dedicadas a la protección de la niñez y adolescencia, deben disponerse a elaborar un plan de actividades permanentes a corto, mediano y largo plazo que enfrente decididamente el atroz y traumatizante delito de la violación sexual. “Hace falta una potente presión de los ciudadanos organizados para que aumenten en nuestra sociedad los factores de protección, donde la indemnidad sexual de las personas de todas las edades sea el mayor de los desiderátum y bienes sociales a construir y disfrutar. Eso debe legítimamente convocar a cada ciudadano a dar un paso al frente”.