Prensa OVV Aragua
Hasta inicios del siglo XXI, mayo había sido un mes de esperanza en el cual los trabajadores esperaban ilusionados los potenciales alcances del esperado aumento salarial, tradicionalmente comunicado por decreto presidencial en conmemoración del Día del Trabajador.
Producto de la compleja crisis humanitaria que sufre Venezuela desde hace aproximadamente seis años y aunado al impacto económico de las medidas de confinamiento social para tratar de contener y/o controlar el avance de la pandemia por Covid-19, los aragüeños, al igual que el resto de la sociedad venezolana, han sufrido, día a día, las consecuencias de la profunda crisis económica. Ésta ha sepultado el poder adquisitivo del bolívar soberano, cuyo valor ha quedado prácticamente desintegrado ante la hiperinflación sostenida que no solo afecta a nuestra moneda, sino que, a través de una dolarización informal de los precios del mercado, arropa incluso el poder adquisitivo de las divisas en el país.
A través del monitoreo de la prensa regional, durante el mes de mayo, se evidencia el impacto de esta situación en la población aragüeña. Trabajadores, amas de casa, gremios, comerciantes, transportistas y trabajadores de la economía informal, e incluso productores, coinciden en exigir salarios dignos y estabilización de los precios del mercado. Mientras que los productores nacionales le exigen al gobierno una política económica que estimule la producción nacional y el acceso a la materia prima, para poder garantizar el abastecimiento local y abaratar los costos.
Los transportistas, por su parte, denuncian las graves fallas de abastecimiento de combustible, que incrementan los costos de traslados y necesariamente terminan cargándose a los golpeados consumidores finales, amén de los incrementos de costos por el cobro de vacuna en alcabalas y puntos de control.
Toda esta errática cadena de producción genera un nerviosismo o paranoia económica que incrementa aún más los precios a los consumidores. Los comerciantes aumentan diariamente los precios de venta en divisas de su mercancía, porque tratan de resguardar su capacidad para reponerla, ante el estresante ritmo que marca la variabilidad de la cotización de la moneda extranjera que se da de lunes a viernes entre 9 am y 5 pm; psicótico ritmo económico que incrementa, hora a hora, el valor de las deudas adquiridas.
Todo este ciclo de violencia estructural, a su vez, castiga a los aragüeños en los impactos que implica la escasez de moneda física, tanto nacional como internacional, que obliga a gastar en compras no programadas, por falta de cambio. Por otra parte, los afecta el profundo deterioro de la calidad del servicio y de la cantidad de unidades operativas de transporte público.