Hasta años recientes la extorsión era un fenómeno más marcado en las zonas agroproductoras del estado Zulia. Las otrora zonas ricas de Perijá, Baralt y Sur del Lago, fabricantes en buena medida de los alimentos que se servían en la mesa de los venezolanos, eran a su vez fuente de recursos financieros para grupos delictivos trasnacionales, y de delincuencia organizada de la región. En el estudio realizado por el OVV Zulia, sobre la violencia en las zonas agroproductivas (2018), se estimó que, para ese año, al menos el 65% de los productores de la zona de la Machiques-Colón pagaban vacuna. El crecimiento del narcotráfico en la zona de Perijá y en el Sur del Lago, y la crisis económica e institucional, entre otros factores, ha provocado un abandono de la actividad agrícola y ganadera, por lo que se viene produciendo, en los últimos años, un descenso de la actividad económica en las zonas agrarias del estado, secando la fuente para grupos armados del vecino país con operaciones en territorio zuliano, y para la bandas extorsionadoras que se multiplican y se han extendiendo a lo largo y ancho de la región.

La extorsión también es hoy, en el Zulia, un fenómeno urbano, con fuerte tendencia al crecimiento, si se toma en consideración la multiplicidad de casos conocidos, el número de detenciones, en las que se encuentran menores de edad, por el número de extorsionadores abatidos y por la cantidad de bandas delictivas dedicadas a esta actividad. El pago de vacuna no discrimina según tamaño de la unidad económica, eso hace a esta actividad delictiva más extensiva: pagan pequeños, medianos y grandes.  Pagos que se hacen por temor a perder la vida, o el patrimonio. La vacuna es llamada, por algunos grupos extorsionadores de la región, con el eufemismo de colaboración. Es un donativo con cifra predeterminada a la que la víctima accede por ser una oferta que no podrá rechazar. En numerosos casos, el rechazo a la oferta del pago son ráfagas de metralla al negocio de la víctima o a su vivienda familiar. El décimo día de este año, un supermercado ubicado en la Concepción, del municipio Jesús Enrique Lossada, fue impactado con 15 disparos. En lo que va de año también han sido tiroteadas varias viviendas como represalias de los grupos de extorsión. Otra de las respuestas a la negativa del pago, son explosiones de granadas en las unidades económicas. Varias se han dado en este primer semestre del año, en las que destacan dos clínicas reconocidas de la región, una ubicada en Maracaibo y la otra en Cabimas; como también, panaderías y supermercados. En otros casos, la oferta de los extorsionadores es la muerte que viaja en moto e intercepta al rebelde que se niega a pagar, cobrándole la vida. De las explosiones de granadas fragmentarias han sido víctimas no solo las unidades económicas cuyos dueños se han negado a pagar sino, además, sedes de cuerpos policiales que vienen enfrentando lo que constituye en los actuales momentos, quizá el principal delito de la región.

Del temor que produce la actividad extorsiva se aprovechan delincuentes menores que, sin la capacidad organizativa, amenazan pequeños comercios, haciéndose pasar como integrantes de bandas de mayor nivel y renombre. Otros que participan del cobro de vacunas son funcionarios policiales. Algunos montan sus propios operativos, como el caso de tres funcionarios de la policía regional que fueron imputados por extorsionar a un comerciante en el municipio Cabimas. Igualmente, los cuatro funcionarios de la Unidad Canina Antidrogas (UCA) del Cuerpo de Policía Bolivariano del estado Zulia (CPBEZ), detenidos por el delito de extorsión en contra de un extranjero de nacionalidad peruana, a quien le exigían la colaboración de 9 mil dólares; y el caso de un sargento del ejército, detenido por actividades extorsivas en el municipio Lagunillas. Otros funcionarios policiales forman parte de bandas de alto nivel organizativo para el desarrollo de las actividades delictivas, tal es el caso de una funcionaria del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), y de un oficial, jefe activo de la Policía Nacional Bolivariana (PNB), éste último cayó abatido cuando, en una entrega controlada, se disponía a cobrar una vacuna.

La red social WhatsApp se ha convertido en una aliada de los grupos extorsionadores; por medio de este mecanismo las amenazas con audio-video y gráficas tienen mayor peso de convencimiento. Mensajes personalizados del extorsionador a las víctimas, en donde les muestra armas y artefactos explosivos como granadas, diciéndole: “éstas son las tuyas si no colaboras con nosotros”, es una modalidad que se implementa en la región y que produce mayor temor a comerciantes, por lo que muchos acceden al pago de la extorsión por ser una oferta que no pueden rechazar.

Equipo del Observatorio Venezolano de Violencia en Zulia (OVV Zulia)