El Nacional
Alberto Ray
18 de febrero 2016
La incertidumbre parece ser el signo de nuestros tiempos, por lo que atreverse a construir pronósticos sobre lo que nos espera durante el 2016 en términos de inseguridad resulta aventurado, pues siempre nos podemos quedar cortos frente a la desproporcionada realidad en la que vivimos.
De por sí, la incertidumbre es sinónimo de inseguridad. Que no tengamos referencias ciertas sobre aspectos básicos de nuestras vidas, como lo es conseguir alimentos o tener acceso a la salud, eleva el nivel de riesgo en el que vivimos. En un ejercicio de anticipación, voy a destacar seis aspectos que van a dibujar el mapa de los riesgos en Venezuela y que, sin duda, tendrán un efecto importante en nuestra calidad de vida en los próximos meses.
No se trata de aumentar la paranoia con la que a diario vivimos. Suficientemente amenazados estamos para agregar más presión a nuestra ya mermada supervivencia, pero vivir más seguros requiere que nos informemos y estemos conectados con el entorno, de poco sirve aislarnos como el avestruz, si nosotros y nuestras familias nos toca confrontar como rutina la violencia en la que estamos sumergidos.
Les muestro aquí las claves para entender la inseguridad en el 2016:
El peligro de la calle: la vía pública se ha convertido en el escenario principal de los delitos en el país. Ocho de las cincuenta ciudades más peligrosas del mundo están en nuestro territorio, incluyendo a Caracas en el primer lugar. Desde robos a peatones y conductores, hasta secuestros y homicidios, todos tienen como denominador común el espacio urbano. Transitar desprevenidos e inconscientes del entorno y sin medidas mínimas de protección lo convierten en la víctima perfecta. Gente caminando por la calle hablando por un celular que cuesta veinte o treinta salarios mínimos es un ejemplo que veo a diario. Por otro lado, las salidas nocturnas no pueden ser un tour por la ciudad. Planifique sus recorridos, no pierda tiempo innecesario buscando direcciones o tanteando un restaurante donde cenar, tenga clara su ruta y ubicado su destino. La nocturnidad es por excelencia el espacio y el momento preferido por la delincuencia. De noche nuestras posibilidades de acción son menores y tenemos menos recursos disponibles. Dos variables necesarias para ser víctimas del delito es estar en el momento inoportuno y en el lugar incorrecto. ¿Por qué poner gasolina de noche cuando lo podemos hacer a plena luz del día? Otro aspecto clave en la calle es no derrochar lujo. Vivimos entre tantas amenazas que hasta las más mínimas señales de estatus te pueden transformar en una víctima. Aprendamos a ser humildes al hablar y al actuar. Moderemos las palabras y la información que compartimos.
Extorsiones por todos lados: un delito que está aumentando a pasos agigantados es el de las extorsiones telefónicas. Son comunes las llamadas a celulares advirtiendo que planean hacerle daño a usted o a algún miembro de su familia, y si no paga una suma de dinero cumplirán su amenaza. Estas llamadas no deben tomarse a la ligera, debe actuarse con firmeza para que no se repitan. Algunas medidas de prevención y protección pueden ser no atender llamadas de números desconocidos, no responder a preguntas que le hagan en encuestas en las cuales puedan obtener información personal, tratar con celo los datos personales y entrenar a nuestra familia para que haga lo mismo. Si usted recibe llamadas o mensajes de texto amenazadores no responda. Si las amenazas son insistentes desconecte temporalmente su línea celular y contrate una nueva. Anote los números desde los cuales está recibiendo las extorsiones y denuncie ante las autoridades que están habilitadas y capacitadas para actuar en estos casos (Principalmente el CICPC División contra Extorsión y Secuestro y la GNB Comando Nacional Antiextorsión y Secuestro). El que paga una vez por una extorsión, seguirá pagando, pues esta clase de delincuencia manipula hábilmente el miedo de sus víctimas, llegando en ocasiones a someterlas psicológicamente. Adicionalmente, este tipo de delito representa un riesgo mínimo para el que extorsiona pues siempre se oculta tras un teléfono convirtiéndose en una amenaza anónima. Si usted está siendo extorsionado no lo mantenga en secreto, busque ayuda.
Todo vale más: en tiempos de escasez e inflación los objetos se revalorizan. Aquello que hasta hace un tiempo era considerado poco menos que basura, ahora recobra su precio y se convierte en un bien deseado, ya sea porque sirve para repuesto o porque simplemente no existen productos nuevos en el mercado. Es así, como desaparecen carros viejos y nuevos, se roban motos para sustraerles los cauchos o las baterías y hasta computadores con diez o más años de uso resultan apetecibles para los más necesitados. No subestime el valor de nada de lo que posee. Asegure lo que tiene guardado en depósitos, closets o maleteros. Tenga un inventario escrito y detallado de sus bienes, no lo deje todo a la memoria. Tenga cuidado especial con piezas como herramientas, electrodomésticos y repuestos consumibles pues todos tienen un alto valor en mercados de segunda mano. De nada vale guardar si usted ni sabe lo que tiene.
