Prensa OVV

A mediados del mes de marzo, el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), presentó al país un informe con los hallazgos de la investigación cualitativa sobre “Violencia estructural en la familia en la crisis humanitaria de Venezuela”, desarrollada por los equipos regionales asentados en los estados: Táchira, Bolívar, Aragua, Zulia, Sucre, Región Capital, Lara y Mérida. Igualmente el informe iba adobado con los resultados del procesamiento de la información de prensa, y los datos generales de la encuesta nacional, sobre la temática. La investigación puso especial mirada en los Niños, Niñas, Adolescentes y Jóvenes (NNAJ).

Con el estudio cualitativo se buscaba caracterizar los casos, según los tipos de violencia ocurridos en el seno de las familias venezolanas. Esta incluía muertes por causas violentas, violencia sexual y basada en género, además de las muertes por daños o lesiones causadas por la violencia estructural, es decir, por situaciones de pobreza, hambre, dificultades para acceder a los alimentos, falta de medicinas y servicios de salud, privaciones y graves fallas en la prestación de servicios básicos, entre otras carencias.

Los resultados, nada alentadores, daban muestra de la violencia que se gestaba puertas adentro del hogar. “Es posible detectar cómo la familia se ha convertido en un factor de riesgo y no de protección para los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, haciéndolos vulnerables ante las agresiones de algunos miembros de la familia”, describía como una de las conclusiones el informe.

Para la profesora Gloria Perdomo, Coordinadora Nacional del Observatorio Venezolano de Venezolano de Violencia (OVV), el abuso sexual de NNAJ se oculta en los hogares, con la complicidad de familiares y ocurre como violencia legitimada por patrones culturales, valores y creencias de las familias, aceptados y defendidos incluso por mujeres, madres y hasta por las propias víctimas. “El «patriarcado» impone creencias y normas culturales que naturalizan la violencia sexual que ejerce el hombre, el jefe del hogar se preserva y reproduce como mandatos culturales que justifican o toleran el abuso como una situación normal, a la que no se debe cuestionar”, señalaba la especialista al presentar el informe final de la investigación.

La situación al cerrar el primer semestre del año no cambió mucho. Los casos de violencia contra Niños, Niñas y Adolescentes (NNA) siguen siendo numerosos. Al concluir el segundo trimestre del año, se contabilizaron aproximadamente 70 casos de violencia interpersonal contra niños, niñas y adolescentes ocurridos en los estados Carabobo, Mérida, Región Capital, Táchira y Bolívar. Con base al análisis de las notas de prensa elaboradas por estos observatorios, se pudo identificar que en estos 5 estados se tienen los índices más altos en violencia interpersonal contra niños, niñas y adolescentes. De los delitos que encabezaron estos 70 casos, 5 pertenecen a Carabobo, 24 a Mérida, 16 a Región Capital, 7 al estado Táchira y 18 al estado Bolívar, todos clasificados como violencia interpersonal, de los cuales se destacaron 52 casos de violencia sexual, distribuidos entre los estados Mérida, Táchira y Bolívar. La violencia sexual hace referencia a las formas de contacto o acceso sexual, genital o no genital, tales como actos lascivos, actos lascivos violentos, acceso carnal violento o la violación propiamente dicha, según el Glosario de Términos del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV).

Casos de gravedad

En las reseñas de prensa, son recurrentes los casos que narran la violencia que se ejerce desde el hogar y, cuyos victimarios, en gran porcentaje, pertenecen al entorno familiar. Dentro de esos casos emblemáticos destaca el ocurrido en el estado Táchira, específicamente en el municipio Samuel Darío Maldonado. Allí fueron detenidos dos presuntos agresores sexuales, acusados por la comunidad de haber violado al menos 7 niñas, en edades comprendidas entre 10 y 12 años. Ambos sujetos utilizaban dulces, regalos y dinero en efectivo como método para captar a las víctimas y, bajo engaño, llevarlas a sitios solitarios para cometer los delitos sexuales. Según el equipo del OVV Táchira, los casos de violación de distinta índole a menores, con especial incidencia en abusos sexuales, resultaron una constante desde el mes de marzo hasta junio de 2022 en la entidad andina.

Otros aspecto relevante, ha sido el desmantelamiento de dos redes que participaban en dinámicas de explotación sexual en el estado Bolívar. La primera, una red de prostitución infantil localizada en el mercado periférico del municipio Angostura del Orinoco, que presuntamente explotaba sexualmente niñas y adolescentes a cambio de divisas y comida. La segunda, una banda apodada “Las Diablas” acusada de trata de personas en el sector Guaiparito de la parroquia Dalla Costa.

La violencia contra niños, niñas y adolescentes según el OVV, abarca el abuso y maltrato físico y mental, el abandono o el tratamiento negligente, la explotación y el abuso sexual. La violencia puede ocurrir en el hogar, las escuelas, los orfelinatos, los centros residenciales de atención, en las calles, en el lugar de trabajo, en prisiones y establecimientos penitenciarios. “Puede afectar la salud física y mental de los niños, perjudicar su habilidad para aprender y socializar, y, más adelante, socavar su desarrollo como adultos funcionales y buenos progenitores. En los casos más graves, la violencia contra los niños conduce a la muerte”, explica. 

Desde OVV se han visibilizado algunas recomendaciones para prevenir la violencia desde el seno intrafamiliar. Algunas sugerencias indican que se debe evitar dejar a los niños(as) y adolescentes bajo el cuidado de personas desconocidas o con algún trastorno mental. En segundo lugar, conocer los lugares que transitan comúnmente, en especial si son zonas desoladas o con antecedentes de crímenes. Igualmente, instruir a los niños(as) y adolescentes sobre la educación sexual, evitar generar lazos de confianza de los niños(as) y adolescentes hacia desconocidos. Por último, asistir a terapias o buscar ayuda con especialistas como psicólogos o psiquiatras para manejar situaciones como la depresión o ansiedad.