Prensa OVV Falcón
Ambientes familiares agresivos y de maltrato, cultura machista alimentada por mujeres que desde sus hogares aprueban el comportamiento masculino y los cambios de conductas femeninas que se revelan, para dar paso a condiciones ofensivas, fueron los temas abordados por el Observatorio Venezolano de Violencia en Falcón (OVV Falcón), durante la presentación del foro regional “Mujeres Victimarias y Víctimas: Desigualdad Social y Violencia en Venezuela”, realizado vía Zoom, el pasado 15 de noviembre. En la actividad se mostraron los hallazgos de la investigación nacional sobre violencia, desigualdad y género. En los resultados se evidenciaron las situaciones de violencia marcadas por los conflictos entre hombres y mujeres, donde las víctimas surgieron de relaciones tóxicas, estrés, agotamiento laboral, disconformidad con el quehacer doméstico o un lenguaje sugestivo del colectivo comunitario.
El tipo de investigación fue cualitativa, lo que permitió la descripción de situaciones a partir de instrumentos para la recolección de la información como entrevistas a víctimas, victimarias, especialistas, además de grupos focales. El método de la investigación fue el etnográfico, el cual consiste en la comprensión y construcción de significados de grupos sociales y su análisis desde el proceso de recolección de datos enfocando los objetivos a la comprensión y entendimiento las conductas humanas y sus realidades.
Tras la investigación quedó en evidencia que las situaciones de violencia son producto de ambientes familiares agresivos y maltratadores, protagonizados por algunos de los progenitores. Resalta la existencia de matriarcado, donde muchas veces el varón sufre la agresión, pero por las mismas normas sociales no expone denuncia y por no tener el amparo legal. Igualmente se reveló que las mujeres mantienen comportamientos violentos y usan las leyes que las apoyan a su favor, en especial cuando el ataque es contra sus parejas e hijos, ya que la ley protege a la mujer y no al hombre. Este aspecto, ha sido motivo por el cual muchos hombres han sido procesados por delitos de agresión.
Una de las expertas consultada durante la investigación manifestó que muchas veces las verdaderas causas de algunos divorcios son por agresiones físicas y verbales, generadas por algunas mujeres hacia sus maridos como consecuencia de actos de infidelidad de sus parejas. Señaló también que se encontró con casos donde el violentado era el hombre, pero por vergüenza no presentaba denuncia.
Hizo saber, de acuerdo a su experiencia, el incremento de los casos donde las mujeres son las victimarias y agresoras. Sin embargo, a los ojos de la legislación, las mujeres no agreden a los hombres, tal como lo señala la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la cual fue creada en razón de la mujer como el sexo débil, de hecho no procesan ninguna denuncia de hombres que hayan sido agredidos por alguna mujer, ni que hayan sido agredidos ni verbal ni físicamente o con escrito, porque la ley no protege al hombre. “Para disminuir los grados de violencia y agresividad, se debe hacer desde una atención primaria, es decir formar a la familia para fortalecer los valores morales y éticos de los hijos, a partir de una comunicación efectiva, en los primeros años de vida. Hay que recordar que los padres son modelos de imitación de lo infante en estos primeros años”, señaló la especialista como recomendación.
En cuanto a las entrevistas de profundidad, arrojaron que una mujer victimaria o agresora, era maltratadora en el hogar, con la excusa de provenir de familias con violencia doméstica, donde este comportamiento era admitido y favorecido para la crianza de los hijos. La expresión: “vengo de una familia donde nos corregían a correazos y a golpes, y con mis hijos es la única forma en que reconozco puedan hacer caso”, es una fase del comportamiento que las mujeres victimarias o agresoras asumen dentro del hogar.
La investigación igualmente ofreció detalles de cómo estas conductas son el resultado de crecer en ambientes agresivos y violentos, donde el individuo trae patrones negativos de conducta que aplica en su vida y en su familia. Crecen carentes de amor, cariño y protección por parte de quienes tienen la responsabilidad de su crianza y cuidado.
Las víctimas también contribuyen para que no sean eficaces las medidas de protección y seguridad, ya que ellas al estar inmersas en el ciclo de la violencia, muchas veces se sienten culpable de la situación en la cual se encuentra su pareja ante una investigación penal y las consecuencias que ello conlleva.
