Prensa OVV Nueva Esparta
Recibir la noticia de un embarazo, salvo algunas pocas excepciones, es motivo de regocijo. La mayoría de las mujeres desean un embarazo tranquilo, sin percances, y acuden a médicos especialistas para controles prenatales y ser atendidas durante el parto. Pero ¿qué sucede cuando los contratiempos son generados precisamente por las personas que deberían garantizarles una atención adecuada?
La Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia de 2007, y su reforma parcial de 2014, definen como violencia obstétrica “la apropiación del cuerpo y procesos reproductivos de las mujeres por personal de salud, que se expresa en un trato deshumanizador, en un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales, trayendo consigo pérdida de autonomía y capacidad de decidir libremente sobre sus cuerpos y sexualidad, impactando negativamente en la calidad de vida de las mujeres”.
Este tipo de violencia incluye aspectos como el maltrato verbal, la implementación, sin el consentimiento voluntario de la mujer, de procesos como la cesárea o aceleración del parto existiendo condiciones para un desarrollo natural del mismo. También contempla obligar a la mujer a parir en posición supina y con las piernas levantadas e incluso el obstaculizar el apego precoz del niño o niña con su madre, sin una causa médica justificada.
Madres maltratadas
En muchas oportunidades las propias afectadas no entienden lo que sucede y tampoco están conscientes de sus derechos. El equipo del Observatorio Venezolano de Violencia en Nueva Esparta (OVV Nueva Esparta) tuvo la oportunidad de entrevistar a varias víctimas de violencia obstétrica y éstos fueron sus testimonios.
Yamileth Malavé, una mujer de 27 años, señaló: “el médico me colocó algo para acelerar el parto y nunca me lo consultó, luego realizó una episiotomía y dejó tejido interno expuesto”. La episiotomía es una incisión quirúrgica que se hace en el perineo, cuyo objetivo es ampliar el canal de salida del niño, en mujeres que tienen un parto vaginal. Su uso rutinario está contraindicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). “No pude sentarme ni atender a mi hijo durante 1 mes. Ése es un maltrato que nadie debería sufrir”, expresó Yamileth, quien debió acudir a otro médico para realizarse una cirugía y corregir el problema.
Por su parte, Mayerlin del Valle García, de 42 años, relató lo siguiente: “mi única hija nació cuando yo tenía 38 años; el plan con mi médico era hacer una cesárea. Unos días antes de la fecha programada tuve dolores, y como mi doctora estaba de viaje decidí acudir al centro asistencial más cercano. Durante el parto el doctor me gritó varias veces porque consideró que por mi edad ése no debió ser mi primer parto, lo que, a su juicio, facilitaría el procedimiento. No sabes qué hacer, sientes dolor y, además, te gritan”, relató.
Pero éste no es un tema exclusivo sobre el trato del personal de salud; las instituciones también pueden incurrir en violencia obstétrica. Debido a la falta de espacio y condiciones apropiadas, en algunos centros de salud, especialmente públicos, muchas mujeres deben compartir habitaciones y salas de examen en las que no existe ningún tipo de privacidad. “Es vergonzoso que te tengan en una sala común casi desnuda, solo cubierta por una bata quirúrgica, y que todo el que entre esté metiendo sus manos en tus partes íntimas para ver cuánto has dilatado. Entiendo que deben examinarte, pero la situación no deja de ser humillante”, indicó Carolina Rivero, de 28 años.
Hablan los especialistas en salud
La violencia obstétrica es un tema que también genera consternación entre los profesionales en el ámbito de la salud. Oriana Serrano, una enfermera con 20 años de experiencia, relató: “en una ocasión pude oír a una doctora cómo le gritaba a una adolescente. Le decía: tienes un problema y debería hacerte cesárea, pero si lo hago será muy fácil para ti y en 9 meses te tendré otra vez en la sala de parto. La joven se puso a llorar, y es que en ese momento las mujeres estamos muy sensibles y preocupadas porque todo salga bien; eso no fue justo”.
