Prensa OVV Mérida

Un estudio elaborado por el Observatorio Venezolano de Violencia Mérida, determinó que los merideños en siete años perdieron tres años en su esperanza de vida al nacer. Según Gustavo Páez, coordinador de la organización en la región andina, Mérida alcanzó su máximo en este indicador en 2010 cuando rondó los 76,8 años; sin embargo, entre 2010 y 2017 la esperanza de vida se redujo llegando a 73,8”, afirmó.

Las conclusiones de este estudio fueron el resultado de la construcción de tablas de mortalidad con información de defunciones provenientes de la Corporación Merideña de Salud (Corposalud) y de proyecciones de población emanadas del Instituto Nacional de Estadística (INE), a cuya información se le realizó un ajuste, tomando en consideración el flujo migratorio. “Desde el OVV Mérida, hemos estado preocupados por cambios que vienen ocurriendo en ciertos aspectos y procesos demográficos en el país y por ende en el estado Mérida, relacionándolos con la crisis humanitaria que se vive hoy en día, la cual se ha venido agudizando, siendo la esperanza de vida al nacer uno de esos aspectos”, señaló Páez.

La esperanza de vida al nacer, según el investigador, se entiende como el promedio de años que se estima pueda vivir una persona bajo el comportamiento actual de la mortalidad en un país o región. Ese comportamiento de la mortalidad, a su vez, está condicionado por la realidad social en lo político, económico, sanitario, ambiental, cultural, entre otros aspectos, que prevalecen en un determinado país o región en un momento dado. En otras palabras, es un indicador empleado para medir el nivel de desarrollo humano y económico de una nación, e incluso, para medir el estado de salud de una población.

Este estudio se realizó a partir de la preocupación que generaron los resultados de la Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI) para 2017, la cual reveló que la crisis social por la que atraviesa el país le estaba restando años a los venezolanos. Esta encuesta, que representa uno de los más importantes esfuerzos para investigar la crisis social de Venezuela, determinó que la esperanza de vida al nacer para los venezolanos se redujo en 3,5 años, datos que ratifican que la crisis en Venezuela está dejando consecuencias devastadoras para la población y están en concordancia con los resultados obtenidos en Mérida. Asimismo, la ENCOVI reflejó que la inseguridad alimentaria en el país tiene un efecto en las condiciones de vida de los venezolanos, en su expectativa de vida y en la salud de sus niños.

“De tal manera que, si la realidad social es negativa, hostil o adversa para la población, es muy probable que la mortalidad se incremente. Si las tasas de mortalidad aumentan, entonces desciende la esperanza de vida al nacer y, desde el punto de vista estadístico, es una relación inversamente proporcional”, recalcó el coordinador del OVV Mérida, agregando que esta situación estructural fue el activador para investigar el estatus del estado andino en cuanto al indicador estudiado.

La violencia estructural como responsable

La calidad de vida de una población se ve reflejada también en la esperanza de vida al nacer. Este indicador se viene empleando para medir niveles de desarrollo y bienestar social de una población, de allí que las condiciones por las cuales atraviesa el país son elementos suficientes para que las consecuencias sean devastadoras.

Gustavo Páez relaciona toda esta crisis con la violencia estructural presente en el país. “La violencia estructural se manifiesta en aquellas políticas públicas erradas, diseñadas y ejecutadas por el Estado, que van en contra de mejorar la calidad de vida de la población. De igual modo, cuando un Estado por distintas razones, como desidia, negligencia, desinterés, ineptitud y premeditación, deja de diseñar y ejecutar políticas públicas ajustadas a las necesidades de la población, desafortunadamente esta última estará condenada de manera inexorable y progresiva a ver deteriorar su calidad de vida”.

En resumen, ante una situación negativa de violencia estructural se espera que las tasas de mortalidad se incrementen y, por ende, la esperanza de vida al nacer inicia un descenso. Esto justamente -indicó Páez- es lo que viene ocurriendo en Venezuela, con mayor fuerza en los últimos 5 años.