Prensa OVV Bolívar
Abrahannys del Carmen Márquez Campos tenía tan solo 10 años. Estudiaba 5to grado y vivía junto a su familia en una vivienda ubicada en el sector El Centro, en San Félix, estado Bolívar. Fueron ellos quienes el pasado sábado 4 de abril, a través de estados de WhatsApp y redes sociales, informaron que estaba desaparecida.
Tras conocer la noticia, parientes, amigos y vecinos intensificaron la búsqueda en el sector; sin embargo, no fue hasta pasadas las 10:00 am del domingo 5 de abril, cuando dieron con el cuerpo sin vida de la niña en una zona boscosa detrás de una clínica ubicada en San Félix. Presentaba una herida por arma blanca en el cuello.
Briam Anthony Boscán González, de 20 años, fue el autor material del crimen. Según las investigaciones, éste se encontraba en su vivienda cuando empezó a llamar a la niña asegurándole que le daría dinero para comprar chucherías. Boscán era su vecino, por lo que ella terminó por aceptar la invitación a la casa del joven. Una vez dentro, éste la sometió y comenzó a tocar sus partes íntimas, por lo que la niña intentó defenderse y huir.
Briam tomó un cuchillo y la hirió en el cuello, causándole la muerte. Tras cometer el crimen se comunicó con su pareja Yaminel Yailin López Luces, también de 20 años, y con sus padres Rosa Joice González, de 54, y Atilio Ramón Boscán Guevara, de 52, quienes optaron por ayudarlo a limpiar la escena del crimen y luego se deshicieron del cuerpo arrojándolo en una zona boscosa cercana al sector de su residencia.
Valiéndose de la desesperación de los familiares de la niña, Briam, sus progenitores y su pareja se unieron a la búsqueda y simularon haberla encontrado en el sitio con la intención de desviar las investigaciones policiales.
En menos de 24 horas, los cuatro señalados fueron detenidos por el homicidio de la niña.
Desde el Observatorio Venezolano de Violencia en Bolívar (OVV Bolívar), le hacemos un llamado a los padres a orientar a sus hijos e hijas ante este tipo de situaciones. Enfatizar sobre la necesidad de no hablar con desconocidos ni aceptar obsequios o invitaciones, ni siquiera de amigos o familiares, cuando no estén acompañados.
Es imperante que el Estado desarrolle políticas para la educación de la sociedad sobre este tipo de flagelos, además de activar mecanismos de castigos a los victimarios que resulten ejemplarizantes para el resto de la colectividad.