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Monitor de Víctimas Táchira

12/Sept/2021

52 % de los ciudadanos que se quitaron la vida entre marzo y julio eran adolescentes o personas mayores de 60 años, según registros de Monitor de Víctimas, que comenzó a cubrir el estado Táchira en marzo de 2021.

Táchira es uno de los tres estados con más casos de suicidios en el país. Así lo registró un informe realizado por el Observatorio Venezolano de Violencia en 2020. En 2021, Monitor de Víctimas ha contabilizado un suicidio cada ocho días entre marzo y julio en la entidad andina, para un total de 19 casos.

La cifra ha venido en aumento y es considerada alarmante por expertos en la materia. Los especialistas recomiendan que se brinde ayuda profesional a las personas que están atravesando por procesos depresivos, y que la sociedad conozca los posibles factores de riesgo. 

Uno de los casos que causó conmoción en la entidad fue el de una adolescente de 15 años de edad. La joven se mostraba alegre, divertida y enamorada. Poco hacía presagiar que tomaría la decisión de acabar con su vida.

Algunos avisos de lo que haría tuvieron sentido luego de su muerte. En Facebook advirtió el día que concretaría el hecho y así lo hizo un día de julio de 2021. 

La joven es una de los cuatro adolescentes que se suicidaron en cinco meses en Táchira. Los más jóvenes y los adultos mayores de 60 años suman 52 % de los casos registrados por Monitor de Víctimas en ese período de tiempo.

Los expertos coinciden en que los suicidios pueden prevenirse si se detectan las situaciones por las que podría estar pasando una persona cercana. Al observar la presencia de alguna de estas alarmas, es imprescindible buscar ayuda profesional con un psicólogo o médico psiquiatra para tratar de controlar los aspectos emocionales ocasionados por factores externos. 

Cecodap, la ONG dedicada a la defensa de los derechos de las niñas, niños y adolescentes, recomienda: preguntar a su hijo sobre las ideas suicidas para ayudar a la prevención, así como evitar reprochar al niño, niña o adolescente su forma de pensar o actuar. También se aconseja tomar a los menores en serio, sin críticas o desafíos, se deben utilizar frases amables y de respeto, hablar abiertamente de su idea de cometer el suicidio, buscar soluciones y acompañarlo. 

Táchira entre los cinco estados con más casos

Gustavo Páez, investigador del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) Mérida, quien viene estudiando los suicidios en la región andina, explicó que Táchira, Mérida y Trujillo, históricamente han figurado entre las primeras cinco entidades con mayor tasa de suicidios en el país.

Según un informe publicado por el OVV en 2020, Venezuela tiene una tasa de 9 suicidios por cada 100.000 habitantes, y en ese contexto Táchira se ubica como el quinto estado del país con más casos, con una tasa de 5,4 suicidios por cada 100.000 habitantes.

El análisis de los patrones de violencia llevado a cabo por Monitor de Víctimas en Táchira entre marzo y julio de este año arrojó que la tendencia suicida aumentó mes a mes en el estado andino. Incluso durante algunas semanas las muertes violentas sólo se reflejaron en casos de suicidios.

También se identificaron las formas más frecuentes de suicidio: 37 % de los casos fueron de ahorcamiento, 26 % fueron con armas de fuego, en 21 % de los casos se presume que el suicidio fue inducido por consumo de sustancias químicas o fármacos, 11 % de las personas se lanzáron de lugares altos y 5 % utilizó arma blanca.  

En el estado Táchira hubo suicidios en 13 de los 29 municipios que lo conforman, siendo San Cristóbal y Bolívar los que presentaron mayor incidencia en los cinco meses de monitoreo. 

De los 19 suicidios registrados en marzo y abril hubo dos cada mes; en mayo se registraron tres, en junio se documentaron cinco casos y en julio la cifra se ubicó en siete; mientras que 37 % de los casos se presentó durante ese último mes.

En cuanto al sexo de las víctimas de los casos ocurridos en la región en periodo de tiempo analizado, 79 % eran hombres y 21 % mujeres.

De acuerdo con los registros del Cicpc Táchira, se pudo establecer que 42% de las personas que se quitó la vida tenían una edad comprendida entre 31 y 60 años. El 32 %, entre 61 y 80 años; mientras que 21% de los hechos fue cometido por adolescentes, cuyas edades oscilaron entre 15 y 17 años. Un 5% eran personas entre 18 y 30 años de edad. 

Esto significa que 53 % de las personas que se suicidaron eran adolescentes o adultos mayores. Este porcentaje es casi igual al que arrojan los datos de los reportes de Monitor de Víctimas, que es 52 %.

Además estas cifras, sobre todo en el caso de los adolescentes, reflejan un preocupante aumento de suicidios de menores, situación que no era común en Táchira.

De acuerdo con la criminóloga Anna María Rondón, coordinadora del OVV Táchira, en esta región se solían ver otras formas de violencia, en las que no predominaba la violencia auto infligida.

