Prensa OVV Aragua

Durante once meses de 2020, 24 mujeres han sido asesinadas en Aragua por hombres en diferentes situaciones, tanto del ámbito privado como público, que implican crímenes de odio o desprecio hacia su condición de mujer, que además representan la forma más extrema de violencia de género. Este tipo específico de homicidio es lo que se conoce como femicidio, según lo definido el Artículo 15 de la Ley del Derecho de la Mujer a una Vida Libre de Violencia, promulgada en Venezuela en el año 2014. Esta cifra evidencia que aun cuando faltan pocas semanas para culminar el año 2020, ya se duplican los 12 femicidios ocurridos en la entidad durante 2019.

El 42% del total de femicidios en Aragua, ocurrieron durante los meses de febrero y abril, con 5 casos cada uno. 25% ocurrieron en mayo y noviembre, registrando 3 femicidios cada uno. Los 8 casos restantes, 33%, se distribuyeron durante los meses de enero, marzo, agosto y septiembre, con 2 casos cada uno. Es importante mencionar que durante los meses de junio, julio y octubre no se reportaron femicidios en Aragua.

El municipio donde se registró el mayor número fue Sucre, con 4 víctimas en el 2020. En segundo lugar, tenemos a los municipios Girardot, Mariño, Tovar y Zamora, con 3 víctimas cada uno; en tercer lugar, a Santos Michelena, que reportó 2 víctimas, y finalmente a los municipios Bolívar, Camatagua, Lamas, Libertador, Revenga y Rivas, con una víctima de femicidio cada uno.

Las víctimas eran 24 mujeres entre 16 y 75 años, con una edad promedio de 33,7 años. 35% de ellas eran amas de casa, 13% profesionales y estudiantes universitarias, 4% despachadoras de una panadería. 6 de las víctimas eran madres y dejan un total de 15 huérfanos.

El tipo de armas utilizada en el 38% de los casos fueron de fuego, seguida de las armas blancas con 33%. La fuerza física fue empleada en el 25% de los casos y herbicidas en el 4% restante.

Los móviles más frecuentes fueron los celos en 29% de los casos, el robo en 25%, las riñas y las venganzas, con 21% cada una, y las disputas por herencias, en el 4% de los casos.

En relación a los victimarios, se detectó que 54% han sido identificados como parejas, ex parejas o familiares de las víctimas; 42% de los victimarios aún no han sido identificados plenamente. Sin embargo, de acuerdo a las evidencias dejadas en las víctimas, se sabe que la mitad de éstos pertenecen a bandas delictivas locales.

El tipo de femicidio más frecuente, presente en el 54% de los casos, fue el íntimo o familiar. Éste está tipificado como aquel que ocurre en el espacio en el que los vínculos son entre pareja, ex pareja y familiares, que generalmente están inmersos en un ciclo de distintos tipos de violencias previas -física, sexual, psicológica, verbal, económica-, que escalan hasta culminar en el acto femicida.

Seguidamente, están los catalogados como femicidios no íntimos, definidos como la muerte de una mujer o niña cometida por un hombre desconocido con quien la víctima no tenía relación alguna. Éstos ocurrieron en el 42% de los casos en el estado Aragua.  Abarca varios subtipos de femicidio, entre ellos, los femigenocidios, es decir, los asesinatos asociados con pandillas, la trata de personas, que se corresponden con el 50% de los femicidios no íntimos ocurridos, y 10% que quedaron catalogados dentro del subtipo de los femicidios sexual, tipificados como: toda muerte violenta de una mujer en el que se evidencie un componente sexual directo o simbólico, cuyos elementos comunes surgen de las ideas y motivaciones de los agresores respecto a las mujeres y de la carga emocional que acompañan a sus conductas violentas, como rabia, ira, odio y/o desprecio.

En relación a los femigenocidios, los homicidios de mujeres ocurren porque son vistas como mercancías, como producto de venganza entre bandas y/o como mensajes de amedrentamiento, en virtud del escaso valor asignado a su vida o como respuesta a su desviación en relación a lo que se espera que sea su comportamiento de acuerdo al status de su género.

Finalmente, queda en evidencia el enorme desafío que tiene la sociedad del siglo XXI, para repensar las políticas educativas y la institucionalidad pública en general, e incrementar su efectividad en el propósito de revertir la influencia de la hegemónica cultura patriarcal en la reproducción de los femicidios, no solo en la sociedad aragüeña, sino venezolana y latinoamericana en general.