Efecto Cocuyo
Vanessa Moreno Losada | @morelosada24

Un joven fue víctima de un intento de secuestro en un local comercial de Los Palos Grandes, en la avenida Andrés Bello con Primera Transversal, del municipio Chacao, el pasado 20 de mayo en la noche. Los supuestos captores serían los detectives del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc), Wilbert Azuaje y Eduard Javier Vuelta, y la víctima, presuntamente pariente de José Vicente Rangel.

La noche anterior, pero a cuatro kilómetros de distancia, en la urbanización Caurimare del municipio Baruta, los esposos María de Fátima de Olim y Freddy Navas Caraballo fueron secuestrados. Durante el hecho, se originó un tiroteo entre los delincuentes y Navas Caraballo, quien poseía un arma de fuego con la que intentó defenderse. Los plagiarios perdieron el control del vehículo y chocaron contra una pared. La mujer murió por el impacto.

Estos son dos casos que no se encuentran en la cifra de secuestros reportados en el Cicpc que se filtró a la prensa. Hasta principios de mayo, en el país al menos 199 personas fueron víctimas del secuestro y seis de ellas murieron en cautiverio. Es decir, que mensualmente medio centenar de habitantes son privados de su libertad por el hampa, sin contar los casos que no son denunciados a las autoridades o los que lleva el Comando Nacional Antiextorsión y Secuestro (Conas).

Industria del secuestro

“Da la impresión de que el secuestro en Venezuela se está cartelizando. Hay alguien que está dirigiendo desde El Cementerio, El Valle y la Cota 905 a las bandas de secuestradores.

Esta estructura empresarial, al estilo holding, tiene al menos ocho compañías asociadas que le rinden cuentas a la empresa madre o cartel que es quien da las órdenes. Este es un pequeño grupo de dos o tres personas”, explicó Miguel Dao, abogado y exdirector del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, quien actualmente asesora a empresas en temas de seguridad y hace seguimientos a los secuestros en el país.

Este esquema también fue planteado por Alexander Briceño, exfuncionario de un cuerpo policial municipal de Caracas y actual analista de seguridad, quien agregó que las bandas están trabajando con agrupaciones de “principiantes”, e incluso con policías activos.

“Los secuestradores más organizados cuentan con enlaces foráneos a su círculo de confianza. Pueden ser funcionarios o personas con allegados influyentes que quieran ganar dinero; al igual que existen elementos que brindan colaboración y complicidad. Por ejemplo, hay indicios de que bandas de San Agustín son apoyadas por delincuentes que también organizan bandas en Chacao, lo que representa un medio de información importante y efectivo para los hampones”, expuso.

Así se mueve el delito en centro del país

Ambas locaciones figuran en la lista de las zonas de Distrito Capital y Miranda en las que hay más incidencia de secuestros. En 8.300 kilómetros cuadrados, hay al menos 34 sitios donde la delincuencia suele cazar a sus víctimas para el canje de sus vidas por dólares o joyas.

De acuerdo a una consulta realizada por Efecto Cocuyo a funcionarios de distintos cuerpos policiales y a expertos en materia de secuestro, se realizó un mapeo de los dos estados, incluyendo las subregiones de Los Teques, Barlovento y Valles del Tuy, en el que el municipio Baruta es el más azotado por este delito, con 11 puntos de incidencia hamponil.

“La ‘herradura de la muerte’, como yo le llamo, está constituida por aquellas urbanizaciones con bastante desplazamiento. Va desde Los Naranjos de Las Mercedes hasta la entrada de San Román. Pasa por Santa Fe, Los Campitos, Prados del Este, El Peñón, Santa Gertrudis, Terrazas Club Hípico, Santa Inés y Santa Rosa de Lima”, aseveró el comisario Miguel Dao.

Especificó que la preferencia de los secuestradores puede cambiar, por lo que se reportan plagios también en lugares donde no hay una incidencia del delito, como El Cafetal y Caurimare.

De igual forma ocurre con los horarios en los que se suele cometer el delito: mientras existen localidades en las que los delincuentes salen al ataque entre las 5:00 am y 7:00 am durante los fines de semana, como por ejemplo Campo Alegre; también hay registros de grupos de secuestradores que operan entre 6:00 am a 6:00 pm en la avenida Río de Janeiro, a la altura de Caurimare.