Las motivaciones

Yorelis Acosta, psicólogo clínico y social, investigadora del área política del Centro de Estudios de Desarrollo de la Universidad Central de Venezuela (UCV) considera importante estudiar los suicidios tomando en cuenta las particularidades del contexto venezolano.

“En el caso venezolano, a lo largo de 10 años ha habido una afectación psicosocial que va debilitando la resistencia emocional y física. A eso se le suma el efecto pandemia. Esta situación llevó a la Federación de Psicólogos de Venezuela, en el pasado, a hacer un pronunciamiento sobre un problema de salud pública en el tema del sufrimiento que había que atender”, explicó la experta. 

Por su parte, Gustavo Páez precisó que el suicidio es un tipo de muerte multifactorial y que es muy difícil buscar explicación de un caso de suicido por un solo factor. 

Aseveró que por lo general estos hechos tienen detrás un conjunto de factores que se entretejen a diferentes niveles: individual, familiar, comunitario, incluso social. “No necesariamente una persona que sufra depresión u otros trastornos mentales se va suicidar. Si bien en más de las tres cuartas partes de los casos pudiese estar presente la depresión, también es cierto que entre 15 y 20 % de las personas que no tienen ese trastorno se suicidan. Una persona que sufra depresión, ansiedad, bipolaridad o esquizofrenia no va a terminar en suicidio de manera obligatoria”. 

El investigador agregó que la violencia también puede ser un factor que ocasione suicidios. Algunos casos ocurren porque la persona está huyendo de la justicia o se encuentra dentro de recintos carcelarios, donde padece los males de una cárcel venezolana, por lo que decide quitarse la vida.

Otras de las causas más frecuentes de suicidios son los problemas de salud, añadió el comisario jubilado Tomás Rodríguez, del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC). “Las víctimas no disponen de dinero para comprar medicamentos o alimentos ni para pagar consultas médicas, por ello se quitan la vida. También la depresión, ligada a la ruptura del núcleo familiar, enfermedad y desempleo”, dijo. 

Rodríguez también considera que un significativo número de muertes por suicidios se debe a la situación económica del país.

“Si uno hace el seguimiento, la mayoría de los casos se debe a la crisis económica, cierre de empresas, empresarios que no encuentran cómo levantar sus negocios y el sentir que no tiene nada, esto les causa daño psicológico”, indicó.

Según datos extraoficiales obtenidos en el Cicpc, alrededor del 70 % de los suicidios en el estado Táchira tendrían como condicionante la situación económica del país, 10 % estaría asociado a enfermedades físicas graves, 10 % de los casos tienen motivaciones afectivas y emocionales, mientras que las causas del otro 10 % está en investigación. 

Los casos registrados este año por Monitor de Víctimas en Táchira muestran como la mayoría de los fallecidos son adultos mayores. 

La migración también influye

En el caso de los adultos mayores la migración de hijos y otros parientes puede ser un detonante. “Los familiares se van del país, ayudan a sus padres enviándoles dinero, pero éstos se sienten solos, sin afecto, se deprimen y dicha situación los conlleva a la muerte”, explicó el comisario Rodríguez.

En este sentido el criminólogo Jesús Alberto Berro apuntó al referirse a los infantes proclives al suicidio que “en los niños, el temor, pánico, incertidumbre, el ver que su familia se está desmembrando, que está atravesando por alguna crisis económica, les puede generar ese tipo de reacción”.

Este último especialista indicó que si a eso se le suman factores heredo-biológicos, genéticos, la situación se vuelve peor.

La psicoterapeuta Luisa Amelia León, egresada de la Universidad Complutense de Madrid, también concordó en que en Venezuela la situación país y las fracturas familiares han sido determinantes en el aumento de las cifras de suicidios.

“En el caso de los jóvenes, muchos han sido abandonados por sus padres por el fenómeno migratorio, viven con la tía, el vecino, la abuela, atraviesan un duelo permanente por estar fuera del núcleo familiar y eso les provoca descompensación, angustia y ansiedad”, advirtió.

León alertó que muchos jóvenes han buscado refugio en las redes sociales y en juegos macabros de competencia. La psicoterapeuta indicó que los menores que están en esta situación permanecen solos en casa la mayoría del tiempo y caen en una gran depresión que los puede llevar a quitarse la vida. 

“Los adolescentes con intención de suicidio no hablan, se refugian en su habitación, buscan personas que estén en la misma situación de depresión, se aíslan, no practican ninguna actividad y hasta maquinan la manera de morir”, advirtió la especialista.

Atención, amor y comunicación 

En este sentido, la psicólogo Yorelys Acosta recalcó que el comportamiento suicida es continuo, va desde la ideación en sus diferentes expresiones, pasando por amenazas, gestos, hasta llegar al acto suicida propiamente. 

