Prensa OVV Aragua

Según el monitoreo del Observatorio de Prensa del OVV Aragua, durante los primeros seis meses de 2022, se han reportado en la prensa regional 171 sucesos violentos, con un saldo de 243 víctimas y 198 muertes violentas en la entidad aragüeña.

El tipo de violencia más frecuente fue la violencia policial que aportó el 43,21% de las víctimas, seguida de la delincuencial (24,69%), de género (10,70%), autoinfligida (8,23%), por bandas delictivas organizadas (7,82%), interpersonal (2,88%), la intrafamiliar (1,65%) y finalmente la sexual (0,82%).

De las 198 muertes violentas reportadas, 106 (53,54%) fueron muertes por resistencia a la autoridad, 72 (36,36%) fueron homicidios y 20 (10,10%) fueron suicidios. En relación al sexo y la edad, 188 (94,95%) de las víctimas mortales eran masculinos con edades comprendidas entre 14 y 84 años. Haciendo la salvedad de que el 62% de las víctimas no registran la edad en el reporte de prensa. Del mismo modo 10 mujeres (5,05%) fallecieron por muertes violentas, sus edades estaban en un rango entre los 16 y 51 años de edad.

En relación a las 106 muertes reportadas en la prensa regional como resistencia a la autoridad, durante el periodo enero-junio 2022, el 100% de las víctimas eran del sexo masculino, con edades comprendidas entre 21 y 42 años. Sin embargo, es imperativo resaltar que 68% de los casos de violencia policial no tienen información en relación a la edad, lo que evidencia que existe un subregistro en esta categoría, que impide visibilizar las posibles situaciones de resistencia a la autoridad, donde los fallecidos pudieran ser menores de edad. El CICPC, la Policía Nacional Bolivariana, la Guardia Nacional Bolivariana y las comisiones mixtas aportaron el 95% de las muertes por resistencia a la autoridad durante el primer semestre del 2022 en la región.

Dentro de los homicidios reportados durante el primer semestre del año, 63 fueron homicidios simples, 4 femicidios, 2 parricidios (muerte de uno de los padres por parte de un hijo) y 1 Uxoricidio (muerte de un hombre por parte de su mujer) y 1 homicidio culposo, cuyo protagonista fue un hombre procedente de Cúcuta, que murió como víctima colateral de la delincuencia organizada, al estallarle un dedil de droga en el estómago. El 62,50 % de los homicidios fueron producto de la violencia delincuencial, 20,83% de la delincuencia organizada, 9,72% de la violencia interpersonal individual, 4,17% de la intrafamiliar y 2,78% de la violencia de género.

Al analizar el comportamiento de las muertes violentas y de sus componentes durante el primer semestre de 2022, con respecto al mismo período de 2021, se observa una disminución del 7,48% del total de muertes violentas. Los homicidios disminuyeron en un 14,29%, mientras que las muertes por resistencia a la autoridad lo hicieron en un 8,62%. Sin embargo, se observa un Incremento del 42,86% de los suicidios, que pasan de 14 durante el primer semestre del 2021 a 20 suicidios durante el mismo periodo del año 2022.

El OVV Aragua muestra preocupación por el incremento sostenido de la frecuencia de los suicidios en la región, donde se evidencia la influencia de múltiples factores contextuales que están incidiendo negativamente en la salud mental de la población. “Hay una conjunción de efectos de la crónica crisis humanitaria compleja, entre los que se encuentran el desmembramiento familiar consecuencia de las migraciones forzadas y las diversas repercusiones que ha tenido la situación de pandemia por COVID-19 en la estabilidad física, psicológica, económica, laboral e incluso espiritual, que propicia la depresión y la desesperanza en las personas, al no conseguir apoyo profesional, inmediato y oportuno, por falta de acceso a una red pública de atención en salud mental, así como al tratamiento regular de los pacientes psiquiátricos, que terminan en crisis psiquiátricas por falta de medicación”, señaló el equipo.

Esta compleja situación -señala el OVV Aragua- requiere un repensar de las Políticas Públicas del Estado venezolano, que permita el diseño de estrategias intersectoriales coordinadas e integrales, donde no solo se atienda clínicamente a la población vulnerable, sino que desde otros sectores se aporten respuestas multidimensionales que influyan positivamente en la recuperación de la fe y esperanza en el futuro, en el reforzamiento del autoestima y del valor de la vida propia y ajena, que aporte herramientas para asumir la vida con optimismo y desarrollar tolerancia ante la frustración.