Más allá del respeto que debe existir en el trato de la paciente y su poder de decisión, la medicina también ha cambiado la manera de enfrentar el parto respecto a la madre. “Al principio, la función del médico fue disminuir la mortalidad materna, lo que se logró, pero con un enfoque que significó mayor intervención del profesional de salud en un proceso que es natural. Luego, se trabajó en el parto sin dolor, que fue abordado de la misma manera. Ahora nos enfocamos en la recuperación de la madre, lo que usualmente se logra más rápido en un alumbramiento natural en el que se usan solo los procedimientos estrictamente necesarios. Es lamentable que algunos colegas no se actualicen al respecto”, explicó Ana María Fernández, una doctora con 15 años de experiencia en las salas de parto.
Derechos de las mujeres en materia obstétrica
El embarazo y el parto son situaciones de vulnerabilidad y sensibilidad. La negligencia y la falta de respeto en esos momentos son considerados por la OMS como violaciones de los derechos humanos fundamentales de las mujeres. “Todas las mujeres tienen derecho a recibir el más alto nivel de cuidados en salud, que incluye el derecho a una atención digna y respetuosa en el embarazo y en el parto, y el derecho a no sufrir violencia ni discriminación”. Ésta es parte de la declaración denominada Prevención y erradicación de la falta de respeto y el maltrato durante la atención del parto en centros de salud, publicada por la OMS en 2014, la cual ha sido respaldada por más de 60 organizaciones internacionales.
Toda mujer tiene el derecho a tomar decisiones informada, libre de coerción, para llegar a tener el parto que desea. Para esto, según los doctores Ofelia Uzcátegui y Carlos Cabrera, el médico debe comunicarle, adecuada y oportunamente, las indicaciones y los riesgos del tratamiento que le será practicado, así como las alternativas al mismo, solicitando su consentimiento informado anticipadamente. Sin distingo de edad, tiene derecho a ser tratada con respeto de modo individual y personalizado, garantizando su intimidad y sus pautas socio-culturales, y a ser atendida en un ambiente de óptimas condiciones. Así lo señalan las doctoras Carlota Pereira, Alexa Domínguez y Judith Toro, en su investigación Violencia obstétrica desde la perspectiva de la paciente.
En defensa de las víctimas
La salud sexual y los derechos reproductivos de las mujeres han sido objeto de múltiples discusiones a nivel internacional, ya que es una preocupación global.
La OMS reconoce que existen grupos de mujeres como las adolescentes, solteras, de nivel socioeconómico bajo, que pertenecen a una minoría étnica, inmigrantes y las que padecen VIH, que son más propensas a sufrir tratos irrespetuosos y ofensivos.
Por su parte, la legislación venezolana prevé sanciones y responsabilidades para los ejecutores de violencia obstétrica, pero es necesario que las víctimas realicen las respectivas denuncias. En la mayoría de los estados existen instituciones gubernamentales, como el Ministerio Público, y organizaciones no gubernamentales que ofrecen asesoría a las mujeres en temas de violencia de género y pueden orientar a las víctimas para que canalicen sus denuncias.
Un aspecto en el que todavía hay que trabajar es en la divulgación de los derechos de las mujeres en este tema. “La mejor manera de luchar contra la violencia obstétrica es estar informados. La información da poder, así que es necesario que las mujeres conozcan sus derechos”, reflexiona Ana Julia Moujualí, subcoordinadora por Venezuela ante la Red Mundial de Doulas. Las doulas son profesionales que ofrecen orientación, apoyo y acompañamiento durante el embarazo y el parto, y fomentan la comunicación entre el paciente, el personal de enfermería y los cuidadores médicos.
Desde el OVV Nueva Esparta, reconocemos la importante labor del personal de salud y celebramos a los profesionales que, con respeto y ética, ofrecen el mejor trato a sus pacientes. Del mismo modo, esperamos que ese reducido porcentaje que incurre en violencia obstétrica evite esas prácticas irrespetuosas y humillantes para las mujeres, y que pueden tener consecuencias negativas sobre el bebé.