Prensa OVV Mérida

Con 45 decesos en 2021, Mérida alcanzó, una vez más, el desafortunado “privilegio” de ser el estado de Venezuela con la mayor cifra de muertes por suicidio. Esta cantidad representó un 150% de aumento con respecto a las 18 muertes que se contabilizaron en territorio merideño en el 2020. Luego de Mérida, le siguen las siguientes entidades con mayor número de casos en 2021: Táchira (con 42), Guárico (38), Lara (38) y Trujillo (25).

Los datos fueron aportados por el monitoreo efectuado a los medios de comunicación por parte del equipo de investigación del Observatorio Venezolano de Violencia en Mérida (OVV Mérida). En otros términos, son los casos que logran ser conocidos por la sociedad, los que exhiben solo una proporción de la realidad imperante.

Las cifras más recientes muestran de nuevo que Mérida continúa en el primer lugar según todos los casos conocidos a través de medios regionales y nacionales. En lo que va de año 2022, en la entidad andina, se han registrado 9 casos de muertes por suicidio y 2 intentos de suicidio, mientras que para el mismo lapso de 2020 se habían contabilizado 8 y 1, respectivamente.

En estas cifras generadas por el OVV Mérida, se ratifican cuatro hechos de profundo interés social. El primero es que esta entidad andina tuvo un crecimiento notable de casos de suicidios durante 2021 (si se compara con 2020), propensión que al parecer persiste en 2022. En segundo término dicho aumento coloca a la región en el tope, según estos registros. Un tercer aspecto, refiere que las cifras no hacen más que confirmar el preocupante sitial histórico que ha ocupado esta entidad en lo que a suicidios se refiere. El cuarto hecho -y aunque pudiera ser menos evidente- es que existen condiciones generadoras de un subregistro que no permite ver la real magnitud que en Mérida, y en Venezuela en general, tiene la también denominada violencia autoinfligida.

Realidad enmascarada

En efecto, más allá del destacado sitial que ocupa el estado Mérida en cuanto a los casos de suicidios ocurridos en 2021, se considera que la cifra podría incluso ser superior a la indicada. Para aclarar este punto, la investigación describe la existencia de dos situaciones que posiblemente estarían enmascarando el impacto real de la violencia autoinfligida en suelo merideño.

“El primer aspecto se refiere al hecho de que en los medios de comunicación, por diferentes motivos, no salen reseñados todos los casos relacionados con esta causa de deceso, por lo que podrían ser muchos más las muertes autoinfligidas”, advierten los investigadores.

De hecho, cuando se revisa el concepto de violencia autoinfligida se puede reconocer el por qué en parte los hechos suelen eludir el escrutinio periodístico y, por lo mismo, no se reflejan en su real dimensión en los espacios informativos de la prensa merideña. “En principio se denominada violencia autoinfligida al uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo. Este tipo de violencia comprende el comportamiento suicida y las autolesiones”, señala el informe.

En función de lo anterior, vale indicar que el comportamiento suicida no solo se evidencia en el hecho consumado (que suele ser lo que parcialmente recoge la cobertura de los medios), sino que también este comportamiento incluye intentos de suicidio y hasta los inexpugnables pensamientos suicidas, por lo que a los 45 casos de suicidios cuantificados en 2021 se le adicionan 17 intentos, tal y como precisan los datos del equipo de investigación del OVV Mérida.  

Es importante precisar, con respecto al caso específico de los intentos, que aun cuando por lo general  -y por diferentes razones- son muy pocos los casos que llegan a notificarse en los medios, ello no significa que su ocurrencia sea poco frecuente o que no acontezcan. Al respeto el OVV Mérida se apoya en un dato revelador de la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) que establece que “por cada adulto que se suicidó probablemente más de otros 20 hayan cometido uno o más intentos”.

El segundo aspecto que sustenta la premisa de que en Mérida podrían ser muchos más los casos de violencia autoinfligida no registrados, se fundamenta en que ésta fue la entidad que en 2021 mostró el mayor peso porcentual de muertes en averiguación con 69,2% (155 decesos) del total de 224 muertes violentas estimadas para el estado en el referido año.

Según el equipo del OVV Mérida, existen diversos estudios que han mostrado que dentro de estas defunciones que se encuentran en averiguación quedan “ocultos” probables homicidios y suicidios. “Este escenario -recalca la investigación-  lleva a suponer que dentro de esa globalidad de decesos seguramente existe un porcentaje que se corresponde con muertes por suicidio, y por qué no también suponer, que el aumento de las muertes en averiguación en Mérida entre 2020-2021 obedece al incremento de casos de suicidios”.

Sobre este aspecto de las brumosas cifras de las muertes por averiguación, el OVV Mérida advierte que no contó con acceso a dichos registros específicos, lo que hubiese permitido “corregir la tasa de suicidios para 2021”. Ante tal circunstancia, se insiste en el hecho de que “las cifras expuestas son conservadoras y que podrían ser más elevadas que las estimadas”.