Sobre este aspecto, la Ley Orgánica Sobre el Derecho de la Mujer a una Libre Violencia busca la protección de la mujer en cualquiera de sus manifestaciones, pero no establece que todo varón es un maltratador nato ni que toda femenina es susceptible de ser agredida u ocupa una posición de subordinación dentro de la relación de pareja. Una de las entrevistadas como mujer victimaria o agresora, confesó que su acción violenta fue provocada por su pareja, por ser este una persona prepotente y autoritaria, por lo que el nivel de acorralamiento a su persona fue el detonante para agredirlo de manera letal, (tentativa de homicidio) como único medio para poder salir de esa situación tóxica.
En cuanto a los grupos focales, el común denominador en las intervenciones, fue que en Venezuela existe mucha agresividad y violencia, lo que se evidencia en el maltrato a los hijos, porque los padres arrojan su descontento con ellos. Pero no toda la violencia se adquiere del hogar o la familia, también proviene de grupos de amigos. Se mencionó que muchas veces la frustración como persona induce a la violencia y el maltrato con las personas que se encuentra en el contexto inmediato, considerando que la mujer está siendo más violenta que el hombre al tratar de zafarse del machismo prevaleciente como consecuencia de la tolerancia de la sociedad y del Estado.
Otro aspecto abordado en los grupos focales en Falcón, fue la percepción sobre la violencia en funcionarias policiales. Los asistentes expresaron que -ellas- abusan de la autoridad que les es conferida por el Estado venezolano. Opinaron que su función es mediar con el ciudadano, no responder con violencia, debido a que genera más violencia y su función es poner orden, no promover el desorden.
Variables como el objetivo del maltrato de las mujeres puede ser pasional, en otros casos familiar (hijos-madres, madres-hijos, esposo/esposa) o por personas externa al contexto laboral o familiar, donde algunos son inducidos por acciones verbales. Son estos algunos de los factores que los grupos focales convinieron en que posiblemente conducen a acciones agresivas, alimentados por el estrés, exceso de compromisos y responsabilidades, estado de salud, resultado de maltratos, influencias psicológicas y verbales, falta de comunicación, carencia de amor, ausencia de valores (respeto, confianza) y la situación económica.
Es importante resaltar que los integrantes de los grupos focales rechazaron el comportamiento violento entre las parejas, detallando que ahora es más evidente la denuncia de aquellas mujeres y hombres que no dejan pasar la agresión de pareja.
Con relación a las desigualdades, los grupos focales destacaron las diferencias salariales que existen entre hombres y mujeres, a pesar de tener el mismo nivel educativo. Resaltaron entre esas diferencias: la segregación ocupacional o segmentación horizontal, que se refiere al hecho que las mujeres tienen acceso, más frecuentemente que los hombres, a los empleos de más baja calidad y la segregación posicional o segmentación vertical, es decir, que las mujeres reciben los más bajos salarios y ocupan las posiciones de menor jerarquía. Esta situación pone en evidencia que los esfuerzos desarrollados por la población femenina y los desplegados por las políticas públicas no han sido suficientes para disminuir las inequidades.
Para el equipo del OVV Falcón uno de los principales hallazgos fue corroborar que el Estado muchas veces no se encuentra sensibilizado con el avasallante problema de la violencia contra la mujer y no le da la debida importancia, no cumple con la función que le asigna la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
“La violencia contra la mujer es un delito contra los derechos humanos, tiene el Estado la necesidad de prevenir y exterminarlo de manera inmediata, una de las formas de prevención es dictar medidas de protección y seguridad al momento en el que cualquiera de los entes establecidos en la ley reciben una denuncia por violencia de género, todo ello con la finalidad de salvaguardar la integridad física, moral y económica de la mujer víctima de violencia”, señaló el equipo.
Agregó el equipo que el Estado no promueve los derechos que tienen las mujeres para acabar con la violencia que padecen, por lo que se requiere mayor difusión de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, para frenar la cultura patriarcal.
Por último, señalaron, que es necesario que el Estado a través de los organismos receptores de denuncias, establecidos en la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, cumplan con la función de hacer cumplir las medidas de protección y seguridad en cooperación con la sociedad para erradicar toda violencia contra la mujer existente en el país.