Prensa OVV Lara
Desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró en el mes de marzo la existencia de una pandemia, se alteró la realidad de todo el planeta. Muchas personas modificaron sus dinámicas de vida, y los sectores más vulnerables de las sociedades más desiguales y pobres: mujeres, niños y adolescentes, experimentaron un mayor incremento de la violencia intrafamiliar.
El reciente informe de la Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos sobre la República Bolivariana de Venezuela de las Naciones Unidas (ONU), revela que hay niños, niñas y adolescentes que deben vivir con las consecuencias de una pandemia y de la ola de protestas por la deficiencia de los servicios públicos, pero que además deben experimentar la violencia relacionada con el desamparo del Estado.
Los reportes de prensa del Observatorio Venezolano de Violencia en Lara (OVV Lara) registran maltratos y violaciones a los más pequeños, que son cometidos por sus familiares. Un caso conmovedor es el de un bebé recién nacido abandonado en el potrero en una finca en San Felipe, estado Yaracuy.
En algunos casos, los adolescentes han sido lastimados o vejados por adultos. Así ocurrió con un joven que fue agredido sexualmente por una mujer en la ciudad de Barquisimeto.
En lo que va del año 2020, la prensa local reporta más de 20 denuncias que señalaban a hombres de diversas edades como abusadores sexuales y que casi siempre están relacionados con el entorno familiar de las víctimas.
En los meses de mayo, junio y agosto, fueron privados de libertad los integrantes de una banda organizada que se dedicaban a la extorsión y pornografía infantil en Barquisimeto. Cuatro hombres fueron apresados por abusos a niñas menores de 12 años y adolescentes en los municipios Crespo e Iribarren.
En otro caso, hubo conmoción cuando se conoció la noticia de que en San Felipe, un tío que abusaba sexualmente de su sobrina, al golpearla -supuestamente por celos- le desprendió los dientes.
La pandemia cambió la dinámica de muchas familias venezolanas. Ahora, los niños deben cumplir horarios de clase en sus casas y además resolver las asignaciones académicas que en muchas ocasiones requieren del asesoramiento de los padres, pero éstos no cuentan con herramientas pedagógicas para solventar esas tareas, hecho que puede llevar a la violencia familiar. Así ocurrió en el sector Lomas de San Isidro de Veragacha, en el municipio Iribarren, cuando una madre golpeó con un bate a su hijo que no hizo la tarea.
Responsabilidades compartidas para disminuir la violencia infantil
La psicóloga clínica e integrante de la Unidad de Auxilio Psicológico del estado Lara, María Luisa Alvarado, considera que en el país hay mucha gente con trastornos de personalidad y psiquiátricos. Algunos no han sido tratados y en momentos de crisis se exacerban, y por ello es necesario trabajar en conjunto y asumir responsabilidades compartidas entre el Estado, la sociedad civil, ONG y empresas privadas para disminuir los niveles de violencia contra los niños.
“Hay personas con patologías como la esquizofrenia y problemas de personalidad que no están siendo medicadas, a veces no tienen un diagnóstico y esto desemboca en violencia. La gente recibe mucha presión externa, no sabe cómo enfrentarla, por ello sus reacciones son de abuso y furia”, explica Alvarado, quien también es docente jubilada del Decanato de Ciencias de la Salud de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA).
Alvarado asegura que siempre ha existido la violencia contra la infancia y de género en el país. A su juicio, ahora es cuando se está llevando un mayor registro de los casos porque todos están atentos a las publicaciones en los medios y las redes sociales. “Sucede que hay mucha desesperación entre mujeres y hombres porque están viviendo situaciones extremas con niveles de ansiedad significativos, causados no solo por la crisis que experimenta el país con sus características sociopolíticas y psicosociales, sino también por la situación de pandemia”.
Explica la psicóloga clínica que hay grupos de personas violentas que presentan la variable motivacional de la externalidad e internalidad con la que enfrentan la vida. “Esto significa que una persona que tenga un grado alto de la variable de la internalidad es capaz de controlar sus procesos cotidianos y de sus recursos; es proactivo, no incurre en violencia. No obstante, existen otros con la variable externalidad que son pasivos, no controlan sus recursos y están a la espera de ayuda para desarrollar sus procesos cotidianos; es decir, no tiene la capacidad de resolver sus propios problemas. No saben cómo enfrentar desafíos y tienen un alto grado de desesperanza aprendida”, asevera la profesora Alvarado.
Para esta profesional de la psicología, en este momento todos los ciudadanos, entes gubernamentales, ONG y organizaciones privadas tienen una cuota de responsabilidad por los hechos que están ocurriendo en el país relacionados con la violencia contra los niños. “Debemos llevar la solución hacia la educación, el trabajo en equipo y la visualización de nuevas realidades en nuestro entorno. El país cambió y ahora debemos asumir responsabilidades compartidas para disminuir los niveles de violencia en la población más vulnerable”, concluye Alvarado.
Violencia intrafamiliar en cifras
Además de la violencia basada en género, la violencia intrafamiliar tiene enormes dificultades para poder medirla de forma adecuada. Una de las razones principales es la poca precisión que existe en torno a lo que se considera realmente violencia, y por ende, la normalización de relaciones que han sido asumidas por las familias como parte del castigo o como una necesidad. Otras de las dificultades está en la no denuncia. Sin embargo, a través del Observatorio de Prensa del OVV Lara se ha logrado identificar que el 3% de la violencia registrada por la prensa en la entidad, desde el mes de enero hasta el mes de septiembre, es violencia intrafamiliar.