Hurto y robo a viviendas: las residencias son también el hogar de nuestros más preciados bienes. Allí acumulamos lo que más valoramos. Hoy en cualquier vivienda se encuentran televisores, laptops, tabletas, celulares, joyas, vehículos, dinero en efectivo, electrodomésticos y en algunos casos hasta armas y municiones. Todo esto representa un botín de altísimo valor para los amigos de lo ajeno. Muy posiblemente, en una vivienda de clase media se consigan hoy más valores que en una agencia bancaria, y con muchísimo menos riesgo para el delincuente. Por tanto, la recomendación es que proteja su vivienda, su familia y sus bienes. Recuerde que lo que tiene usted en su casa es insustituible. En los últimos meses viene ocurriendo un modus operandi en el cual, la víctima de secuestro, al no poder satisfacer las demandas económicas de sus captores, se ve obligada a llevarlos a su residencia, lo que deviene en un riesgo de gran magnitud, pues se pone en peligro el domicilio y al grupo familiar. En estos casos, debe procurarse toda negociación excluyendo la vivienda. Existen maneras de disuadir al delincuente que el hecho de acudir a la residencia implica, de igual forma, un riesgo para él, por tanto, aquello que puede resolverse de manera relativamente sencilla, puede escalar a situaciones en extremo complicadas.
Fraude electrónico: la devaluación de la moneda, aunada a la baja denominación de los billetes, ha hecho poco atractivo y complicado el robo de dinero. La delincuencia se vale ahora de métodos más sofisticados para extraer efectivo de las cuentas bancarias. Engaños a través de correos electrónicos para que la gente suministre su información, el “cambiazo” de las tarjetas de débito en los cajeros electrónicos, fraudes y clonaciones de tarjetas de crédito, suplantación de identidades, transferencias bancarias hechas sin la autorización del dueño de la cuenta, trampas en la venta de objetos a través del comercio electrónico, son apenas algunas de las prácticas más frecuentes de estos delincuentes especializados. Esta nueva tipología del crimen es uno de los retos más grandes que tiene hoy el sistema bancario. Nos corresponde a los usuarios de la banca y el comercio electrónico hacer nuestra parte. Cuida con celo tu información. No suministres tus claves de acceso a terceros, resguarda tus tarjetas de crédito y débito, y lleva control cercano y preciso de las operaciones a través del comercio electrónico. Recuerda que las ventajas de la web son con frecuencia vulnerabilidades que el criminal explota para sacar provecho y ponernos en riesgo. La comodidad es con frecuencia, enemiga de la seguridad.
Infidelidad corporativa y hurto hormiga: la crisis se refleja también en la pérdida de valores entre los empleados de las organizaciones. No me refiero aquí exclusivamente al trabajador de nivel básico con poder adquisitivo muy mermado por la inflación. La deslealtad se hace igualmente presente en supervisores y gerentes, quienes, ante oportunidades de recibir un dinero extra, violan normas en perjuicio de las organizaciones para las que trabajan. Es de mi conocimiento que en los últimos meses ha aumentado de forma importante el número de hurtos en las oficinas. Todo se “pierde”, desde el papel higiénico hasta laptops y celulares. Se trata de la sustracción lenta, progresiva y constante de consumibles, productos, repuestos y mercancías que, al cabo de unas semanas termina afectando la continuidad operativa de empresas y organizaciones. Hace poco supe de un caso en un edificio de apartamentos que un vecino en componenda con un técnico de ascensores, sustrajeron unas tarjetas de control de los elevadores para comerciarlas en el mercado negro, dejando sin servicio a más de cuarenta apartamentos. En este sentido, debe hacerse énfasis en fortalecer la cultura organizacional, desarrollar sentido de pertenencia e identidad y remachar los valores que guían el trabajo y las buenas costumbres. Lo importante aquí es que una minoría sin escrúpulos no actúe impunemente frente a la mirada indiferente de sus compañeros de trabajo.
Quisiera para concluir, destacar que otros delitos ya arraigados en nuestro país seguirán en plena expansión, puesto que las causas que los originan siguen presentes y la acción capaz y decidida del Estado no se manifiesta con suficiente efectividad para cambiar las tendencias. Me refiero a homicidios, secuestros y robo de vehículos por mencionar los más comunes.
Recuerden que prevenir siempre es más barato, efectivo y de efectos más duraderos que reaccionar.
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