Las cifras de violencia autoinfligida en Nueva Esparta han aumentado significativamente este año, al punto de que hasta finales de julio -apenas iniciando el segundo semestre de 2023-, se han alcanzado 15 suicidios más un intento frustrado, lo que constituye la misma cantidad de casos registrados en todo 2022 en el estado insular. En su gran mayoría han sido víctimas del sexo masculino.

Estos registros casi se equiparan a los ocurridos durante todo el año pasado en los municipios Chacao y El Hatillo del Área Metropolitana de Caracas, donde hubo en conjunto 17 casos, según estimaciones de la unidad estadística del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), lo que llama la atención siendo Nueva Esparta una entidad turística de no más de 600.000 habitantes.

A qué se debe entonces tal aumento de suicidios en la entidad, si en cambio las cifras generales de violencia han disminuido los últimos cuatro años en la localidad -pasando de una tasa de 32 por cada 100.000 habitantes en 2019 a 23,8 el año pasado-, de forma similar a como ha venido ocurriendo en el país, de acuerdo con los informes anuales del OVV.

El año pasado la violencia permaneció relativamente estable con una leve disminución a escala regional -de 24,7 en 2021 a 23,8- y también nacional -de una tasa de 41,0 a 40,0-, igualmente los suicidios mostraron un aparente descenso en toda Venezuela con una tasa de 7,7 en comparación con 9,3 en 2018.

Sin embargo, se observó curiosamente el aumento significativo de algunas categorías como las muertes en averiguación -que representaron más de la mitad (58,82%) de las muertes violentas en la entidad- y las desapariciones, sumando ambas una tasa de 17,0 por cada 100.000 habitantes, lo que superó la tasa de homicidios (6,0) en 64,71%.  En Venezuela las averiguaciones representaron 54% del total de muertes violentas.

Se cree que dentro del subregistro de suicidios -aquellos casos de los que no se conoce públicamente- puede haber algunos que han sido señalados como muertes en averiguación, y específicamente como muertes de intencionalidad no determinada (MIND), como lo ha indicado el investigador Gustavo Páez, del Laboratorio de Ciencias Sociales (Lacso) y coordinador de los estudios sobre suicidio en el país.

“Hay razones para plantear que posiblemente cerca de la mitad de las muertes por suicidio que acontecen, por diversas razones, no son clasificadas como corresponde”, ha dicho Páez en un reporte sobre la situación del estado Mérida, que lideró la tabla nacional el año pasado con 54 suicidios, mientras la región insular se ubicó en la posición número 14.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) por cada adulto que se suicidó, probablemente más de otros 20 hayan cometido uno o más intentos. De manera que el aumento de muertes autoinfligidas en Nueva Esparta, aunado al incremento de las averiguaciones, puede indicar un alto subregistro de estos casos en el estado insular.

A esto se agrega la opacidad de la información a través de los medios de comunicación sobre este tipo de hecho violento, pues hay en general un ocultamiento de estos casos por parte de los medios para evitar dar la impresión de ser amarillistas o por todas las implicaciones y complejidades de abordar estas situaciones.

Apenas en 2021, se comenzó a revelar más la situación de la violencia autoinfligida en la entidad, a partir de la aparición de un semanario digital de sucesos, que es en la actualidad el único medio regional que publica los casos de suicidio. Hacemos esta referencia sin analizar, por los momentos, el tratamiento adecuado o no de estas informaciones con fines preventivos y de alerta, sino para resaltar que la publicación de estas noticias ha contribuido al monitoreo que realiza el OVV Nueva Esparta acerca de los casos de violencia autoinfligida en la localidad.

Es necesario que el Estado y la sociedad en su conjunto se aboquen a la tarea de atender esta problemática que de acuerdo a la OMS es “un problema de salud pública importante, pero a menudo descuidado, rodeado de estigmas, mitos y tabúes”. Es una situación que amerita un abordaje complejo y multidisciplinario.

En este sentido, el ente rector de la salud en el mundo considera necesario centrarse en la prevención del suicidio, especialmente, a través de la creación de vínculos sociales, la promoción de la toma de conciencia y ofrecer esperanza para salvar vidas.

En Nueva Esparta, los principales detonantes de suicidios desde 2022, fueron cuadros depresivos provocados por la situación económica y el sentimiento de abandono generado por la migración de familiares, según las distintas versiones conocidas a través del monitoreo de prensa.

En Venezuela, de acuerdo con el Informe Anual de Violencia Autoinfligida 2022 del OVV, entre los principales factores de riesgo que llevan a que un importante número de personas, de diferentes edades, a tener comportamientos suicidas, están los índices elevados de pobreza y el incremento de la desigualdad social, ambas situaciones derivadas de la emergencia humanitaria. Se combina con esto el aumento de casos de depresión y ansiedad; desesperanza; disfuncionalidad y desestructuración familiar; violencia doméstica, sexual, de género y contra niños, niñas y adolescentes; conflictos sentimentales; casos de bullying; la falta de acceso en cantidad y calidad a servicios médicos especializados y a psicofármacos; entre otros.

En vista del aumento de suicidios en la entidad y en el país, es importante que no se eluda informar sobre estos hechos de forma adecuada, desde los medios y las instituciones, ajustándose a manuales para el manejo de la información en esta materia que contribuyan a la prevención y sensibilización acerca del problema. Y es necesario que se optimicen los mecanismos de investigación policial que permitan determinar las causas de las muertes que estén bajo sospecha de violencia autoinfligida.

Equipo del OVV Nueva Esparta