Carlos Mascareño Quintana

Introducción

El tratamiento de las relaciones que existen entre los procesos de construcción de gobernabilidad territorial y lo que se conoce hoy como gobernabilidad criminal, aparece con poca frecuencia en la literatura de los estudios territoriales. En el primero de los casos, la gobernabilidad territorial la encontramos asociada a las reformas de la descentralización del poder a partir de las cuales, teóricamente, terminan incorporados actores y líderes del territorio -en la construcción de acuerdos- alrededor de proyectos de desarrollo viables para ciudades, municipios o regiones. En el segundo caso, la gobernabilidad criminal pudiera entenderse como un proceso de interacción entre el Estado y las organizaciones criminales que despliegan sus actividades en el territorio, a los efectos de propiciar un clima de paz y apertura para que las actividades políticas, sociales y económicas funcionen dentro de condiciones mínimas aceptadas por las partes.

Hasta el momento, la descentralización y su relación con la criminalidad, se ha abordado desde la perspectiva del ejercicio formal de la competencia de la seguridad ciudadana y, a menudo, tiende a verse como una realidad fuera del espacio del Estado, contra la cual hay que luchar para minimizarla y eliminarla. Sin embargo, este enfoque dual resulta cada vez menos efectivo para comprender dinámicas territoriales que reconfiguran las relaciones en los espacios locales, debido a que cada día se acumula más evidencia sobre la creciente interacción e imbricación entre la esfera de las estructuras formales públicas descentralizadas y las propias de las organizaciones criminales. De manera que el fenómeno en cuestión no sólo expresa una realidad de violencia en el territorio sino, además, de convivencia entre estructuras que tradicionalmente se asumen como separadas, aisladas y enfrentadas, particularmente en Latinoamérica, donde este fenómeno ha despertado especial interés debido a la presencia y dominio de organizaciones criminales en estados y municipios.

Esta perspectiva del tema obliga a la comprensión de tres ideas que poseen naturaleza propia. En primer lugar, la idea de gobernabilidad como un proceso de procura constante de la democracia, tanto en el espacio del Estado nacional como en los subnacionales; cuya discusión emergió en los años 70 del siglo XX a propósito, como veremos más adelante, de las fallas de las democracias occidentales. La segunda línea de reflexión tiene que ver con el perfil de la descentralización instrumentada también desde los años 70 en Europa y los años 80 del siglo anterior en Latinoamérica, y cuyo propósito giró en torno a construir gobernabilidad en los territorios menores a la nación. La tercera idea alude a la criminalidad, tema tan antiguo como las sociedades humanas, donde cabe destacar que la adjetivación de “organizado” -de uso frecuente- tan solo aparece recientemente y, además, constituye un fenómeno que interesa vincular con los anteriores.

Este documento intenta relacionar los tres fenómenos -gobernabilidad, descentralización y criminalidad-, sobre la base de que su tratamiento contribuye a la mejor comprensión de las sociedades locales y la viabilidad de procesos políticos y económicos. El mismo se ha organizado en dos partes; en la primera se discuten conceptualmente estos tres fenómenos. En la segunda, se desarrolla una reflexión sobre la interacción del Estado descentralizado, el capital social, los agentes de la economía y la criminalidad.

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