Todo este escenario planteado en torno a la válida presunción de cifras más altas de muertes autoinfligidas en Mérida, se corrobora en parte tomando en cuenta las estimaciones realizadas por el equipo de investigación del OVV Mérida en conjunto con la Unidad de Análisis Estadístico del equipo del OVV Central. Aplicando una serie de procedimientos estadísticos, las estimaciones para 2021 arrojaron que en Mérida podría haber ocurrido 87 casos de muertes por suicidio, lo que arroja una tasa conservadora de 10 decesos de este tipo por cada 100 mil habitantes.

Sobre el escenario estadístico establecido por las estimaciones, Mérida mantendría la tendencia histórica (1950-2016) de que la tasa de muertes autoinfligidas es más del doble de la de Venezuela, lo que numéricamente implica superar en 2,32 veces la tasa del país. Como dato comparativo, el equipo recordó que el más cercano seguidor de Mérida en 2021 -en este renglón de la violencia autoinfligida- es el Distrito Capital con una tasa de 6,5 muertes por cada 100 mil habitantes. En suma, estas estimaciones corroboran que el suicidio en este estado tiene características endémicas.

El germen del suicidio

Sobre los factores que alientan los actos de violencia autoinfligida, el OVV Mérida se apoya en los hallazgos que la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP por sus siglas en inglés) ha ofrecido al respecto.

Entre estos factores de riegos asociados al suicidio se pueden indicar la pérdida laboral o financiera, traumas o abusos, trastornos mentales (y por uso de sustancias), además de  las barreras para acceder a la atención o tratamiento médico. Este escenario de variables que propician el comportamiento suicida,  se ampliaron aún más con la llegada del Covid-19. Hay datos que revelan que un año después del inicio de la pandemia, más de la mitad de las personas encuestadas en la Región de las Américas, específicamente en Chile, Brasil, Perú y Canadá, informaron que su salud mental había empeorado. “Es altamente probable que esta realidad esté presente en Venezuela y por supuesto en el estado Mérida”, indica el informe.

Adicionalmente, la IASP destaca que la pandemia ha contribuido a aumentar los sentimientos de aislamiento y vulnerabilidad en las personas. Por su parte, la OMS también confirma que la pandemia generó un aumento de la angustia, la ansiedad y la depresión especialmente en trabajadores de la salud, situaciones que, sumadas a la violencia, los trastornos por consumo de alcohol, el abuso de sustancias y las sensaciones de pérdida, se han constituido como importantes factores de riesgo que incrementan las probabilidades de que una persona decida quitarse la vida.

Para el equipo del OVV Mérida, en Venezuela, y específicamente en Mérida, no solo se siguen sintiendo los efectos de la pandemia por Covid-19, que arriba a su segundo año, sino que persiste la emergencia humanitaria compleja y todas las tensiones conexas y derivadas de esa combinación, lo que complica aún más la situación. “Debido a este panorama, no es de extrañar que el incremento de las cifras de violencia autoinfligida en la entidad merideña sea un hecho que se aproxime a la realidad, incluso, que podría ser más elevado en comparación con el año 2020”, destaca la investigación.

Actuar para crear esperanza

Pese a ser en buena medida un problema de profundas raíces mentales y emocionales y, por lo mismo, situado en la profundidad de la intimidad personal, el suicido se puede prevenir. Así lo cree la IASP, organización que conmemoró el pasado 10 de septiembre de 2021 un año más del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, fecha avalada por la OMS, con el objetivo medular de crear conciencia acerca de la prevención del suicidio en todo el mundo; ente que recordó que una de cada 100 muertes en el mundo es consecuencia del suicidio. Se trata, en definitiva,  de una  realidad que puede tocar a cualquier persona.

“Crear esperanza a través de la acción”: ese fue el lema que enarboló la IASP con la firme intención de actuar en conjunto para abordar el suicidio como apremiante problema de salud pública.

Para la IASP y la OMS la acción de la que habla el lema debe ser vista como un conjunto de medidas tangibles, cuyo norte sería prevenir el suicidio y en las que deberían participar familiares, amigos, compañeros de trabajo, miembros de la comunidad, educadores, líderes religiosos, profesionales de la salud, funcionarios políticos y gobiernos, es decir, el entorno humano de aquellas personas que transitan los distintos estadios de la violencia autoinfligida.

Con base en hallazgos médicos y científicos, la OMS plantea algunas medidas preventivas concretas ante la muerte autoinfligida, acciones que incluyen, por ejemplo, restringir el acceso a los medios para el suicidio (como pueden ser armas de fuego, pesticidas, venenos,  entre otros); el diseño y ejecución de políticas de salud mental, la reducción del alcohol y promover la información mediática responsable sobre el tema.

Para el OVV Mérida, el estigma social y la falta de conciencia siguen siendo las principales barreras para la búsqueda de ayuda ante el suicidio, por lo que recomiendan colocar en relieve la imperiosa necesidad de crear campañas de educación en salud mental y prevención del suicidio, así como erradicar el estigma que rodea este comportamiento.