“Las ideaciones son los pensamientos que podría tener una persona de desánimo a querer seguir viviendo. La persona podría pensar: ¿Para qué estoy en este mundo? No quiero seguir viviendo, a mí todo me sale mal. Esas son algunas señales de que una persona ya está en sufrimiento”, explicó Acosta. 

Si se logra educar a las madres, familiares y amigos para que estén atentos a las personas que están a su alrededor, para que logren identificar esas señales que manda el pre suicida, se podría detener, ayudar y ofrecer tratamiento a quienes están en alto riesgo.

El Estado debe proveer asistencia psicológica y médica, con centros de atención para los jóvenes que hayan intentado cometer un acto suicida. También debe suministrar fármacos antidepresivos si es necesario, a razón de que en momentos de crisis muy aguda las personas los van a necesitar. 

Según el criterio del excomisario Rodríguez, el Estado venezolano debe garantizar ayuda psicológica y psiquiátrica gratuita, sobre todo en estos tiempos de pandemia, tras el aumento del desempleo y la salida de cientos de venezolanos del país, que cada vez es mayor.

No obstante, a principios de la pandemia, en la Unidad de Salud Mental del Hospital Central de San Cristóbal sólo podían recibir a tres personas, según se reportó en medios regionales, tras la falta de recurso humano para atender a los pacientes con estas patologías.

Un problema de salud pública

A juicio de Berro, de no atacarse de raíz los factores que están influyendo en el venezolano, tanto, como para atentar contra su propia vida, podría generarse una sindemia, que no es otra cosa que la suma de dos o más epidemias o brotes de enfermedades concurrentes o secuenciales en una población con interacciones biológicas, que exacerban el pronóstico.

“El incremento de violencia auto infligida es preocupante porque es un problema de salud pública que amerita todo un programa de acción, plan y política para contrarrestarlo. De lo contrario, podría generarse una sindemia, es decir, la coincidencia de dos fenómenos de salud pública –en este caso, la COVID-19 y el aumento sustancial del suicidio– que puede causar estragos en la población en un período, un espacio, un lugar y un tiempo determinado”, explicó Berro.

La psicóloga Acosta coincide: “Hay que estar muy atento a las crisis económicas, porque pueden provocar en algunos países una reducción del presupuesto sanitario y la salud mental es un campo que ha sido muy olvidado. Esto termina entonces generando un problema mucho más grave, convirtiéndose en un problema de salud pública”, dijo.

Además agregó que “es necesario colocar el tema en la opinión pública, que se hable de ello y que se trabaje. Incluso es necesario trabajar el aspecto de la estigmatización de algún problema mental y psicológico, pues todavía en Venezuela hay personas que les cuesta decir que sufre de ansiedad o depresión”.

La emergencia sanitaria por COVID-19 ha tapado la realidad de otros tipos de pacientes como los psiquiátricos. De acuerdo con la especialista, en lugar de abrirse el compás de ayuda, se ha cerrado, las personas que están atravesando por esto pueden sentirse perdidas, desesperadas y empujadas a tomar esa decisión irreversible.

Gustavo Páez, del OVV Mérida, destacó que en Venezuela existe un subregistro de casos de suicidios, debido a la opacidad informativa del Estado y a la poca información que se muestra en medios de comunicación relacionada con suicidios.

La prevención

“El Estado tiene una gran responsabilidad para hacer este tipo de promoción, contar con centros de atención, hacer énfasis en lo que está sucediendo, desarrollar planes de vida saludable, así como prácticas de deporte, sexualidad responsable, hábitos no tóxicos, dar recomendaciones sobre cómo usar el tiempo, abordar temas como los factores que pensamos que no están relacionados con el suicidio, pero realmente sí lo están”, sostuvo la psicóloga Acosta.

Mientras que Berro, abogado y criminólogo, analizó que como “ya no son hechos aislados, sino individuales, podemos estar o tener un estado de depresión masivo, generalizado. Esta cifra podría tener tendencia a incrementarse. Hay mucha gente desesperada”.

“En materia preventiva se debe desarrollar una fuerte campaña de información y de formación para, con el colectivo social, explorar la psiquis colectiva, con base en las cifras que puedan arrojar los psiquiatras y los psicólogos, tanto de carácter público como privado. Se debe  saber si han aumentado y cuánto, las consultas por estado de depresión”, propuso Berro como una solución viable. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda formar a los medios de comunicación para que difundan de forma responsable noticias sobre suicidios y fomentar entre los adolescentes las competencias socioemocionales para la vida.

Aconseja detectar tempranamente, evaluar, gestionar y hacer seguimiento de las personas con pensamientos y comportamientos suicidas.

Otras medidas, como restringir el acceso a armas de fuego, reducir el número de comprimidos en las cajas de determinados medicamentos e instalar barreras en los sitios altos desde los que se pueda saltar, también pueden ser de utilidad.

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