Prensa OVV Táchira

Entre enero y julio, se registraron un total de 14 suicidios en el estado Táchira según lo reportado en el “Diario La Nación”, siendo enero y julio los meses con mayor número de casos: 4 (28,57%) y 5 (35,71%), respectivamente. “Esta situación en la región es alarmante por lo novedosa que resulta, pues en la entidad no es frecuente la incidencia de estas conductas”, señaló Anna María Rondón Trejo, profesora de la Universidad Católica del Táchira (UCAT) y coordinadora del OVV en la región.

De acuerdo a los sucesos reseñados, a través del “Diario La Nación” y el portal digital “La Prensa del Táchira”, el 78,57% de las víctimas de violencia autoinfligida corresponde al sexo masculino, cuyas edades oscilan entre 24-51 años y 57-78 años; mientras que las víctimas de sexo femenino ocupan el 21,43% de casos, con edades entre 15-17 años, es decir, adolescentes.

En cuanto a los medios más utilizados para materializar el suicidio, se encuentran: ahorcamiento (35,71%); arma de fuego (28,57%); salto al vacío (14,28%); envenenamiento (14,28%) y arma corto punzante (7,14%). 

Los municipios del estado donde se registraron este tipo de sucesos son: Bolívar (21,42%), Junín (14,28%), Ayacucho (14,28%), San Cristóbal (7,14%), Andrés Bello (7,14%), José María Vargas (7,14%), Guásimos (7,14%), Seboruco (7,14%), Cárdenas (7,14%) y Pedro María Ureña (7,14%).

Sobre las causas que producen este tipo de muertes, existe un elemento común en todos los casos procesados, y es la depresión. En los casos de adolescentes, relatan los testigos, existe carga de estrés, discusión con progenitores, parientes o cuidadores, y padres ausentes o emigrantes. Por su parte, en los adultos, la causa está relacionada con asuntos pasionales, enfermedades y crisis económica.

“Las condiciones de emergencia humanitaria compleja, acentuadas por el Covid-19 y factores asociados, han generado una especie de ‘normalidad’ ante el estrés y sus secuelas, poco tratadas desde el punto de vista médico, de tal modo que, un manejo  inadecuado de las emociones y escasas habilidades de contención, causan una suerte de implosión que no se advierte ni se maneja apropiadamente, y termina por llevar al ser humano a no valorar otras opciones de solución distintas al suicidio”, expresa Rondón.