Diario El Universal
Carlos J. D´Hoy M.

15/10/2023

En la cobertura de temas relacionados con la violencia, por lo general nos encontramos ante las peores situaciones que puede atravesar una persona. La violencia tiene esas características: sus efectos son devastadores además de tomar por desprevenidas a sus víctimas y sus allegados. Pero en esa cobertura, pocos temas tienen el terrible impacto de la violencia autoinfligida, o como la conocemos: el suicidio.

Con motivo de la celebración el pasado 10 de octubre del Día Mundial de la Salud Mental, analizamos la situación de este tipo de violencia en nuestro país.

Casi un millón al año

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) cada año unas 700 mil personas se quitan la vida en el mundo. Cada uno de los casos representa una tragedia que golpea a familias que nunca logran reponerse del impacto.

El suicidio no conoce de clases sociales, edades o géneros.Según la OMS, en 2019 el suicidio era la cuarta causa de muerte entre jóvenes con edades entre 15 y 29 años.

Tampoco tiene límites geográficos, ocurre en países de altos ingresos, pero golpea especialmente a los de bajos y medianos recursos.

Un problema que acecha

El Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) reportó en su Informe de Violencia Autoinfligida, del año 2022, una leve reducción en la tendencia de suicidios. Estimó una tasa de 7,7 casos por cada 100 mil habitantes, un descenso de poco más de dos puntos en comparación con 2018, cuando hubo un pico de 9,3 suicidios por cada 100 mil habitantes.

Pero las cifras, si bien son herramientas ideales para hacer comparaciones, nos alejan de la realidad. Nos referimos a que en 2022 según el OVV ocurrieron al menos 2.173 suicidios en el país.

Al definir estadísticamente a las víctimas, el sexo masculino representa 81% de los casos y los adultos de entre 30 y 64 años, el 57%.

OVV llama a encender las alarmas

Otro dato que llama la atención del OVV es que los adolescentes, de 12 a 17 años vienen exhibiendo una tendencia al alza en los suicidios. “Esta tendencia llama la atención y lleva a encender las alarmas y a dirigir también la mirada hacia esta población vulnerable”, alerta el observatorio.

“En 2020 registramos 28 casos, en 2021 fueron 34, y en 2022 la cifra subió a 49”.

Lo mismo ocurre en el caso de niños y niñas hasta los 11 años; a pesar de ser el grupo con menor número de presuntos suicidios, “en el año 2022 contabilizamos 17 hechos, propensión que está en aumento”.

Alteración del estado de ánimo

Por su parte, la ONG Cecodap alertó sobre el incremento de la tendencia de casos sobre ideaciones suicidas entre adolescentes.

De acuerdo con el reporte presentado por el psicólogo Abel Saraiba, coordinador adjunto de Cecodap, las alteraciones en el estado de ánimo golpean particularmente a la población adolescente de sexo femenino, que representaron 45% de las consultas atendidas por la ONG.

En esas consultas, las adolescentes constituyen “la proporción más alta y presenta el riesgo suicida más alto”. Sin embargo, eso no deja de lado a los adolescentes varones, que representan 19% de las consultas.

Aclaró que una de las causas de la diferencia es que las mujeres son más abiertas a hablar de sus problemas, mientras que los hombres no. “Los enseñan a tragarse sus problemas, lo que justifica que sean más las chicas las que acuden a buscar ayuda”.

Saraiba advirtió que el agravamiento de la salud mental se debe a la situación por la que atraviesa el país. “Creemos profundamente que debido a todo lo que está sucediendo en el contexto nacional, la situación de la salud mental en niños, niñas y adolescentes se va a agravar”.

Aunque el suicidio es un problema de salud pública que se puede prevenir mediante intervenciones oportunas, a menudo de bajo costo, para que estas iniciativas sean eficaces deben existir los servicios de atención, cosa que no ocurre en nuestro país.

La realidad detectada por Cecodap es que hay un déficit importante de especialistas en salud mental en Venezuela, déficit que se agrava a medida en que nos alejamos de las capitales.

En teoría debería haber un psicólogo por cada 25 pacientes en los centros, pero se constató que en hospitales la cifra escalaría hasta uno por cada 60 pacientes, lo que dificulta la atención.

“Hay áreas que ni siquiera cuentan con servicios psicológicos o psiquiátricos; pero tenemos sistemas de apoyo, maestros y especialistas que pueden conducir la atención de los casos que lo requieran”.

Saraiba instó a tomar en serio el tema de la salud mental del venezolano.

Se debe prestar atención a las señales

La psicóloga clínica Gisela Galeno destaca que cuando una persona vive una situación que percibe lo suficientemente agobiante, que sobrepasa su capacidad, siente que no va a poder o que es demasiado, puede comenzar a pensar en una solución definitiva -como el suicidio- para algo temporal.

Por lo general esa persona sufre una gran afectación emocional, atraviesa por un inmenso malestar o dolor, quizá sufra de alteraciones fisiológicas, físicas y químicas que la llevan a considerar esa solución desesperada.

“En la mayoría de los casos, sufren de afecciones como psicosis, esquizofrenia u otros trastornos psicológicos o psiquiátricos que deben ser tratados y ameritan que la persona reciba tratamiento para evitar que consuma el acto; muchos no quieren morir, quieren dejar de sufrir”.

Agregó que es necesario estar atento a las señales de quienes nos rodean. “El suicidio no es algo que ocurre sin previo aviso, hay señales que no vemos desde las ideaciones suicidas, gestos que exteriorizan el deseo de autodestrucción, el intento de suicidio, hasta la última etapa que es el suicidio consumado”.

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