Observatorio Venezolano de Violencia

Este 12 de febrero, ¿cómo conmemorar el Día de la Juventud? Solo es posible reconocer, con dolor y preocupación, las notorias y graves situaciones de violencia, exclusión y vulneración de derechos que sufren nuestros jóvenes. Toda una generación ha crecido sin oportunidades y hoy es posible constatar cómo la juventud venezolana padece muy distintos tipos de violencia: cada día del año 40 jóvenes mueren como resultado de violencia delincuencial y violencia policial; niños y jóvenes mueren, además, de hambre y falta de medicinas en los hospitales del país. Otros jóvenes han sido víctimas del delito organizado y hasta de xenofobia cuando emigran del país, buscando un destino mejor en tierras ajenas. Incluso, es lamentable constatar que en el desespero del presente y la pérdida de futuro, cientos de jóvenes  han optado por quitarse la vida.

En el último año murieron por causa de la violencia 14.736 jóvenes en el país. Es decir, fueron 283 cada semana, 40 cada día del año. Eso significa que por causa de la violencia murieron cada día 4 niños y adolescentes menores de 17 años, fallecieron 22 jóvenes entre 18 y 24 años, y 14 entre 25 y 29 años. Una parte importante fueron víctimas de la violencia policial, la cual le arrebató la vida a 5.364 jóvenes, 14 víctimas cada día del año.

La población joven del país ha sido particularmente afectada por el deterioro de la calidad de vida, la pérdida de sus libertades y derechos, y el cercenamiento de sus oportunidades de estudio, trabajo y desarrollo personal o social. En los últimos años,  sus familias han padecido los efectos de políticas económicas y sociales equivocadas, que han elevado los niveles de empobrecimiento, carestía y escasez a unas cifras inimaginables; para los jóvenes, la única opción o esperanza ha sido la migración, por lo que miles de jóvenes han partido lejos de sus familias y comunidades, soñando con la ilusión de sobrevivir, y hacer llegar a sus familias los alimentos, medicinas y los recursos más básicos que necesitan. De los que han quedado aquí, la mayoría lucha y sueña por la libertad del país, a todos les ha tocado trabajar y sacrificarse para  contribuir con su hogar, muchos dejaron sus estudios, otros están en las calles buscando comida. También hay jóvenes que quedaron atrapados en las redes de la violencia, vinculados a bandas armadas, constituyendo así el eslabón más débil y operativo de grupos criminales organizados.

El presente es de tristeza para los jóvenes y sus familiares. Sin embargo, muchos conservan la esperanza y luchan por hacerla realidad.

El 12 de febrero de 1814 fueron jóvenes estudiantes quienes se enfrentaron y derrotaron en La Victoria, Aragua, a un poderoso ejército que amenazaba con someter a toda la población. Su gesta quedó marcada en nuestra historia como aporte desinteresado y valiente de una juventud que sacrificó su vida y su integridad por defender la República. Hoy nuevamente Venezuela es testigo de una juventud que hace historia y tiene como enemigos el crimen organizado, el autoritarismo y el abuso policial. Tenemos muy presente el dolor de tantos jóvenes muertos, torturados y encarcelados en los últimos años, cuando ejercían su legítimo derecho a manifestar. Su recuerdo es inolvidable por el sacrificio de sus vidas en la lucha por la libertad de nuestro pueblo.

Como hace ya varios años, en esta fecha el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) enfoca su mirada en el conocimiento y análisis de la victimización de la población joven en el país. Procuramos examinar la magnitud y características de las muertes violentas, entendiendo que se trata de una grave situación que ocurre, pero que puede y debe cambiar.

Una vez más, en forma inequívoca e irrefutable, los datos confirman que son los jóvenes las principales víctimas de muertes violentas en todos los estados del país. Del total de muertes violentas, el 64% son adolescentes y jóvenes de hasta 29 años de edad. Son 14.736 jóvenes que murieron asesinados, quienes no tuvieron futuro porque una muerte prematura segó sus vidas.

En un 42% de los casos estas muertes fueron tipificadas como homicidios (6.170), las cuales pueden ser entendidas como muertes violentas producto de una actuación violenta, en la mayoría de los casos, producto de la actuación delictiva.

Un 36% de las muertes son calificadas por funcionarios gubernamentales como muertes por “resistencia a la autoridad”. Se contabilizan 5.364 adolescentes y jóvenes muertos como resultado de la acción de cuerpos policiales o militares. La cuantía de esta cifra es relevante, es un tipo de muerte que se incrementa cada año y está asociada al desempeño de una política de seguridad con enfoque belicista, que desarrolla operativos policiales y militares que han sido reiteradamente denunciados como prácticas violatorias de derechos humanos, cuestionadas por estar explícitamente orientadas al aniquilamiento de quienes identifican como objetivo, en su mayoría, jóvenes residentes de barrios pobres, y ahora, o más recientemente, jóvenes opositores o manifestantes.

Pero es importante advertir que del total nacional de las muertes que se califican como muertes por “resistencia a la autoridad” (7.523), del total de estas víctimas de presuntos enfrentamientos con cuerpos policiales, el 71% son jóvenes menores de 30 años de edad. Una cifra que conduce claramente a preguntar si la política de seguridad está concebida para pacificar el país y detener la mortalidad, o si se ha planteado como propósito el aniquilamiento de los sectores jóvenes, que se identifican o estigmatizan como población peligrosa, mucho más si proviene de las comunidades o zonas más empobrecidas. El siguiente cuadro detalla las cifras:

En cuanto al grupo de niños y niñas, destaca la cifra de 174 menores, de 0 a 11 años, víctimas de muertes violentas y entre ellos 20 casos en los que se afirma que estas muertes ocurrieron por “resistencia a la autoridad”. Al observar el grupo de 12 a 17 años, la cifra se multiplica unas 7 veces más. La estimación es de 4 niños y adolescentes asesinados cada día del año 2018; un salón completo de clase es asesinado cada semana.

Analizando los datos por grupos de edad, destaca la alta mortalidad de la población de jóvenes entre 18 y 24 años. El número de fallecidos en estas edades es equivalente al total de la población mayor de 29 años que muere. Y en ese rango de edad la mortalidad es claramente mayor que la cifra, también muy alta, de las víctimas de 25 a 29 años. Inequívocamente, se trata de una población vulnerable, mayormente expuesta, cuya situación de vida y contexto debería ser valorada para establecer políticas preventivas y de protección dirigidas a detener esta mortalidad.

Detallando esta información por grupos de edades y sexo, en el siguiente cuadro se observa cómo es claramente mayoritaria la población de adolescentes y jóvenes hombres, en relación a las cifras que se muestran para las mujeres. Sin embargo, es importante examinar que son mujeres un 6% de la población que es víctima de muertes violentas.

Llamado Final

El dolor que para la juventud venezolana y sus familias representan estas cifras y el triste diagnóstico que aquí presentamos, no debe opacar la esperanza de un futuro de paz, libertad y prosperidad.

La juventud venezolana, con esperanza y optimismo, nos está convocando a todos a asumir los desafíos de recuperar la democracia, superar el hambre y las penurias, y desterrar el abuso policial y el autoritarismo.

En este 12 de febrero nos toca honrar y celebrar la esperanza, pues contamos con una juventud que a pesar de haber sufrido la violencia delincuencial, policial y política, ha emprendido con firmeza una lucha cívica ejemplar para hacer realidad un futuro de convivencia pacífica, solidaridad y bienestar para todos.

14 de febrero de 2019.

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