Luisa Pernalete
@luisaconpaz

26/03/20

Seguimos en cuarentena, y siguen los casos de contagiados en todo el mundo. Pero anímese, también la risa, la bondad y la amabilidad se contagian.

“Le cuento profe – me dijo Maylin “Madre Promotora de Paz” – ella es representante de la escuela de Fe y Alegría de El Junquito. Es costurera y cuando comenzó la cuarentena vio a una señora mayor llorando en la entrada de una farmacia porque no conseguía mascarillas. Entonces mi vecina se fue a su casa, sacó retazos y se puso a hacer tapabocas, no para vender, para regalar. Hizo unas cuantas y repartió 4 a cada familia de su cuadra”, ¡Qué bonito! Nadie la obligó, ni siquiera fue que alguien le pidió… ella sacó lo mejor de sí y las del grupo de “comadres” nos alegramos con su buena acción.

“Hay una invasión cerca de la escuela – me comentaba Belkis, la directora de la escuela Fe y Alegría en la isla de Margarita – y 2 de las MPP del colegio, Ángela y Mary Carmen, se le ocurrió comenzar a atender a unas vecinitas que no estaban estudiando.  Preguntaban a las maestras qué ejercicios podían poner y reunían a las niñas por las tardes en su patio.  Les dimos papel de reciclaje y unos lápices y comenzaron su buena obra. Pero vino la cuarentena, ya no deberían andar por ahí juntando niñas, entonces ahora le copian a cada vecinita sus tareas en las hojas recicladas y se los van pasando sin reunirse”. ¡Creatividad al servicio de la comunidad! Se imaginarán que en esa invasión no hay internet, ni las casas tienen computadoras como para hacer tareas a distancia. Ángela y Mary Carmen se contagian mutuamente, sacan lo mejor de sí y lo ponen al servicio de niños y niñas sin escuela. ¿No les conmueve? Las imagino copiando ejercicios a mano y le provoca a uno hacer algo por alguien.

Esta situación de cuarentena, por nuestro bien, no ha supuesto paralización para muchos venezolanos. Hay mucha gente haciendo cosas buenas por los demás. Y sabemos de los docentes trabajando desde sus casas para que los alumnos puedan seguir estudiando. Sé de maestros que llaman sus estudiantes para saber cómo les va yendo. Sabemos también de médicos que atienden a sus pacientes por teléfono ante la dificultad y hasta imposibilidad de acudir a clínicas y hospitales.

Hay acciones pequeñas, pero no por eso menos valiosas. Como toda esa variedad de maneras de acompañar a otros. Una  amiga me comentaba que cada día llama o  manda mensajes a compañeros de trabajo que sabe que tienen alguna condición especial, como algún familiar enfermo, por ejemplo. La gente se alegra de saber que otros están pendientes de uno, y después de todo, confesamos que hace falta la relación con los compañeros de trabajo.

Acompañamiento en grande ese que están haciendo los Psicólogos Sin Fronteras (@psfvenezuela) que ponen sus teléfonos a disposición de personas afectadas por la cuarentena, con su programa “Acompañando en el dolor”, ahora recontextualizado por la cuarentena.

¿Y qué me dicen de grandes cadenas nacionales de comunicación, como el Grupo Unión Radio ofreciendo su Radio Escuela con 15 cuentos, seleccionados por el Banco del Libro y extraordinariamente narrados por voces emblemáticas, profesionales? Me dice Isabela que este proyecto (“Te tengo un cuento”) lo tenían listo hace unos meses pero faltaban algunos detalles. Decidieron sacarlo en esta contingencia para contribuir con el entretenimiento sano de ese  montón de niños en la casa. Se contagia uno y se pone a pensar qué otra cosa podemos hacer por esos chamos en cuarentena. Por mí, inmediatamente elaboré 12 estrofas con consejos a las madres “encerradas”.

¿Y qué tal esas empresas grandes, multinacionales, como Amazon poniendo gratis su “colección” para niños?

No hablo sólo del área del área educativa o comunitaria. Esta mañana leí en un twitter de @MaAlexandraSemprún lo siguiente: “Ganaderos están construyendo carretas para arrimar leche a las queseras”, no dice en dónde, pero en cualquier lugar de Venezuela que sea, significa que hay capacidad de resiliencia – reinventarse frente a las dificultades – y que ese discurso de “venezolanos son flojos” no es cierto.

No sé ustedes, pero yo creo que, junto con la globalización de la tragedia, está también la globalización de las buenas acciones, y no me queda duda: la bondad se contagia, según David Hamilton (2017). Y ¿no se anima a contagiar a otros? Le hará bien a usted y a los demás.