Dijo que entre 2013 y principios de 2015 se conoció de bandas delictivas de Valles del Tuy y Barlovento que usaban el Área Metropolitana de Caracas como lugar de cacería, para luego aprovechar las “zonas de paz” como guaridas. Dao y funcionarios policiales de ambas subregiones mirandinas aseguraron que los grupos delictivos se replegaron a sus localidades.

“Las ‘zonas de paz’ de Río Chico han significado un problema muy grande para los habitantes, pero la policía y la Fuerza Armada ha reaccionado cuando la víctima es uno de los miembros de ese componente”, expuso Dao. Tanto en Barlovento como en Valles del Tuy existen cinco lugares en los que se registra con mayor frecuencia el secuestro de algún ciudadano, según datos recopilados por Efecto Cocuyo.

El especialista se refiere al secuestro de Juan Mujica Ruiz, un primer teniente del Ejército, junto su hija de dos meses de nacida, su esposa y un compañero de trabajo. Los últimos dos también eran funcionarios de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. El miércoles 13 de abril se activó un Operativo de Liberación y Protección al Pueblo (OLP) para dar con los culpables y terminó con siete presuntos delincuentes muertos en presunto enfrentamiento y 50 detenidos por averiguaciones.

Un supervisor agregado de la Policía de Miranda, quien pidió no revelar su nombre, aseguró que en Los Teques y San Antonio de los Altos en lo que va de año se han reportado cinco casos de secuestros. “En esta subregión el delito no es tan frecuente como sí lo es el robo de vehículos y el cobro de rescate. Al menos 30 casos hemos trabajado en la policía”, dijo el funcionario.

Explicó que las zonas más afectadas son las urbanizaciones de los Altos Mirandinos. “Los delincuentes usan las ‘zonas de paz’ para guardar a las víctimas, cobrar el rescate y liberar a los secuestrados. Saben que allí hay poco patrullaje policial y dominan la zona desde terrenos altos”, puntualizó. Guaremal y La Matica fueron los sitios identificados como “zonas de paz”.

Una jerarquía funcional

Según los analistas, estos delincuentes estarían conformados como una megabanda que opera desde lo que se conoce como “zonas de paz” de Caracas (Cota 905, El Valle y El Cementerio). El concepto presentado por el Observatorio de Delito Organizado describe a una megabanda como un grupo que tiene más de 50 personas delinquiendo bajo una organización que les permita adquirir armas de alto calibre como AK47, AR15, escopetas y granadas.

Para diciembre de 2015, Mario Mármol García, criminólogo especializado en el área de estrategias contra el secuestro, indicó a Efecto Cocuyo que la estructura de mando estaba encabezada por el negociador o líder de la banda, los cobradores que se encargan de retirar el dinero, los pegadores que son los que capturan a las víctimas y los cuidadores de los secuestrados.

“Este esquema no ha cambiado porque les ha dado resultados y operan con completa impunidad”, expuso el comisario Dao.

En cambio, el secuestro programado y prolongado parece haber quedado en el pasado. Dao indicó que de acuerdo a su estudio del delito actualmente 95% de los casos reportados son víctimas seleccionadas al azar por los delincuentes. “Hay casos en los que el grupo de secuestradores asocia un Honda Civic o una camioneta Honda con una persona que tiene poder adquisitivo. Ellos hacen un escaneo a sus potenciales víctimas y ya sea por cómo viste, cómo actúa, cómo intenta ser precavido, los hampones determinan quién es secuestrable”, manifestó el experto.

Briceño agregó que las zonas en las que se encuentre la víctima también son evaluadas por los delincuentes, como características vulnerables. “¿Qué hace una persona en Los Palos Grandes por la calle paseando un perro un domingo en la noche? Obviamente es alguien que vive allí, un sitio de clase media alta. Eso te hace secuestrable. La virtud de la humildad debe ser aprovechada para salvar nuestras vidas”, dijo.

“Es importante que la familia y entornos empresariales se reunan para conversar sobre la prevención enfocada en el delito del secuestro. Deben designar un pariente que en el caso de que un integrante de la familia sea víctima de estas bandas, sea el que converse con ellos. Alguien con aplomo, liderazgo y capacidad de responder en una situación de tensión sin revelar información económica importante”, manifestó Briceño, quien ha debido participar en la negociación de secuestros en más de cinco oportunidades.

Recordó que denunciar el delito y confiar en las autoridades del Cicpc y del Conas es la actitud más responsable. “Ellos son expertos en secuestros y se debe dejar que lleven la situación y no improvisar ante algo totalmente desconocido. Los familiares estarán afectados por la posibilidad de un desenlace mortal de un ser querido”, apuntó.

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