Revista Interacción y Perspectiva
Gustavo Alejandro Páez Silva, Karina del C. Rondón Vivas y Yhimaina Jhoana Trejo Urbina

Resumen:

En esta investigación se analiza la evolución reciente de la esperanza de vida del estado Mérida, Venezuela, en un contexto de situación-país de crisis humanitaria. Para ello, se construyeron tablas de mortalidad por edad y sexo empleando el Programa para Análisis Epidemiológico de Datos Tabulados Epidat 4.0. Los resultados obtenidos revelan que la población merideña en los últimos años ha perdido alrededor de 3 años de esperanza de vida al nacer y, desde el punto de vista del sexo, en promedio la expectativa de vida de los hombres retrocedió 2,0 años mientras que el declive en las mujeres fue de 3,5. En cuanto a la edad, en todos los grupos etarios disminuyó el indicador y, del cruce de la edad y el sexo, se obtuvo el mismo resultado. Se plantea que el factor de mayor peso que podría explicar aquel descenso, es la situación de emergencia política compleja por la que viene atravesando Venezuela en los últimos años.

Introducción:

Durante el siglo XX Venezuela experimentó, al igual que un gran número de países a escala mundial, importantes transformaciones demográficas que marcaron la evolución de su población. Una de esas transformaciones estuvo relacionada con la transición de la mortalidad enmarcada en el contexto de la denominada Transición Demográfica, es decir, el paso de elevadas a bajas tasas de fecundidad y mortalidad.

Es así como la mejora progresiva en las condiciones de vida de la población venezolana (alimentación, vivienda, trabajo, ocio, relaciones familiares, comunicación, entre muchos otros aspectos) derivó en cambios en sus niveles de salud que han afectado, además, a sus experiencias y expectativas ante la muerte (Bolívar, 2008). El pausado pero contundente control sobre la misma constituye uno de los procesos sociales más destacados en el mundo, si no es el más sobresaliente, entre los que han tenido lugar a lo largo de los últimos tres siglos (Jiménez, 2011); por lo que al conjunto de cambios que se han observado en la contabilidad general de la muerte, se les ha denominado Transición de la Mortalidad (Haines, 2002), evolución a la cual no escapó Venezuela y por supuesto cada una de las entidades federales que la conforman, como por ejemplo el estado Mérida, contexto espacial en el cual se centra esta investigación.

Diversos estudios dan cuenta de aquella transición en el país a lo largo del siglo XX (López, 1962; López, 1968; Chen y Picouet, 1979; Bolívar, 1994; Freitez, 2003; Bolívar, 2008; Yépez, 2014; Páez, 2018), mediante la estimación y el análisis de distintos indicadores que habitualmente se utilizan en el abordaje de la mortalidad como proceso demográfico: tasa bruta de mortalidad, tasas de mortalidad por edad y sexo, tasa de mortalidad infantil y la esperanza de vida. Es precisamente en este último donde el presente trabajo concentra su atención.

La esperanza de vida (℮) se refiere al número promedio de años que se esperaría pueda vivir un individuo bajo el comportamiento (en el momento de su estimación) de las tasas de mortalidad por edad, o según edad y sexo si es el caso. Esto quiere decir que la ℮ va a depender de los niveles numéricos que experimenten dichas tasas en un tiempo y espacio considerado. Si las tasas descienden, la ℮ aumentará, si por el contrario aumentan, la ℮ descenderá. De allí que exista una relación inversa -proporcional entre las tasas mencionadas y la ℮.

A su vez, el descenso o aumento de las tasas de mortalidad va a depender de la evolución de la realidad social de una región o país. Entendiendo como realidad social al contexto o situación sistémica conformada por un conjunto de ámbitos (demográfico, económico, cultural, político, institucional, ambiental, sanitario, entre otros) que se interrelacionan en tiempo y espacio, y que caracterizan y definen la dinámica de una sociedad. De manera que, si esa realidad en un momento dado exhibe una combinación particular de ciertos aspectos negativos para la población en general o factores de riesgo inmediato de mortalidad y morbilidad (Bayard, 2016), tales como: interrupción de los servicios de salud y disminución del acceso a éstos, exposición a la violencia y otros eventos traumáticos, alta exposición a vectores de enfermedades, cobertura de vacunación insuficiente, factores ambientales (reducción del acceso al agua potable y al saneamiento), acceso insuficiente a alimentos y baja ingesta de nutrientes, entre otros; es probable que las tasas de mortalidad asciendan y por ende la esperanza de vida retroceda. Si, por el contrario, el comportamiento y tendencias de esos aspectos apuntan de manera positiva, las tasas de mortalidad descenderán y la esperanza de vida aumentará.

En otras palabras, si esa realidad social exhibe dichos aspectos negativos, entonces es posible que estemos en presencia de una situación de crisis humanitaria. Concebida para efectos de esta investigación como “aquella situación en la que existe una excepcional y generalizada amenaza a la vida humana, la salud o la subsistencia” (Cañadas et. al., 2010: 115).

Venezuela, en los últimos seis años, ha padecido una situación de crisis humanitaria ampliamente conocida a escala internacional, que ha deteriorado de manera profunda el contexto de existencia de la sociedad venezolana. Dicho deterioro ha sido demostrado a través de diversas investigaciones que han tenido como base la Encuesta sobre Condiciones de Vida de la población venezolana (ENCOVI), la cual desde el 2014 ha permitido de forma sistemática y, desde distintos ángulos, hacerle seguimiento a la evolución de la crisis.

En concomitancia con lo anterior, en una investigación desarrollada por Correa (2018) con base en la ENCOVI, estimó la ℮ al nacer de Venezuela en 70,5 años para el año 2017 y agrega que, al comparar ese resultado con la ℮ estimada para ese mismo año, partiendo de tablas de mortalidad elaboradas por el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía-CELADE (CEPAL, 2017; la cual podría ser considerada como la ℮ al nacer en un escenario sin crisis humanitaria), encontró una pérdida de 3,5 años.

El resultado de Correa que muestra un declive en el indicador en cuestión, se refuerza con las estimaciones hechas por la CEPAL (2020) y por United Nations (2019). Ambas instituciones estimaron que la ℮ al nacer de Venezuela retrocedió 1 año en promedio, entre los quinquenios 2010-2015 y 2015-2020.

Es así como cabría preguntarse ¿cuál ha sido la evolución reciente de la ℮ en el contexto del estado Mérida, a sabiendas que en los últimos años se ha producido un grave deterioro de las condiciones de vida de los venezolanos como consecuencia de la crisis humanitaria por la que ha atravesado el país? Es por ello que el presente trabajo tiene como objetivo estimar la ℮ de la población del estado Mérida-Venezuela, entre el período 2010-2017, lapso más reciente del que tenemos registros confiables, para aproximarnos a conocer las tendencias de este indicador en la entidad merideña.

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