Prensa OVV Táchira

El municipio fronterizo de Bolívar y el correspondiente a la zona sur, Fernández Feo, del estado Táchira, vuelven a estar en el ojo de las investigaciones, tras desatarse una ola de violencia reflejada por el Observatorio Venezolano de Violencia en el estado Táchira (OVV Táchira), tras el registro de los distintos portales de la prensa regional, que dejó a ambas jurisdicciones, en el primer semestre de 2022, encabezando la lista de muertes en la entidad, con 20 en Bolívar y 11 en Fernández Feo, sumando 31 de los 65 hechos de violencia registrados en siete de los 29 municipios tachirenses. Cifras que contrastan además con la mayor incidencia de delitos provocados por grupos irregulares, que acechan justamente estos territorios tachirenses por su cercanía con el país vecino, Colombia, con 29,33 % seguido de los casos de violencia sexual con 13,84 %.

Considerando todo el corredor fronterizo venezolano, Táchira asciende al tercer puesto con más muertes en hechos que involucra a grupos irregulares, por detrás de Zulia y Bolívar aumentando 10% en comparación con 2021. La cantidad de desaparecidos siguen posicionando a la entidad andina como el estado con mayor incidencia, registrando hasta la fecha 57. Cifra que también aumentó respecto al año 2021, cuando fueron detectados 52 casos en todo el año.

Los municipios fronterizos del Táchira, se han convertido en zona de tránsito frecuente para que el flujo de migrantes venezolanos, provocado por la crisis de los últimos años en el país, transforme el contexto social y cultural del lugar, pues un grueso de esta población decide quedarse en esta línea limítrofe colombo-venezolana, marcada por una constante violencia criminal ocasionada por grupos guerrilleros y paramilitares.

Esta parte de la población con una condición económica muy frágil, dispuesta a cruzar múltiples países caminando, en búsqueda de una mejor calidad de vida para ellos y las familias que dejaron atrás, no se limita a pesar de las largas distancias y la falta de información clara sobre el destino.

Situación que genera una acumulación natural de residentes en el último tramo venezolano, entre ellos algunos sujetos que terminan enlistándose como reclutas de guerrilleros y paramilitares de la zona y bandas criminales como “El Tren de Aragua” que ya opera de manera organizada en este sector del país. Grupos delincuenciales que realizan actividades ilícitas como el contrabando y narcotráfico, mercado atractivo para una población vulnerable con múltiples necesidades.

Según datos del Observatorio de Investigaciones Sociales en Frontera, se determinó que, en los últimos meses del año 2022, el número de caminantes que salen y entran al país ha aumentado hasta superar los 10.000, siendo el mes de enero el tránsito de mayor flujo con 64%.

El internacionalista Ángelo Flores de Andrade, autor de la obra “Caminantes venezolanos” (2014) hace un valioso análisis de estas conductas donde el imaginario social del destino es el protagonista. Un proceso que se fundamenta en lograr un mejor futuro, imaginario que no está constreñido por dificultades o riesgos, ya que la acción no se limita a pesar las largas distancias y la falta de información, pero el deseo de continuar y conseguir el objetivo deseado supera cualquier debilidad, situación aprovechada por estos agentes del terror.

El control territorial y la gobernanza del mismo, trae consigo beneficios económicos motivados por la extorsión, el cobro de vacunas, la aplicación de un “sistema alternativo de justicia” aplicado por estos grupos y sobre todo la intervención directa en el cobro por traslado de mercancías, lo que genera situaciones de violencia desenfrenadas, que desencadenan desapariciones, torturas y asesinatos.

Yensy Meneses, coordinador del OVV en Táchira explica que, “hay hechos violentos que no se reseñan en la prensa regional, como los casos puntuales de personas en municipios fronterizos de nuestro país, para luego ser asesinadas en trochas aledañas y sus cuerpos dejados en poblaciones del Norte de Santander, en Colombia. Estos sucesos, si son plasmados en la prensa de mayor circulación del departamento antes mencionado ‘La Opinión’ prensa que tiene su domicilio en la ciudad de Cúcuta.”

Meneses insiste en la importancia de dejar claro que “este fenómeno es de amplio conocimiento y experiencia para la gente de frontera, quien históricamente ha hecho vida en esa zona. Entiende que dicho campo social, es común y hace parte de su cultura y sus tramas. Al estar presente un sujeto distinto al ya nombrado, su adaptación a las tramas y relaciones, muchas veces pueden costarle la vida, pues, las actuaciones de los grupos irregulares, quienes ejercen un control coactivo mediante la fuerza y la violencia no tiene ningún tipo de compasión”.

Advierte además que “estamos ante la presencia de una violencia estructural, provocada por una especie de gobernanza criminal entre grupos que se disputan el control de la zona”. Meneses también asegura que “están volviendo a resurgir antiguos conflictos entre bandas, tras el reforzamiento de grupos que siempre han existido en el eje fronterizo de San Antonio del Táchira y La Parada, además del territorio cercano a la frontera con el Arauca colombiano, colindante con la zona sur del Táchira”. Los mismos -agrega- parecieran haber vuelto para saldar viejas cuentas, las cuales conllevan a estos asesinatos con características similares, identidades falsas o desconocidas y señales de tortura.