Muerte de un joven es el cuarto crimen en edificio de la GMVV en La Urbina
Una fiesta de 15 años celebrada el domingo 3 de noviembre en un apartamento del complejo Willian Lara, de la Gran Misión Vivienda Venezuela, terminó en tragedia cuando Ender Zapata, de 23 años de edad, fue asesinado luego de sostener una discusión con personas que estaban en la fiesta y que atacaron a su hermano.
El episodio de violencia del domingo reeditó para los vecinos situaciones como las que vivieron en agosto, cuando en el mismo complejo urbanístico de La Urbina ocurrieron mataron a otras tres personas, en distintos hechos. Las víctimas en aquella oportunidad fueron los hermanos Yheison y Rodrigo Pedrozo, quienes recibieron varios tiros cuando salían de una de las torres. Este hecho ocurrió el 4 de agosto.
Tres días después, en el mismo conjunto residencial, mataron a Edgar Rodríguez, de 23 años de edad, quien recibió varias puñaladas y fue lanzado al vacío desde el tercer piso de la torre E.
“Lo que vemos que ocurre en esos edificios de la Misión Vivienda, no es más que lo que generalmente ocurre en todo el país. La anomia se instaló en esas estructuras, producto del desorden, el no cumplimiento de la ley, el uso de la fuerza como mecanismo de resolución de conflictos, se impuso ahí y la razón es que esas personas traen esas prácticas de los barrios y de los refugios donde vivían anteriormente”, expresó el sociólogo Roberto Briceño León, director del Observatorio Venezolano de Violencia.
El experto señaló además que la improvisación en la adjudicación de estos inmuebles es uno de los factores que ha influido en el auge de los conflictos entre vecinos.
La ley del más fuerte
Los vecinos son quienes padecen las arremetidas de las bandas delictivas que se han instalado los complejos urbanísticos construidos durante los últimos años del gobierno del presidente Hugo Chávez.
“Desde que nos mudamos, el tráfico de armas es el pan nuestro de cada día. Hemos hablado con Polisucre para que refuercen la seguridad en los edificios y la avenida principal de La Urbina, pero no nos hacen caso. Todos los fines de semana hacen fiestas y traen a personas de otros lugares, armadas y lo único que podemos hacer es encerrarnos en nuestros apartamentos”, expresó una de las habitantes del complejo Willian Lara, quien pidió la reserva de su nombre, por temor.
Otro vecino de los edificios de Fuerte Tiuna denunció que en el lugar se producen enfrentamientos entre bandas rivales. “Hace mes y medio mataron a dos muchachos: Luis Angel Coronado y Andrés Dugarte, por ajuste de cuentas. Pese a que vivimos en instalaciones militares, la presencia de la Guardia Nacional dentro de los edificios es esporádica”, señaló el vecino.
No hay seguimiento
Briceño León indicó que la principal falla en la constitución de estos urbanismos, además de la falta de planificación, es la ausencia de seguimiento para ayudar a los nuevos residentes a integrarse y convertirse en comunidades funcionales.
“Estas personas están en un limbo, porque no son propietarios de sus apartamentos, no tienen un arraigo social, porque ese sentido de pertenencia se forma con los años, viven con un montón de gente extraña por la que no tienen ningún tipo de respeto y entonces ahí priva la necesidad de imponerse”, comentó el experto.
Briceño León explicó que aunque las autoridades encargadas de brindar seguridad a las comunidades intentaran a estas alturas frenar los hechos de violencia dentro de estos complejos urbanísticos, sería una tarea difícil, debido a que la situación es un reflejo de lo que sucede en el país.
“Se podría pensar que los organismos de control político (como los consejos comunales) podían imponer control, pero la realidad es que se ha desvirtuado su labor y son quienes cobran peaje a los vecinos”, dijo.